“Sólo rompiendo la camisa de fuerza presupuestaria Europa tiene futuro”
Cofundador de Podemos, el sociólogo Jorge Moruno (Madrid, 1982) fue responsable de discurso y argumentario de la formación en sus inicios. Hoy, diputado de Más Madrid en la Asamblea madrileña, su último libro es No tengo tiempo. Geografías de la precariedad (Akal), una crítica a la mercantilización del tiempo y de las ansiedades en las sociedades occidentales posteriores a la caída del muro de Berlín.
Dada la debilidad de la institucionalidad democrática desde la crisis del 2008, ¿cree que este coma social y económico inducido es un riesgo o una oportunidad? España llega a esta crisis sin haber resuelto ninguno de los grandes problemas que agrietan a la sociedad: la cuestión territorial, también en la nación vacía, la cuestión social con un modelo productivo intensivo en sectores extractivos y de baja productividad junto con una desigualdad galopante, y por supuesto, la estabilidad política de una crisis, la del régimen del 78, que permanece abierta sin nuevos consensos. En esta coyuntura llega el coronavirus y se aplica el estado de alarma. Creo que la noción de España también puede desplazarse si España consigue fundirse con la defensa de los servicios públicos, la vida digna y los derechos sociales.
Las pulsiones autoritarias medran en Europa por la pérdida de bienestar material de las clases medias. ¿Podría esta situación educar a ciudadanos para un futuro autoritarismo o, al contrario, rearmar la credibilidad de una institucionalidad protectora? Europa tiene que decidir si quiere sobrevivir con éxito y avanzar hacia unos estados unidos de Europa, o si prefiere agonizar por seguir insistiendo en darle la espalda a los países y los pueblos. Hay que tener clara una cosa: las reglas de la estabilidad presupuestaria de la UE ya no existen. Alemania no puede volver a imponerse sobre el resto de Europa mientras que ellos sí aplican medidas de estímulo. Ya no hay déficit que valga. Sólo rompiendo la camisa de fuerza presupuestaria es posible pensar un futuro para una Europa a la altura de lo mejor de su historia. Europa no puede seguir siendo ese vacío donde no existen rasgos de identidad compartida. El mercado no genera el sentimiento de pertenencia de una misma comunidad imaginada. En ese clima de expectativas frustradas y desorientación, se puede introducir el virus de una protección entendida como mano dura, origen esencialista y rechazo al diferente. En ese vacío que quiebra los equilibrios de la vida es donde se juegan los miedos y la esperanza, la libertad y la democracia. ¿Qué efecto puede tener esta crisis de encierro total en la manera de
convivir, en los modos de vida y en los imaginarios colectivos? Paradójicamente, la distancia nos obliga al reencuentro como sociedad, pero ¿qué saldrá de ahí?, ¿una sociedad más democrática o un neoliberalismo nacional-autoritario?
El neoliberalismo convirtió la “adaptabilidad”, virtud de la inteligencia evolutiva, en obligación productiva. ¿Puede volverse ahora contra el dogma neoliberal?
El neoliberalismo juega con la necesidad y con el deseo para acabar convirtiendo a la necesidad en un deseo. Ha hecho del lenguaje de la libertad, el desarrollo personal y la motivación, una fuente interior de obediencia a intereses de terceros vividos como propios; la violencia suprema, escribía Emmanuel Lévinas, está en esta suprema dulzura. En ocasiones, la crítica al pensamiento positivo y al coaching empresarial se ha olvidado de valorar las pasiones y elementos que la épica empresarial articula en un sentido concreto. El deseo por mejorar, la autonomía, el agonismo y la disputa, no son esencialmente neoliberales, son necesidades constitutivas del ser humano. Los griegos dejaban a la competencia fuera de la economía, pero la practicaban en el deporte. Claro que puede volverse hegemónica, pero como demanda universal, como derecho de todas las personas para buscar la libertad y la felicidad, donde el espíritu emprendedor del 99% de los trabajadores pueda desarrollar su talento.
¿Estamos ante un paréntesis o ante una discontinuidad?
¿Cómo afectará a los niños vivir encerrados? ¿Y a las parejas?¿ Qué pasa con toda esa gente que vive sola en un interior de 25 metros, y con los pisos patera? Todavía desconocemos el alcance del impacto emocional de todo esto en la sociedad, pero lo que parece claro es que nada volverá a ser igual. Esperemos que tras el miedo prevalezca la alegría.
AUSTERIDAD
“Alemania no puede volver a imponerse al resto de Europa; ya no hay déficit que valga”