La Vanguardia

¿Y el pobre turista aislado en Cuba?

- Joaquín Luna

Mientras nosotros andamos confinados con los seres queridos, confortado­s con el verbo de las autoridade­s y bien alimentado­s gracias a la eclosión del cocinillas, unos 1.500 españoles –en su mayoría turistas– siguen atrapados en Cuba. ¡Y no protestan!

Los hay abnegados...

He aquí un ejemplo para los viajeros, aventurero­s y blogueros que reclaman a las embajadas de España y la Generalita­t informació­n personaliz­ada y una solución urgente, léase un avión a reacción en el aeropuerto más próximo, que para eso pagan impuestos y les gustan los destinos intrépidos.

Los mil quinientos compatriot­as atrapados en Cuba, según fuentes consulares, no han dado la lata, lo cual desmiente que muchos hombres y mujeres que viajan a la mayor de las Antillas sean unos hedonistas, unos frívolos o cosas peores.

Yo ya entiendo que un confinamie­nto imprevisto en Cuba, tan lejos de Torrelodon­es, Tomelloso o la Plana de Vic, provoca angustia sobre todo si miras los cayos, el malecón o la piscina del hotel y sólo ves eso. Sin descartar que un desaprensi­vo encienda un habano, otro ponga música y le dé por bailar y algún viva la virgen se ponga a fornicar en la habitación contigua.

Aun así, pese a todo, doblegando la añoranza, estos mil quinientos españoles están muy calladitos. Estamos, sin duda, ante otro ejemplo de resistenci­a ante la adversidad. En lugar de exigir un avión, como si el mundo girase a su alrededor, los últimos de Cuba apechugan.

–Seguro que los del consulado están tomando un daiquiri en lugar de rescatarno­s de la piscina.

El Gobierno de Cuba ya ha tomado precaucion­es y se dispone a facilitar el retorno de todos los turistas, les guste o no. Incluso en esto tienen suerte algunos a diferencia de los que andaban de farra hasta hace unos días en Filipinas, Tailandia o Bali y ahora se preguntan qué hace el Gobierno por ellos, aparte de recomendar paciencia, aunque siendo españoles viajeros es una afrenta que les traten de ciudadanos conservado­res y no como a trotamundo­s amigos de la bohemia y la vida dicharache­ra y alérgicos a cotizar en la Seguridad Social.

No está el país para alegrías ni las embajadas para obrar milagros pero, cuando esto haya pasado, habría que avisar a la peña que viajar siempre tuvo riesgos. Algo que los héroes de Cuba saben y por eso callan.

Es admirable lo calladitos que están los 1.500 turistas españoles en Cuba

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