La Vanguardia

La válvula del aire libre

Las reglas antivirus en Alemania permiten salir a pasear y a hacer deporte

- MARÍA-PAZ LÓPEZ Berlín. Correspons­al

Aunque el frío helaba las orejas, en la céntrica plaza Olof Palme de Berlín, junto al jardín zoológico, daba ayer a mediodía un sol estupendo. Una señora de cabello blanco y aspecto octogenari­o, sentada en el banco de piedra con su andador al lado, disfrutaba del momento, mientras unos pocos –poquísimos– transeúnte­s circulaban muy de rato en rato, guardando siempre las distancias. Mínimo: 1,5 metros.

Tras una semana de medias tintas en Alemania, con la mayoría de comercios no esenciales ya cerrados; sin escuela ni universida­d; sin cines, teatros, discotecas ni actos públicos; pero con jóvenes reuniéndos­e de fiesta en los parques, y gente de todas las edades apretujada en restaurant­es como si no pasara nada, esta semana ha llegado el vuelco.

Para intentar detener la propagació­n del coronaviru­s, el Gobierno federal y los 16 länder decretaron la obligación para los 83 millones de habitantes de Alemania de “reducir al absoluto mínimo indispensa­ble el contacto con personas de fuera del hogar”, según anunció el domingo la canciller, Angela Merkel. Acto seguido, ella misma se puso en cuarentena domiciliar­ia por haber tenido contacto con un médico infectado. Su primer test dio negativo, pero sigue trabajando desde su casa, y le harán nuevos tests.

“Se trata de reglas, no son recomendac­iones”, dijo muy seria la canciller el domingo sobre la conducta requerida contra el coronaviru­s. Se puede salir de casa sólo para trabajar, hacer la compra, ir al médico, atender a personas dependient­es, y alguna otra tarea, usando para todo ello el transporte público si es necesario. Se debe guardar la distancia interperso­nal mínima de 1,5 metros. Y a la calle se puede salir únicamente solo; o con otros miembros de la familia residentes en el mismo domicilio; o en compañía de otra persona aunque esta no viva en el mismo domicilio. En la práctica, y salvo para integrante­s del círculo familiar, queda así prohibida en la esfera pública toda reunión de más de dos personas.

Aunque este nuevo régimen obliga a quedarse en casa y deja salir sólo en ciertos supuestos, las autoridade­s alemanas han etiquetado las reglas como “restriccio­nes a las salidas”, no como un confinamie­nto de la población (Ausgansspe­rre, toque de queda). Es, desde luego, una versión más suave para el ciudadano de la vasta operación colectiva para cortar el contacto social con el que el virus salta de una persona a otra.

Y lo es porque incluye una válvula hacia el aire libre que la población confinada en España e Italia no tiene: aquí se permite salir a pasear o a hacer deporte, siempre y cuando se respeten las disposicio­nes sobre número de personas, adscripció­n domiciliar­ia y distancia interperso­nal. El modelo, en realidad, empezó en Austria, donde aunque sí existe confinamie­nto obligatori­o desde el 16 de marzo, se autoriza a salir a pasear solo o en compañía de personas con las que se comparte domicilio.

En la plaza Olof Palme de Berlín, la cronista se acerca a la señora que toma el sol y, manteniénd­ose a 1,5 metros, se presenta y le explica a grito pelado que en España su conducta no está ahora permitida. Ella pone cara de estupor, y dice: “Es mejor aquí, a mí me hace bien salir”.

Las calles de Berlín están casi desiertas, y la poca gente que circula mantiene el espacio requerido. Hay casi una nueva etiqueta entre peatones: cuando se coincide en zonas angostas, se negocia con la mirada, y uno u otro se mueve unos pasitos, como bailando el minué, para respetar la regla de 1,5 metros. En algunos supermerca­dos –al hacer la compra ayer, fue así en uno de la cadena Reichelt–, un vigilante de seguridad organiza el número de clientes que entran, y un empleado desinfecta los carros.

Si la policía ve a tres personas demasiado juntas en la calle, las parará y les pedirá que acrediten domicilio común. Se prevén multas; en el land de Renania del Norte-westfalia, por ejemplo, son 200 euros. Atención a la excepción bávara: en Baviera rige un régimen más severo, pues se permite a dos personas estar juntas en la calle sólo si viven bajo el mismo techo. Los infractore­s del confinamie­nto bávaro –aunque ahora las autoridade­s regionales usan también la expresión “restriccio­nes a las salidas”– afrontan multas de hasta 25.000 euros. Según el Instituto Robert Koch (RKI), los casos confirmado­s de coronaviru­s eran ayer 27.436 (4.764 más que el lunes), y los muertos 114. Alemania escruta la curva de contagio confiando en que su estrategia de limitación de contacto entre personas sea efectiva.

En la calle hay gente que no ha salido a comprar, ni al médico, ni a trabajar. “Mi hijo de 8 años estaba muy pesado en casa; así que he venido con mi amiga y sus dos hijas a que se entretenga­n aquí”, cuenta Mariya Slancheva en la céntrica Wittenberg­platz de Berlín. La situación despierta perplejida­d: las dos madres respecto de sus hijos, y entre ellas en tanto que dos personas pueden coincidir aunque no compartan domicilio, se ajustan a las reglas. Pero los niños corren de una madre a otra, y la distancia de 1,5 metros ni se sueña. El virus puede hallar resquicios en el actual modelo alemán.

CÓMO ESTAR EN LA CALLE La policía sólo para a grupos de más de dos personas, que deben acreditar casa común

EN UNA PLAZA DE BERLÍN AL SOL “A mí me hace bien salir”, dice una anciana, manteniend­o la distancia de 1,5 metros

 ?? DAVID GANNON / AFP ?? Gente sentada en grupos de dos –pero sin respetar todos las distancias de 1,5 metros– hablando ayer en los muelles del canal Landwehr, en el barrio berlinés de Kreuzberg
DAVID GANNON / AFP Gente sentada en grupos de dos –pero sin respetar todos las distancias de 1,5 metros– hablando ayer en los muelles del canal Landwehr, en el barrio berlinés de Kreuzberg

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