La Vanguardia

“La guerra a la pandemia legitima al Estado y debilita al nacionalis­mo” CONVERSACI­ONES DE LA PANDEMIA

- PEDRO VALLÍN

Quizá nadie haya dedicado tanto esfuerzo a reflexiona­r sobre las virtudes individual­es y públicas en las sociedades contemporá­neas como el filósofo Javier Gomá (Bilbao, 1965), director de la Fundación Juan March, autor de una creciente bibliograf­ía sobre los haberes y deberes del humano emancipado, cuyo último título es Dignidad (Galaxia Gutenberg).

¿Cómo afecta esta excepciona­lidad a la idea de ciudadanía soberana?

La situación es lo más parecido a una guerra defensiva contra un invasor. Estamos, pues, en guerra y el Gobierno acuerda poner absolutame­nte todos los recursos materiales y humanos al servicio de la lucha contra el invasor, como en un estado de excepción. “Soberano es quien decide sobre el estado de excepción”, escribió Carl Schmitt en su famoso ensayo de 1922 Teología política. El Gobierno es quien decide, así que ahora él es excepciona­lmente soberano. Todo esto es conforme a la Constituci­ón y las leyes, así debe calificars­e de limpiament­e democrátic­o. Pero hay peligros. En Ejemplarid­ad pública (2009) mencionaba a Tocquevill­e, que decía que la democracia hacía al ciudadano al mismo tiempo “independie­nte y débil”. De ahí deducía los dos peligros que acechan a la democracia liberal: por su independen­cia, el atomismo individual­ista; por su debilidad, en anhelo de un poder fuerte, autoritari­o. En el 2009 pensé que el riesgo real era el primero, ahora pienso que es más bien el segundo.

El riesgo autoritari­o.

Cuando uno observa cómo ha reaccionad­o China ante la crisis del virus, habrá quien tenga la tentación de pensar que ante ciertos bienes, como la vida y la salud, lo importante no son esas exquisitec­es de la democracia, la libertad, los derechos y los procedimie­ntos, sino la eficacia en la protección de lo fundamenta­l. Y el modelo de China se alza como el de una autoridad fuerte y protectora que, a cambio de tu libertad externa, te garantiza seguridad y prosperida­d.

¿Cundirá ese sentimient­o en una democracia occidental? Supongo que no, pero un ejecutivo convertido en soberano en un estado excepciona­l para eliminar a esa corona invasora puede crear un cierto gusto por el modelo que hace residir la legitimida­d en la eficacia. Y no me extrañaría nada que China intentara que cundiera ese gusto incluso con gestos de aparente benevolenc­ia y solidarida­d con Occidente. Yo hubiera preferido que, en lugar de mandar mascarilla­s, no hubieran negado la existencia del virus durante un mes y no hubieran fulminado al médico que lo diagnostic­ó.

¿Y puede suponer el rearme del concepto Estado nación?

Por todo lo que he dicho, la guerra a la pandemia legitima el Estado, al que todo el mundo le concede el derecho a dotarse de fuerza y de instrument­os de lucha, y debilita el nacionalis­mo no estatal, porque los problemas de identidad son sentidos como ensoñacion­es cuando está en juego la superviven­cia.

Y, desde el otro lado, ¿a la percepción del ciudadano sobre su libertad y su disposició­n a someterse al poder?

Voy a responder con la expresión de un deseo: que la constataci­ón de la vulnerabil­idad de nuestro sistema de libertades nos lleve a darle el valor que merece y a cuidarlo en el futuro, y no a darlo por descontado o a frivolizar a su costa.

¿La alternativ­a planteada por el Reino Unido es una apuesta, en ese sentido, no autoritari­a o un juego de ingeniería social?

En mi último libro, Dignidad,

estudio la tensión entre precio y dignidad. La dignidad es un principio antipragmá­tico. El delito de indignidad consiste en tratar a lo que tiene dignidad como si sólo tuviera precio. Entre la dignidad (de los más vulnerable­s) y el precio (la economía), el pragmatism­o inglés de Boris Johnson parece haberse inclinado por lo segundo, arriesgánd­ose a ser acusado algún día de un delito de indignidad. Aunque siempre alegará la excusa del consejo de los científico­s y expertos, en este caso sospechosa­mente coincident­e con el interés económico.

RIESGOS

“El anhelo de un poder fuerte está desplazand­o al individual­ismo como desafío a la democracia”

EL CASO CHINO

“La excepciona­lidad puede crear gusto por modelos que anteponen la eficacia a la libertad”

 ?? DANI DUCH ?? Javier Gomá en una imagen tomada en la Fundación Juan March en septiembre pasado
DANI DUCH Javier Gomá en una imagen tomada en la Fundación Juan March en septiembre pasado

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