El BCE contra el Covid-19
El Banco Central Europeo (BCE) ha aprobado la inyección monetaria más intensa de su historia para suavizar el brutal impacto que provoca la pandemia del Covid-19 en la economía europea. El consejo de gobernadores de la institución, reunido de urgencia por teleconferencia, ha dado luz verde para destinar 750.000 millones de euros a la compra de deuda de los estados y de las empresas de la zona euro. Si a ello se suman las ayudas vigentes actualmente se llega hasta la cifra del billón de euros, que será distribuido progresivamente desde ahora hasta final de año. La presidenta de la institución, Christine Lagarde, tras sus titubeos iniciales, ha emulado a su antecesor, Mario Draghi, en la movilización de recursos monetarios que efectuó para afrontar la gran crisis anterior. Eso refleja la gravedad de los problemas a los que hay que hacer frente.
La situación es tan crítica, sin embargo, que nadie está convencido de que el enorme arsenal monetario activado por el BCE vaya a ser suficiente para frenar la drástica contracción del producto interior bruto (PIB) que se prevé en toda la zona euro en los meses venideros como consecuencia de la crisis sanitaria. Esto explica que la propia Lagarde haya declarado que no habrá límites para defender el euro y que la institución está dispuesta a utilizar los instrumentos que sean necesarios. “Los tiempos extraordinarios necesitan una acción extraordinaria”, ha dicho.
Nunca en la historia reciente en Europa ni en el resto del mundo se ha vivido una crisis sanitaria y económica similar. Como ayer dijo la canciller alemana, Angela Merkel, nos enfrentamos al mayor desafío desde la Segunda Guerra Mundial. Es lógico, por tanto, que la incertidumbre esté presente en todos los ámbitos y que las bolsas hayan acogido la decisión del BCE con optimismo moderado. En cualquier caso, la intervención monetaria europea, unida a la de los bancos centrales de todo el mundo, es fundamental para evitar que la caída de las bolsas, que acumula ya más de un 30% desde principios de año, pudiera derivar en una crisis financiera como la que se vivió en el periodo 2008-2013.
El compromiso del BCE, de momento, ha tenido efectos muy positivos para evitar una reedición de la grave crisis de deuda pública que estuvo a punto de acabar con el euro. El mero anuncio del plan de urgencia por parte de Lagarde paró en seco el alza de las primas de riesgo y de los tipos de interés de la deuda de los países más frágiles de la moneda única, como Grecia, Italia, España e incluso Francia. Con ello se ha restaurado la confianza en los mercados de deuda pública europeos porque el BCE ha reafirmado alto y claro que él está detrás. El encarecimiento de la carga de intereses de la deuda pública de los estados habría reducido drásticamente, asimismo, su margen de maniobra presupuestaria para hacer frente a la crisis actual.
Lo más importante, después de haber calmado las bolsas –al menos por el momento– y de estabilizar los mercados de deuda pública, es que la masiva inyección monetaria del BCE pueda traducirse con flexibilidad y rapidez en préstamos para las empresas y familias europeas que más lo necesiten a través de los sistemas bancarios. El propio BCE, los bancos centrales de cada país y los gobiernos nacionales deben asegurarse de que ello sea así. En caso contrario no se podrán suavizar los graves daños económicos y sociales que se avecinan. Para España el dinero del BCE es clave para la financiación del plan de emergencia puesto en marcha por el Gobierno y para su eventual ampliación, como probablemente será necesario.
Para hacer frente a la crisis del Covid-19 es imprescindible, junto a la acción del BCE, que la Unión Europea esté a la altura y adopte un plan de ayuda presupuestaria coordinado, potente y solidario, tal como han reclamado los presidentes de Francia, Enmanuel Macron, y de España, Pedro Sánchez, para apoyar a las empresas y familias. El BCE solo no puede con la magnitud del desafío actual, tal como ha reconocido su presidenta.
Un billón de euros y “todo lo que sea necesario” para combatir la actual crisis sanitaria y económica