Europa tocando la lira
Europa lleva un largo camino en periodo de construcción. Todo el mundo admite que en un mundo globalizado no tiene ningún sentido que Francia, Alemania o España pretendan hacerle la guerra por su cuenta a los poderosos bloques de Estados Unidos, China o Rusia. Hace decenios que los líderes políticos del continente se llenan la boca con la palabra Europa, pero a la hora de la verdad son incapaces de consensuar acuerdos de fondo para que el título de Unión Europea tenga un sentido. El interés de cada uno de los estados es más fuerte que su voluntad europeísta.
Ya sucedió en la crisis de Lehman Brothers del 2008, cuando Europa reaccionó tarde, mal y desunida, frente a la agilidad que demostró la administración americana. Allá sí que se puede hablar de estados unidos. Ahora con la crisis del coronavirus vamos camino de repetir la misma historia. No parece que pueda haber una política coordinada de los países de la UE ni en el frente económico, ni en el sanitario, donde el episodio de impedir la donación de mascarillas a Italia por parte de Alemania es el mejor ejemplo de la falta de cooperación real.
La salida a esta crisis pasaría por una deuda mancomunada de toda Europa, los famosos eurobonos, que facilitarían que llegase más dinero y en mejores condiciones para todos los países. Lo contrario es que el endeudamiento lo haga cada país por su cuenta y ello complica mucho el futuro a España e Italia, que ya soportan una carga de deuda muy grande. Pero los países del norte, encabezados por Alemania, no quieren saber nada de esto. Hace ya más de diez años que se oponen a esta medida solicitada por dirigentes europeos tan poco mediterráneos como Jean-claude Juncker, y ahora ni con el coronavirus parece que vayan a cambiar de opinión. “No habrá mutualización (de la deuda) mientras yo viva”, dijo la cancillera Angela Merkel.
Las instituciones europeas poco pueden hacer. Aquí siguen mandando los estados y en las actuales circunstancias, muy graves para la economía mundial, Europa pierde otra gran oportunidad. No se puede estar tocando la lira cuando toda Europa está a punto de arder como una tea.