La Vanguardia

Radiografí­a del gilipollas

Un documental que el canal Odisea estrena hoy analiza si esta figura nace o se hace y por qué va en aumento en nuestra sociedad

- FRANCESC PUIG

El mundo estaría mejor sin gilipollas pero no vamos a librarnos de todos ellos, eso es una realidad”, afirma el profesor y filósofo Aaron James, autor del best seller de The New York Times llamado Assholes: a theory. Ahora este libro ha servido de inspiració­n para el documental Gilipollas: la teoría, que analiza aspectos como si el gilipollas nace o se hace y por qué van en aumento en nuestra sociedad. El canal de pago Odisea estrena esta producción hoy a las 22.30 h para después estar disponible bajo demanda en las principale­s plataforma­s de televisión.

En el libro de Aaron James se utiliza el término gilipollas no para referirse a alguien que no nos gusta, sino para definir el carácter moral de una persona. “El de aquella que tiene la creencia sumamente arraigada de que tiene derecho a todo y que puede aprovechar­se de los demás por ser especial: por ser más rico, más inteligent­e, o lo que sea. Además, es reacia a escuchar las críticas de los demás acerca de su conducta”, explica el director del documental John Walker. Además, “la mayoría de los gilipollas no se dan cuenta de que se comportan como tal”, remata.

¿Un gilipollas nace o se hace? “Claramente, es algo adquirido; nadie nace siendo un gilipollas”, responde Walker a La Vanguardia. Un joven nacido en Estados Unidos, Italia o Israel tiene muchas más probabilid­ades de vivir como un gilipollas que si hubiese nacido en Noruega, Japón o Canadá, según el libro de Aaron James. “Depende de la cultura en la que uno se cría y de si ese comportami­ento está avalado por la sociedad y se perpetúa”. Y añade otro factor determinan­te: “También tiene que ver con lo enraizada que esté la cultura machista, esa creencia que tenemos los hombres de tener derecho sobre las mujeres.”

Aunque Aaron James retrata que ser gilipollas es un rasgo generalmen­te masculino, John Walker puntualiza que “eso no quiere decir que mujeres en puestos de poder no puedan actuar como hombres y como unas gilipollas por haber integrado esa caracterís­tica masculina para sobrevivir en la esfera corporativ­a o política.”

En el documental se aborda la facilidad con la que un gilipollas puede prosperar en su lugar de trabajo. “Si un gilipollas juega en nuestro equipo y marca puntos para nosotros, tenderemos más a apoyarle y animarle. Por lo contrario, si un gilipollas del equipo adverso marca puntos, tenderemos más a tratarle de gilipollas. De la misma manera, si un gilipollas de nuestra empresa nos genera ganancias u obtenemos beneficios gracias a su intervenci­ón, no tenderemos tanto a oponernos a él. Eso es un problema. Si nos beneficiam­os de lo que hace un gilipollas, seremos menos propensos a resistirno­s a él y él continuará prosperand­o, porque no encontrará oposición por nuestra parte”, revela el director de Gilipollas: la teoría, quien explica que el objetivo de la película es mostrar “que debemos oponernos a este comportami­ento porque, en el fondo, es tóxico”. Tampoco cree que los gilipollas salgan ganando necesariam­ente: “Si tomamos a Harvey Weinstein como ejemplo podemos ver cómo ha acabado. ¿Acaso ha salido ganando? Lo dudo”.

Al principio del documental se plantea una pregunta: ¿es necesario ser un gilipollas para ser un buen cineasta, artista, arquitecto, empresario…? Al final de la película se da una respuesta poniendo el ejemplo de la empresa Baird, una compañía financiera que maneja 77.000 millones de dólares de sus clientes y pionera en establecer en sus oficinas la regla de no tolerar a gilipollas, tras la cual su rendimient­o triplicó al de la competenci­a. “Esta empresa supera a sus competidor­es precisamen­te sin actuar como gilipollas”, dice Walker.

Esta es una de las dos conclusion­es a las que llega el documental. La otra es que “el saber identifica­r y conocer al gilipollas nos empodera”, agrega Walker. “A menudo la víctima se siente responsabl­e mientras que el culpable, el gilipollas, hace que la víctima sienta que lo ocurrido es culpa suya, que es su problema”, sigue. “Creo que la película empoderará a la gente porque el público pensará que este comportami­ento es inaceptabl­e e inadmisibl­e, ya sea por parte de un novio, un jefe o la persona que dirige el país”, finaliza Walker.

“Este término define a aquel que cree tener derecho a todo por ser especial”, precisa el director John Walker

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CANAL ODISEA El profesor y filósofo Aaron James y el director del documental, John Walker

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