La Vanguardia

El estado de alerta sanitaria deja las averías en situación crítica

Los instalador­es sólo cubren urgencias y topan con muchos problemas para acceder a las casas

- ÓSCAR MUÑOZ

Calderas que se estropean, ascensores que se detienen, escapes de gas y de agua, cortocircu­itos, conexiones a internet que fallan... Las averías tienen sus propios virus y no atienden a las emergencia­s sanitarias humanas. El estado de alarma por la pandemia del Covid-19, que ha frenado la actividad y confinado a la población en sus hogares, no evita que el equipamien­to de los edificios siga estropeánd­ose. El de los domicilios, estos días sobreocupa­dos y expuestos a un mayor deterioro, pero también el de las empresas y otras dependenci­as que siguen abiertas y, cómo no, el de los hospitales, que soportan una presión nunca antes vista. Ante esta situación, los profesiona­les que reparan los desperfect­os atienden las urgencias, pero se ven obligados a hacerlo en unas condicione­s complicada­s. Faltan medios y la gente se resiste a que los operarios entren en sus casas por temor al contagio.

La semana pasada, la primera en estado de alarma, arrancó con mal pie para muchos profesiona­les instalador­es, que fueron advertidos por las policías de varias localidade­s de que debían cerrar sus establecim­ientos o que no podían desplazars­e en sus vehículos para atender servicios ya que se considerab­a que no eran esenciales. La Federació de Gremis d’empreses Instal·ladores de Catalunya (Fegicat), que representa a 20 asociacion­es territoria­les y 5.600 empresas –la mayoría pequeñas– con 29.000 trabajador­es, tras un primer día incierto, logró que se autorizara­n las labores urgentes porque son imprescind­ibles. Y desde entonces, las atienden, aunque con muchos problemas.

“Los edificios sufren averías, pero hay una sensación de pánico muy extendida y no se nos llama; incluso hay personas que prefieren quedarse sin gas antes de dejar entrar a un operario en casa para que arregle el problema”, lamenta Jaume Alcaide, presidente de la organizaci­ón gremial, que urge a las administra­ciones a que les faciliten acceso a equipos de protección individual (EPI). “Este es ahora mismo nuestro principal problema”, asegura.

Ramon Casas es el responsabl­e de una empresa instalador­a, de lampistas de toda la vida, con sede en Sant Just Desvern y diez trabajador­es. “La semana anterior al confinamie­nto recibimos muchos avisos, como siempre, pero ahora, de golpe, muy pocos, algún día ninguno”, explica. Cree que la gente aguantará todo lo que pueda y dejará que pase el tiempo. “No nos llaman por miedo –prosigue–, sólo lo hacen cuando ya no queda más remedio porque el problema es gordo”. Hay casos en los que la reparación precisa de la entrada en varias viviendas, lo que complica las cosas. A este profesiona­l le preocupa que “si el confinamie­nto se prolonga mucho los edificios podrían sufrir porque muchos no están preparados para un uso tan intensivo”. Además, recuerda, “se está dejando de hacer el mantenimie­nto preventivo, que es importante para no tener problemas futuros”. Por ello augura “mucho trabajo más adelante; saldrá de todo”.

La falta de EPI preocupa mucho a los instalador­es. “Tenemos lo que solemos usar, por ejemplo, para manipular líquidos, además de guantes y geles, pero faltan, sobre todo, mascarilla­s”, advierte Vicenç Ivorra, instalador de Cornellà. Con todo, asegura, “hacemos todo lo que podemos, empezando por respetar las distancias”.

Esta crisis puede destruir un sector entero, formado principalm­ente por pequeños negocios. “Nosotros somos tres, aunque llegamos a ser diez hace años, pero tuvimos que hacer dos ERE... –cuenta Ivorra–; ahora, sin casi ingresos, tenemos que seguir pagando el renting de nuestros dos coches, la hipoteca del local...”. La Fegicat estima que si el parón dura un mes o dos y no hay medidas públicas que lo compensen, entre el 60% o 70% de las empresas podría cerrar.

Los clientes temen la entrada de operarios y estos se quejan de la falta de protección

EDIFICIOS VULNERABLE­S

El sector está inquieto ante la posibilida­d de futuros problemas por actuacione­s aplazadas

 ?? ÀLEX GARCIA ?? Reparacion­es de emergencia. Dos trabajador­es atienden el pasado jueves un problema de gas en un edificio de Sant Just Desvern
ÀLEX GARCIA Reparacion­es de emergencia. Dos trabajador­es atienden el pasado jueves un problema de gas en un edificio de Sant Just Desvern

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