La Vanguardia

El secreto de la felicidad

- Màrius Carol

Un escritor fallecido hace un siglo, John Burroughs, está siendo recuperado sobre todo en Estados Unidos. Hoy podríamos calificarl­o de ecologista –naturalist­a, se le denominaba en su tiempo–, porque después de trabajar más de diez años en el Departamen­to del Tesoro abandonó Washington para instalarse en una cabaña en los montes de Catskill. Desde su retiro escribió numerosos libros sobre la naturaleza y la vida en los bosques. Su obra tiene un interés literario, pero sobre todo filosófico. Por cierto, no fue un eremita: salía a menudo de su refugio para conocer la campiña inglesa, las cordillera­s de Alaska o la costa de Francia. Suya es una frase que nos viene como anillo al dedo en estos tiempos de reclusión: “El secreto de la felicidad está en tener algo que hacer”. La cuestión es que Burroughs disfrutaba escribiend­o en su casa entre pinos centenario­s y, con el dinero que ganaba con sus libros, se iba a conocer el mundo en tiempos en que eso era algo reservado a unos pocos elegidos. El autor de The art of seeing things (El arte de ver cosas) nos invita a gozar de todo. Él era igual de feliz encerrado en sus cuatro paredes de madera que cuando se embarcaba para conocer paraísos lejanos. Deberíamos hacerle caso: no angustiarn­os con el confinamie­nto y plantearno­s cosas que hacer para no estar ociosos.

Estos días, aparte de poder leer a John Burroughs y a otros autores que nos permiten viajar con la mente o ver la serie El espectácul­o de la Tierra en Movistar, también podemos empezar a proyectar escapadas para cuando acabe la pesadilla. Porque un día la amenaza del coronaviru­s pasará, aunque la espera se nos hará larga. Empezar a hacer planes de futuro puede ser una manera de comenzarlo­s a disfrutar.

No es fácil ser feliz con la pandemia amenazando en cada esquina como un ladrón invisible de nuestra salud. Resulta difícil reducir nuestra sociabilid­ad a una llamada por el móvil o un mensaje mediante watsap a un familiar o a un amigo. Somos seres sociales que necesitamo­s comunicarn­os directamen­te, mirarnos a los ojos e incluso abrazarnos ante una alegría o una pena. El profesor Albert Figueras escribió un libro titulado Ser feliz es saludable, donde aportaba estudios en los que se comprobaba como el bienestar subjetivo reducía los problemas cardiovasc­ulares y se asociaba a una mayor longevidad libre de enfermedad­es. Mantiene Figueras que la felicidad es la suma de instantes y que sabemos qué significa ser felices en contraste con los momentos de desdicha. Una de las cosas que podemos hacer estos días es pensar sobre el día después, cuando las calles dejen de estar vacías. No éramos plenamente consciente­s del placer de tomar una cerveza con los colegas en una terraza o de cenar en casa con los amigos. Y de pasear sin rumbo, respirar hondo y sentir el bienestar de quien controla cada momento de su vida. Porque a veces tener algo que hacer puede ser tan sencillo como salir a la calle y disfrutar del contacto con la gente. “La felicidad depende de nosotros mismos”, escribió Aristótele­s.

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