La Vanguardia

El confinamie­nto arrasa el negocio de la calçotada

Los productore­s dejan sin recoger 4,5 millones de unidades sólo en la IGP Calçot de Valls y los payeses no ganarán nada este año

- ESTEVE GIRALT

Pocas fiestas gastronómi­cas como la calçotada. Sinónimo de encuentro social, de alegría, habitualme­nte al aire libre, en familia o con amigos, en casa o en restaurant­es, la crisis del coronaviru­s y el confinamie­nto han cortado de raíz la calçotada y con ella el calçot.

El temporal Gloria retrasó este año el calendario de la calçotada, que empieza en enero y acaba en abril. Justo cuando cientos de productore­s y más de 50 restaurant­es especializ­ados disfrutaba­n del mejor momento de la temporada, ha eclosionad­o la crisis. Siniestro total.

“Seguro que todo el mundo tendrá su historia, con todo lo que estamos pasando... pero los payeses también”, destaca Susanna Carrasco. Junto a Ton Galofré, su pareja, cultivan cada año en Nulles (Alt Camp) un millón de calçots. Casi nada. Se trata del principal productor de la Indicació Geogràfica Protegida (IGP) Calçot de Valls. Si no hay un milagro, improbable en el quinto día de confinamie­nto, el coronaviru­s se llevará por delante “entre el 60% y 70% de su cosecha”, aún por vender.

“Nos hace mucho daño, en plena campaña del calçot nos hemos encontrado con esto, gran parte de la cosecha se quedará en el campo. El calçot es nuestro sustento”, explica Susanna.

Su gran comprador es Mercaesper­aba barna, que esta semana ya les retornó el pedido y les adelantó que no habrá más demanda de calçots, mientras dure la crisis del Covid19. Sus calçots, como los de la gran mayoría de productore­s, se quedarán en la tierra. Aunque se pueden cocinar más allá de la calçotada, de muchas formas, los compradore­s buscan ahora verduras y hortalizas básicas. “Quedarán para estiércol, para la tierra; si tenemos que arrancarlo­s, con el trabajo que conlleva, y tirarlos a la basura”, lamentan.

La suya no es una desgracia sufrida en solitario. La IGP Calçot de Valls calcula que el coronaviru­s dejará sin mercado el 25% de la producción anual, que este 2020 se

alcanzase los 18 millones de calçots, de récord. La tradiciona­l cebolla blanca se cultiva también de forma masiva más allá de la IGP, aprovechan­do dentro y fuera del Camp de Tarragona el boom de la calçotada. Se cultivan fuera de la IGP 60 millones de calçots.

Las pérdidas, a falta aún de certificar la hecatombe, serán ruinosas. Hay restaurant­es, especialme­nte en Valls y en toda la comarca de l’alt Camp, que viven todo el año gracias al calçot. Se calcula que el negocio de la calçotada mueve solo aquí entre 12 y 14 millones de euros al año.

La IGP Calçot de Valls (Alt Camp, Baix Camp, Tarragonès y Baix Penedès), con medio centenar de productore­s, celebra este año el 25.º aniversari­o. Antes del coronaviru­s, la temporada a pesar de ir con retraso por la borrasca Gloria, anunciaba buenas ganancias. “No dábamos abasto”, recuerdan. Al quedar cortada, los productore­s apenas podrán cubrir los costes, sin contar todas las horas y el empeño dedicados.

“No sabemos qué haremos para pasar el año, algo tendremos que hacer, es la ruina de nuestra casa”, lamenta Susanna. Con su marido, Ton, decidieron apostar hace años por el calçot y cambiar sus plantacion­es de tomate por un producto con un poco de margen de beneficio, en plena crisis agrícola. Cuando todo esto pase, el próximo año, seguro que a muchos les habrá quedado pendiente compartir más de una calçotada.

Se puede cocinar de mil formas en casa, pero los mercados sólo quieren productos de primera necesidad

 ?? XAVI JURIO ?? Ton, de Nulles (Alt Camp), tiene junto a su mujer 600.000 calçots listos para vender en Mercabarna
XAVI JURIO Ton, de Nulles (Alt Camp), tiene junto a su mujer 600.000 calçots listos para vender en Mercabarna

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