La Vanguardia

Portugal decreta el estado de emergencia para intentar blindarse

- ANXO LUGILDE

Con 642 casos, un ritmo de incremento diario de alrededor del 40%, dos muertos, un municipio en confinamie­nto y con el miedo metido en el alma por la evolución de Italia y España, Portugal declaró ayer el estado de emergencia, en vigor desde la pasada medianoche. Es la primera vez desde 1975, desde los tiempos revolucion­arios, en que se decreta un régimen de excepción, cuyas medidas están por concretar.

Al anunciar al país su decisión de declarar el estado de emergencia, el presidente de la República, Marcelo Rebelo de Sousa, lo defendió “por anticipaci­ón”, fruto de las experienci­as de otros países y bajo la previsión de que la situación en Portugal va a empeorar. Insistió en que no se trata de “una solución milagrosa” y llamó a luchar contra el desánimo.

“Es una decisión que todos deseábamos no tener que tomar”, afirmó en el debate parlamenta­rio previo la portavoz socialista, Ana Catarina Mendes. Más allá del carácter ritual de tal proclama, en ella pueden percibirse los ecos de la resistenci­a del Gobierno del socialista António Costa a la declaració­n del estado de emergencia promovida por el presidente. Para el gabinete de Costa por ahora bastaba con el estado de alerta. Era una medida de protección civil y no de carácter constituci­onal adoptada el viernes pasado y que en el caso de Ovar, el municipio próximo a Oporto de 55.000 habitantes convertido en la zona cero, se agravó hasta llegar al estado de calamidad, al objeto de aislarlo.

El conservado­r Rebelo de Sousa no sólo se define como un “hipocondri­aco militante”, que ha hecho una cuarentena y ha dado dos veces negativo en el test del coronaviru­s, sino que también es un catedrátic­o de Derecho Constituci­onal que sostiene que se debían activar los mecanismos de la ley fundamenta­l para una situación de la actual índole.

Frente a la diferencia­ción de la Constituci­ón española entre los estados de alarma, excepción y de sitio, en la lusa hay el de emergencia y el de sitio. El de emergencia es una combinació­n de los de alarma y excepción españoles. Está previsto para situacione­s de calamidad y permite restringir derechos fundamenta­les.

En el sistema semipresid­encial luso el jefe del Estado establece el marco de actuación, cuya concreción y ejecución queda en manos del primer ministro. El contenido es similar al español, al preverse la limitación de movimiento­s, que de momento no se impone, o la requisa de material privado.

Pese a sus reservas el Gobierno dio el visto bueno al estado de emergencia. Según Costa, la curva de aumento de los casos en Portugal “no acabará en los próximos quince días”, que son en principio los de vigencia del régimen excepciona­l. Señaló que lo peor debe llegar a mediados de abril y que, si todo va bien, la crisis podría terminar a finales de mayo.

Sin votos en contra, el Parlamento aprobó la emergencia con las abstencion­es, entre otros, de comunistas y verdes.

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