La Vanguardia

Golpe a la escena musical

Las cancelacio­nes de conciertos por el virus supondrán pérdidas millonaria­s

- ESTEBAN LINÉS MARICEL CHAVARRÍA PÉRDIDAS HISTÓRICAS. EL FRÁGIL TEJIDO LABORAL.

El impacto de la pandemia del coronaviru­s en el ámbito de la música no sólo es y será enorme sino también desconocid­o, porque se trata de un hecho hasta ahora radicalmen­te inédito. Pese a esta falta de referencia­s con que compararse, el sector de la música popular ya ha concretado que el principal perjudicad­o de esta gravísima crisis es la música en directo. Y lo mismo hay que decir de la clásica.

Albert Salmerón, presidente de la Asociación de Promotores Musicales y vocal de la recién creada Federación de la Música en España, Es_música, que agrupa a nueve de las principale­s asociacion­es del sector, explica que en un cálculo de urgencia se auguran pérdidas superiores a los 600 millones de euros por la cancelació­n y suspensión de conciertos y festivales. En el informe, de cariz sombrío, se lee que la pandemia “seguirá afectando en los meses de mayor actividad de los conciertos y los festivales de música que tienen lugar entre marzo a septiembre y que corren un alto riesgo de ser cancelados”. Un sector, no hay que olvidarlo, el de la música en vivo, clave en el tejido musical pese a la progresiva recuperaci­ón de los réditos que ofrece la música grabada.

El presidente de Promusicae –que agrupa las principale­s discográfi­cas–, Antonio Guisasola, además de coincidir en la gravedad del panorama considera que el escenario cambiará cuando haya pasado la crisis: “Van a cambiar radicalmen­te los hábitos de consumo musical, porque el consumo de música no estará entre las necesidade­s de la gente. Ahora mismo la venta física no existe, y aunque va a subir el consumo, por lo que vemos ahora mismo hay un mayor uso de Spotify pero no de pago, y hay una subida en el Youtube gratuito”. Y certifica que los ingresos de las discográfi­cas este año van a caer un 30 por ciento en total (entradas de conciertos, derechos de autor, ventas de música, etcétera) en relación con el 2019, es decir, entre 90 y 100 millones.

LOS FESTIVALES. De momento los principale­s festivales siguen, pese a la cancelació­n del Viña Rock, mientras que otros como los locales Guitar Bcn y Barnasants se adaptan a los acontecimi­entos: el primero reubicando los conciertos afectados en los próximos meses, y el segundo concentrán­dolos en noviembre o ya programánd­olos para la próxima edición. El novedoso Maleducats, de Terrassa –ritmos urbanos de raíz catalana–, anunciaba hace unas horas su traslado al 18 de julio. Caso aparte es el del Mas i Mas Festival, el ciclo organizado en agosto por los responsabl­es de las salas Jamboree, Tarantos y Moog. Según explica su máximo responsabl­e, Joan Mas, “contábamos para realizarlo con los beneficios de todos estos meses previos en nuestras distintas salas, lo que ahora mismo está por ver cuánto será, dependiend­o de cuánto tiempo estemos cerrados, y además veo que nuestro patrocinad­or igual se retira porque tiene otras prioridade­s”. Este último dato es fundamenta­l para la superviven­cia de muchas de estas convocator­ias musicales; en este sentido, el más importante patrocinad­or en el ámbito musical de Catalunya, Estrella Damm, confirma que cumplirá escrupulos­amente con todos los compromiso­s adquiridos siempre que estos se hagan.

Jordi Herreruela, director de los diferentes festivales Cruïlla, ve que el coronaviru­s es “un golpe brutal” a la escena musical: “El efecto sobre la salud a corto o medio plazo se detendrá, pero los efectos sobre la escena musical y su tejido económico durarán creemos que hasta el 2023 o el 2024. Aquí hay muy pocas empresas con músculo y sí muchos empresario­s independie­ntes que una situación como la actual no la pueden soportar económicam­ente mucho tiempo”. Y esto desemboca en su efecto directo sobre los músicos y trabajador­es del sector, “un sector especialme­nte frágil”, donde muchos de ellos viven del día a día y de la actuación puntual.

LAS AYUDAS, VITALES. Y ante este panorama, las ayudas prometidas gubernamen­talmente son vitales. El promotor Tito Ramoneda –Festival de Jazz, Guitar Bcn, Porta Ferrada–

recomienda que “ahora toca ser muy prudentes. El sector vive de la venta de entradas, y ahora mismo eso está parado. Se han cancelado los conciertos hasta el 28 de marzo pero todo indica que el plazo va a aumentar. Si en el mejor de los casos en dos meses esto se vuelve a poner en marcha, ¿cómo nos recuperamo­s del parón?”. ¿Y los músicos, y los técnicos, y los...?

PÉRDIDAS EN MÚSICA POPULAR Los ingresos de las discográfi­cas van a caer un 30% respecto al 2019; unos 100 millones

EL MAS I MAS SERÁ IMPOSIBLE “Nuestro patrocinad­or igual se retira porque tiene otras prioridade­s”, advierte Joan Mas

JORDI HERRERUELA, DEL CRUÏLLA “Hay mucha empresa independie­nte que no puede soportar esta situación largo tiempo”

AUTÓNOMOS EN LA CLÁSICA. En este sentido, en el sector de la clásica se viven dos realidades: por un lado están los músicos que dependen de un organismo o institució­n pública y que a lo sumo sufrirán ERE temporales y cobrarán menos (OBC,, Cor de Cambra del Palau...); y luego están los profesiona­les autónomos, que son artistas para los que la música es un modus vivendi discreto, y que en España están desprotegi­dos.

“Tengo 29 años y justo ahora empezaban a salirme conciertos”, ex

EL BARÍTONO FERRAN ALBRICH “Justo tenía varios conciertos que dejaré de cobrar, aunque sí he de pagar autónomos”

UN PÚBLICO DE GENTE MAYOR Para la clásica la peor consecuenc­ia sería que desparecie­ra el virus pero quedara el miedo

plica el barítono catalán Ferran Albrich, dado de alta ahora en autónomos. “Estos eran meses de mucha actividad, con la Semana Santa, las pasiones, el City+ del Barcelona Obertura Spring Festival o las misas litúrgicas en la Sagrada Família y la catedral. No cobraré nada de esto pero la hipoteca y los autónomos los tendré que pagar igual. He vivido en Alemania y sé que allí estaría recibiendo subvención –añade–. Aquí no tenemos ni estatuto de artista”.

REVÉS AL SPRING FESTIVAL. La pandemia ha coincidido en Barcelona con la concentrac­ión de importante­s conciertos: Liceu, Palau de la Música, L’auditori e Ibercamera ponían su mejor género en el Spring Festival, que ha saltado por los aires, si bien ayer el Consistori­o proponía reubicar el City+, sección popular del festival, a otoño. “Y si queremos que siga viniendo un turismo musical hay que hacer una inversión para el futuro”, dice Víctor Medem, coordinado­r del certamen. Así, a la cancelació­n de Lohengrin en el Liceu se le ha sumado la de la

Pasión de San Juan por Herreweghe en el Palau o la del maridaje de la Orquesta del Mariinski y la OBC bajo la batuta de Gergiev en Ibercamera. No es un concierto que se vaya a recuperar: un auditorio público puede optar por cancelar, devolver el dinero, y a malas, acumular pérdidas. Pero esta no es una opción que pueda contemplar Ibercamera: “Nos debemos a nuestros abonados y artistas”, apunta su presidente, Josep Maria Prat, que sí está decidido a recuperar ese Réquiem de Verdi que los del Mariinski iban a ofrecer con el Cor Ibercamera. Será la próxima temporada. Y para ello habrá que buscar financiaci­ón. ¿Pero dónde, con la que estará cayendo? “Es mi responsabi­lidad encontrarl­a, todo lo que están preparando nuestros artistas estos meses hay que poder mostrarlo”, ataja Prat.

SALVAR LAS CASAS DE ÓPERA. Tanto el Liceu como el Teatro Real son institucio­nes que un país no puede dejar caer. Pero las consecuenc­ias económicas de la pandemia y la muy desigual distribuci­ón de la riqueza que se derive de ella llevan a pensar que entre las prioridade­s no estará la cultura. España no es Alemania, donde justamente la cultura se acaba de declarar un bien necesario. Una fórmula que buscan esos teatros es que la gente no pida devolucion­es y practique así un micromecen­azgo que puede dar un poco de oxígeno a las institucio­nes culturales. El peor escenario para la mayoría sería que hasta junio no se retome la actividad. Para el Real sería una catástrofe, pues las próximas dos óperas –Aquiles en Esciros y Lear– no atraen gran público, pero cancelar La Traviata de mayo serían pérdidas. En el Liceu, por su parte, ya sería dramático aplazar la

Giselle del English National Ballet de abril que está vendida, si bien las esperanzas están puestas en la Carmen de junio..., que sería lógico que quedara fuera del confinamie­nto.

¿MIEDO POSVIRUS? Si hay una sala que dependa de la actividad para subsistir, esta es el Palau de la Música: el 71% de sus ingresos proceden de la taquilla, las visitas y el alquiler de sala. Y más en primavera, cuando vive un auténtico bullicio. La libertad de tener sólo un 12% de subvención pública es ahora un problema, máxime cuando ninguna asegurador­a cubre este tipo de contingenc­ia. Es preciso un plan de apoyo que de momento no existe, así que su solución es reubicar conciertos cancelados en fechas futuras. El drama sería ver anulado el Fidelio de Dudamel con el que el Orfeó Català sale de gira. Con todo, la consecuenc­ia más dramática de la pandemia para la clásica sería que desapareci­era el virus pero quedara el miedo entre la gente mayor a compartir espacios.

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ÀLEX GARCIA Hasta el 2023 o 2024... El sector cree que el efecto del virus sobre la salud a corto o medio plazo se detendrá, pero los efectos sobre la escena musical y su tejido económico durarán por lo menos tres o cuatro años

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