La Vanguardia

Carol Mitjana

Directora Centre Geriàtric Lleida

- J. RICOU

La directora y los 23 empleados del Centre Geriàtric Lleida se confinaron hace dos semanas con medidas estrictas de prevención en la residencia en la que cuidan a 89 personas y han esquivado de momento al coronaviru­s. /

Es un oasis en ese tsunami que azota con tanta crueldad a las residencia­s de ancianos en España. Un geriátrico, con 89 usuarios, que de momento mantiene a raya al coronaviru­s. Un ejemplo para la esperanza con los más vulnerable­s. El Centre Geriàtric Lleida puede presumir hoy de no tener a ningún contagiado por Covid-19 entre sus usuarios. Y no sería una casualidad. Todo indica que el virus ha esquivado esa residencia, ubicada en las afueras de Lleida, gracias a las estrictas medidas de prevención adoptadas hace ya casi dos semanas, cuando aún no se había decretado el estado de alarma.

Es la mejor de las noticias –una vez destapada la cruda realidad vivida en algunos geriátrico­s– que puede llegar de una residencia. Aunque aún hay que esperar para el grito de victoria. Lo sabe muy bien la directora del Centre Geriàtric, Carol Mitjana. “La batalla para proteger a nuestros residentes no ha acabado; sabemos que si entra el virus no lo vamos a controlar y por eso hemos decidido reforzar al máximo las medidas de protección”, afirma.

Este domingo el equipo directivo decidió dar un nuevo paso: confinar en el centro a la mitad de la plantilla (24 personas) con los ancianos. Nadie sale ni entra ahora de esa residencia, se han abastecido para reducir al mínimo la visita de proveedore­s y van a permanecer ahí todos encerrados como mínimo hasta el domingo.

“Sólo puedo tener que palabras de agradecimi­ento con el personal del geriátrico”, afirma Carol Mitjana, que fue la primera en confinarse en esa residencia el 12 de marzo. Cuando planteó a finales de la semana pasada a la plantilla seguir con este ejemplo “todo el mundo se subió al barco”, revela Carol. “Vemos lo que está pasando en otras residencia­s y si ningún trabajador se va a casa reducimos mucho el riesgo de que el virus se propague por algún miembro del personal”, añade la directora, que sólo echa de menos desde hace ya casi dos semanas una cosa: “Poder abrazar a mis hijos de dos y cuatro años”.

El encierro de estos 24 trabajador­es en esa residencia de Lleida (les toca hacer de todo) llega después de que el centro tomara ya otras medidas de prevención, hace más de diez días, como programar

Trabajador­es de una residencia de Lleida no volverán a casa y vivirán en el centro con los residentes

jornadas de once horas en turnos de tres días seguidos. “Fue para reducir las probabilid­ades de contagio del personal a los usuarios”, revela Carol Mitjana. La fórmula parece haber funcionado y ahora, con esta medida más drástica, en esa residencia no paran de recibir llamadas de familiares de los ancianos ingresados para “animarnos y felicitarn­os”. En este caso esos parientes sí que saben que sus seres queridos están, además de bien atendidos, muy protegidos.

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MERCÈ GILI Carol, la directora, ayer junto a los 23 miembros de la plantilla que se han encerrado con los ancianos

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