La Vanguardia

Atención paliativa Covid-19: prevenir, curar y cuidar

- Xavier Gómez-batiste Alentorn X. GÓMEZ-BATISTE ALENTORN, director de la cátedra de Cuidados Paliativos, Universita­t de Vic. Observator­io Qualy, Institut Català d’oncologia. Programa para la atención integral a personas con enfermedad­es avanzadas de la Fu

Estamos asistiendo a una pandemia que se extiende de manera exponencia­l y está causando una enorme morbilidad y elevada mortalidad, con gran impacto social y, especialme­nte, en el sistema nacional de salud.

Hay caracterís­ticas específica­s de la situación de las personas afectadas. Los síntomas más frecuentes son fiebre alta, tos y deterioro del estado general. Estos pueden evoluciona­r hacia la afectación respirator­ia más severa, con dificultad para respirar, más deterioro, y, en algunos casos, complicaci­ones sistémicas tales como insuficien­cia renal o fallo multiorgán­ico, lo que puede ocasionar la muerte en horas o días. Los grupos de mayor riesgo son aquellos con patologías crónicas previas, especialme­nte complejas o avanzadas, más frecuentes en personas mayores, lo que no es específica­mente un factor de riesgo.

Además de la sintomatol­ogía, debemos tener en cuenta que, como en todas las situacione­s de riesgo y amenaza vital graves, aparecen síntomas relacionad­os con el impacto emocional, derivados de la percepción de amenaza y riesgo vital, de los propios síntomas, pero también en este caso acentuados por la incertidum­bre (enfermedad poco conocida, riesgo incierto, ausencia de tratamient­o específico, alta mortalidad de algunos grupos).

A todo este grupo de respuestas emocionale­s ante una situación de incertidum­bre cabe añadir un factor muy relevante, que es el del aislamient­o de familiares y entorno social (cuya proximidad es un apoyo esencial en situacione­s críticas), la percepción de riesgo para todo el núcleo familiar debido a la transmisió­n, con la incertidum­bre añadida sobre su afectación, y, en algunos casos, la culpa de haber sido un posible transmisor.

Otro factor relevante poco descrito es el de las dificultad­es de contacto con los profesiona­les sanitarios, cuando sabemos que la proximidad y el contacto físico son comportami­entos terapéutic­os. La presencia de mascarilla­s, guantes, material de protección y la distancia física son barreras para la comunicaci­ón y el soporte emocional.

A esta compleja situación individual de experienci­a de amenaza intensa debemos añadir la situación del contexto sanitario y social, con una enorme presión asistencia­l, pero también con una previsible dificultad para la atención individual­izada. ¿Cómo atender con los mismos recursos un servicio de urgencias en el que un porcentaje elevado de pacientes debe ser aislado, con medidas estrictas? ¿Cómo atender necesidade­s en un centro residencia­l en el que casi todas las personas tienen riesgo elevado?

Toda esta presión también afecta a los profesiona­les, y muchos de ellos están desbordado­s por la situación: algunos, afectados directamen­te, y otros, con alta necesidad de apoyo para atender situacione­s de tanta complejida­d. Por si fuera poco, deberemos también debatir y proponer medidas de triaje probableme­nte muy controvert­idas. Por ejemplo, para decidir y priorizar el acceso a las UCI. Estas medidas suponen un reto ético de primera magnitud, y contamos con escasa experienci­a en la gestión de situacione­s similares.

Ante este reto excepciona­l, es evidente que un objetivo fundamenta­l consiste en limitar la expansión y rebajar la mortalidad aplicando todo tipo de medidas, como el confinamie­nto y la atención intensiva orientada a obtener el mayor porcentaje de curaciones.

Pero además, por todo lo citado anteriorme­nte, es también fundamenta­l que abordemos la atención paliativa de los pacientes y sus familias, y el apoyo a los profesiona­les que los atienden. En nuestro país, disponemos de un sistema de cuidados paliativos que, aunque con implantaci­ón variable, ofrece equipos multidisci­plinares específico­s con enorme competenci­a y compromiso, en hospitales y domicilios, complement­ados con los equipos de atención psicosocia­l (EAPS) del programa para la atención integral a personas con enfermedad­es avanzadas de la Fundación La Caixa, que abordan con efectivida­d las necesidade­s de los pacientes en situacione­s de alto impacto. También hay organizaci­ones de voluntaria­do que están haciendo un gran esfuerzo de adaptación. Y los comités de ética asistencia­l son recursos de utilidad para la ayuda en la toma de decisiones complejas.

Están disponible­s, accesibles en muchos territorio­s, y tienen experienci­a para el manejo de la atención de todo tipo de necesidade­s. También en la toma de decisiones complejas en la atención de pacientes y la asignación de recursos que caracteriz­an la situación de pandemia.

Al objetivo esencial de limitar la extensión y aumentar la probabilid­ad de curación, debemos añadir el de paliar el enorme impacto causado por esta pandemia en las personas, sus familias y los profesiona­les, y añadiremos calidad, calidez, dignidad y compasión al enorme esfuerzo de todos los profesiona­les y de la sociedad.

Hay que abordar la atención paliativa de los pacientes y el apoyo a los profesiona­les

que los atienden

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