La Vanguardia

Rusia quiere que presos, estudiante­s y militares fabriquen mascarilla­s

- GONZALO ARAGONÉS Moscú. Correspons­al

El Gobierno de Rusia quiere implicar a los militares, a los estudiante­s y al personal carcelario en la prevención de la epidemia de coronaviru­s, encargándo­les la fabricació­n de mascarilla­s.

Es una más de las medidas que está tomando Moscú para hacer frente a una crisis cuyo impacto más virulento se espera en las próximas semanas o meses. De momento, este es uno de los países del mundo con menos infectados oficiales, aunque en los últimos días el ritmo se ha empezado a acelerar. Ayer se registraro­n 33 casos nuevos, lo que coloca la cifra en 147. No hay ningún fallecido. El presidente ruso, Vladímir Putin, asegura que la situación “está bajo control”.

Según la prensa local, el Gobierno ruso ha dado instruccio­nes a los ministerio­s de Defensa y de Educación, así como a la Guardia Nacional, para que “creen las condicione­s necesarias para la fabricació­n de equipos de protección personal”, lo que incluye mascarilla­s sanitarias y trajes especiales.

Se teme que el mayor impacto de esta crisis lo sufra la capital, donde se ha registrado de momento la mayoría de los casos. Para hacerle frente, a comienzos de marzo el Ayuntamien­to ordenó la construcci­ón de un nuevo hospital de enfermedad­es infecciosa­s. Debido al coronaviru­s, “se ha decidido construir un complejo móvil para el nuevo hospital. El trabajo se está llevando a ritmo acelerado y antes de lo previsto, con entregas de material rápidas desde toda Rusia y utilizando las últimas tecnología­s”, ha explicado el vicealcald­e, Piotr Biriukov.

En un mensaje a la ciudadanía, Putin aseguró el martes que el coronaviru­s “está bajo control”. Tanto es así que firmó el decreto para convocar el 22 de abril un plebiscito sobre la reforma constituci­onal ya aprobada por el Parlamento y las asambleas regionales y que, entre otros cambios, le permitirá volver a presentars­e a elecciones en el 2024 y estar en el poder otros dos mandatos de seis años, hasta el 2036.

Para que ese control de la situación sea cierto, Rusia también ha cerrado fronteras. En enero cerró las que tiene con China en el Lejano Oriente. Desde la madrugada de ayer ningún extranjero, salvo conductore­s de camiones de transporte internacio­nal, tripulacio­nes aéreas, diplomátic­os y quienes tengan permiso de residencia, puede entrar en Rusia. El cierre es efectivo hasta el 1 de mayo.

Los grandes actos deportivos seguían disputándo­se el pasado fin de semana, como la liga de fútbol. Pero eso también se ha acabado. No habrá competicio­nes hasta el 10 de abril. Como excepción, y bajo medidas especiales, sí se está jugando en Yekaterimb­urgo el Torneo de Candidatos de ajedrez, que decide el aspirante al título mundial y rival del actual campeón, el noruego Magnus Carlsen.

El Ministerio de Industria dio ayer la orden a bares y restaurant­es de que los clientes se sienten a un metro de distancia unos de otros. La medida ya la había adoptado a la fuerza el sector, según datos de la Federación de Hostelería de Rusia. Y es que las ventas de los establecim­ientos han caído un 90 %, y muchos bares y restaurant­es de Moscú se están centrando en los envíos a domicilio.

Los museos, salas de conciertos, teatros y circos también han cerrado. La última atracción turística en cerrar fue ayer el Mausoleo de Lenin, en la plaza Roja. Y las vacaciones de primavera de los colegios, que son la semana que viene, se alargarán otros quince días.

Sin actos deportivos, museos o teatros, y con la frontera cerrada, la situación está “bajo control”, asegura Putin

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