Aplazar sin suspender Tokio 2020
Afalta de una decisión oficial, todo el mundo del deporte da por descontado que no habrá Juegos Olímpicos de Tokio en las fechas previstas del 24 de julio al 9 de agosto. Dos de los comités nacionales con mayor peso por solera, medallas y vocación olímpica (Australia y Canadá) ya anunciaron ayer que renuncian a la cita si mantiene las mencionadas fechas en el calendario. Como es imaginable, el coronavirus ha alterado los meticulosos planes de preparación de todos los deportistas. Los atletas que han opinado al respecto coinciden en pedir el aplazamiento. A diferencia de los profesionales de los deportes más rentables, como el fútbol o el baloncesto, la mayoría de competidores olímpicos viven y se sacrifican durante cuatro largos años para la cita olímpica. Ahí se lo juegan todo, a cara o cruz. Durante esos diecisiete días de gloria, el mundo les contempla. Después, sobre todo si no obtienen medallas, retornan al anonimato, a los entrenamientos solitarios y a la lucha por compaginar trabajo y deporte o por vivir de las becas y ayudas de sus federaciones o gobiernos. Se comprende la ansiedad que demuestran estos días en sus declaraciones y el deseo manifiesto de no competir en condiciones inadecuadas.
El COI y el Gobierno de Abe Shinzo se han dado un mes de reflexión para tomar una decisión tras resistirse durante días a admitir la posibilidad de alterar las fechas previstas. No parece, por desgracia, que el coronavirus vaya a remitir a escala planetaria en las próximas cuatro semanas pero, en defensa del COI y de Japón, quizás permita fijar con mayor conocimiento de causa y capacidad de previsión las nuevas fechas de la cita olímpica. Hay que dejar margen al COI para estudiar las alternativas. El impacto económico de la pandemia es otro factor importante a la hora de evaluar si los JJ.OO. se mantienen este año o son trasladados al 2021.
Los Juegos Olímpicos son, hoy por hoy, la más potente demostración de lo que une a todos los pueblos del mundo. Son algo más que deporte. “Lo más importante de los Juegos Olímpicos no es ganar sino participar”, dijo el barón Pierre de Coubertain, alma mater del renacer de esta competición con los JJ.OO de Atenas de 1896. Nadie podría decir del Mundial de fútbol, por ejemplo, que lo importante es participar... Este es el gran patrimonio y la razón de ser de los Juegos. Sólo las dos guerras mundiales han aplazado en tres ocasiones las citas olímpicas, que sobrevivieron incluso a los peores momentos de la guerra fría. Cuando lo peor del coronavirus haya pasado, la humanidad deseará celebrar el retorno de todo aquello que hoy está en riesgo. Aplazar los JJ.OO. de Tokio es inevitable; anularlos, no. Son el mejor acontecimiento para que el mundo festeje la superación de la pandemia.
Hay que aplazar los JJ.OO. sin anularlos: no hay otra fiesta tan universal para festejar el fin de la pandemia