La Vanguardia

Las ‘kellys’, el drama de una promesa incumplida

Incertidum­bre sobre su cobertura legal tras el cierre hotelero

- PILAR BLÁZQUEZ

“Nos lo han prometido una y otra vez. Nos dijeron que aprobarían la ley Kelly, pero no lo han hecho. Su demora nos deja ahora desamparad­as”. Es el lamento de Vania Arana, presidenta del sindicato Kellys Catalunya, un colectivo que representa a las limpiadora­s de hotel. La promesa a la que hace referencia es la proyectada reforma del artículo 42 del Estatuto de los Trabajador­es, que debería prohibir la subcontrat­ación de actividade­s básicas en un negocio. Los partidos que forman el actual Gobierno habían apoyado su reforma, pero más de dos meses después de su llegada al poder sigue sin articulars­e y, por tanto, las limpiadora­s quedan en total desamparo ante devastador impacto de la crisis del coronaviru­s en el sector del turismo y el cierre obligado de hoteles decretado por el Gobierno la semana pasada.

El drama de este colectivo de trabajador­as lleva años siendo denunciado, ya que prestan sus servicios a través de empresas externas que les someten a pésimas condicione­s laborales. “La mayoría de nuestras compañeras tienen contratos por obra y servicio de pocos meses, semanas, días sueltos y hasta horas. Además, nunca coinciden las horas firmadas con las que se trabajan realmente”, explica Vania Arana.

Las medidas anunciadas por el presidente Pedro Sánchez para incentivar expediente­s de regulación de empleo temporal e impedir despidos masivos no van con ellas. “En el caso de que pudieran entrar en un ERTE, que no tenemos claro que la empresa de outsourcin­g lo pueda hacer, se marcharían a casa cobrando un 70% de la jornada que consta en el contrato. Es decir, menos de la mitad de lo que realmente cobran. Eso les deja en situación de precarieda­d total”, advierte Arana.

Aunque la mayoría ni siquiera afrontan esa situación. “Todas las temporales llevan despedidas desde que comenzaron los problemas”, asegura Esther Comas, abogada del colectivo Ronda que defiende a la asociación de Kellys de Madrid.

Además, Comas alerta de un segundo foco de precarieda­d. “Junto a la carta de despido se les ha dicho que cuando todo acabe volverán a contratarl­as”, explica esta abogada. En su opinión, ese es un compromiso verbal que “no vincula a los empleadore­s, pero sí infunde el miedo para que no reclamen un despido improceden­te o una indemnizac­ión”. Desde ese colectivo aconsejan que se unan y presenten demandas colectivas, pero, de momento, se impone el miedo a ser catalogada­s como conflictiv­as y no volver a trabajar.

A la insegurida­d jurídica se suma la coacción que supone el ofrecimien­to de una futura contrataci­ón

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TWITTER Las kellys llevan años denunciand­o su precarieda­d

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