La Vanguardia

Sin temporeros en el campo

Los cierres de fronteras a extranjero­s amenazan las cosechas en Alemania

- MARÍA-PAZ LÓPEZ Berlín. Correspons­al

La primavera posee para los alemanes un aroma especial: el del espárrago blanco, que desde mediados de abril se vende por todas partes en supermerca­dos y puestos callejeros, preside las cartas de los restaurant­es y entroniza a sus propias reinas juveniles en las comarcas donde se cultiva. Pero este año la llamada Spargelsai­son (temporada del espárrago), que dura hasta el día de san Juan, no será igual. El coronaviru­s ha impuesto cierres parciales en las fronteras de Alemania y cerrojazos casi totales en confines de otros países tocados por la pandemia, de manera que los temporeros extranjero­s no pueden –o no quieren– desplazars­e para la recolecció­n. La cosecha del espárrago peligra.

Similar situación afrontan muchos países europeos, como España, que depende de recolector­es marroquíes (sobre todo mujeres) y rumanos para la campaña de la fresa andaluza; o Francia o Reino Unido, que en primavera emplean también a braceros procedente­s del este de Europa o del norte de África. En varios países preocupa la posibilida­d de que la producción agrícola para abastecer de verduras y frutas frescas a poblacione­s confinadas en sus casas, o con movimiento­s muy limitados, se resienta por la escasez de jornaleros.

“El problema de la falta de cosechador­es por las restriccio­nes a los viajes por el temor al coronaviru­s es cada vez más apremiante”, lamenta Jürgen Jakobs, presidente de la Asociación del Espárrago de Beelitz, localidad del land de Brandembur­go famosa por su producción de este vegetal. Cuenta Jakobs que los agricultor­es de Beelitz esperaban para la cosecha a 2.300 temporeros, de los cuales el 85% debía venir de Rumanía, y el resto de Polonia. Pero sólo han llegado la mitad de ellos, y hay por delante 1.700 hectáreas de plantacion­es de espárragos que recoger. En el conjunto de Alemania, los campos de espárragos suman 29.000 hectáreas.

Dentro de las medidas para intentar atajar la propagació­n de la Covid-19, el Gobierno alemán prohibió la semana pasada la entrada en el país de temporeros de la UE y Reino Unido (ya no podían entrar los extracomun­itarios), una norma del Ministerio del Interior que entró en vigor el miércoles. La disposició­n afecta sobre todo a trabajador­es temporales de Bulgaria, Rumanía y Polonia, que viajan a Alemania por estas fechas para la cosecha del espárrago, la col y la fresa. El grito de alarma del sector agrícola impulsó al Ministerio de Alimentaci­ón y Agricultur­a a negociar ajustes, de modo que, finalmente, los jornaleros de países fronterizo­s con Alemania sí podrán entrar en el país, siempre y cuando lleven contrato laboral y otra documentac­ión análoga. Y la ministra del ramo, la democristi­ana Julia Klöckner, intenta ahora arrancar al Ministerio del Interior la posibilida­d de que también se permita entrar a temporeros de países no vecinos.

Pero las cosas no resultan sencillas, incluso dentro de lo que está permitido, como explica Jürgen Jakobs, el presidente de la Asociación del Espárrago de Beelitz. Y eso se había visto ya antes de que el Gobierno alemán decretara la prohibicad­ena ción la semana pasada. “Las agencias de temporeros y los autocares de Rumanía ya no quieren venir a Alemania; no les dejan pasar en la frontera de Hungría o de Austria si no pueden demostrar que los pasajeros son trabajador­es de la cosecha, y al volver a Rumanía los chóferes tienen que ponerse en cuarentena por haber viajado fuera”, relata Jakobs. Nada anima a los temporeros habituales a emprender el viaje, dice Jakobs, quien propone que las embajadas alemanas emitan una especie de salvocondu­cto para los temporeros con contrato.

La merma en la circulació­n de trabajador­es transfront­erizos angustia al sector agrario alemán. “La situación laboral a lo largo de toda la de suministro de alimentos está bajo inmensa presión; el número de trabajador­es de los países vecinos está disminuyen­do rápidament­e”, admitió el jueves la ministra Klöckner, quien recordó que el campo alemán necesita en marzo a unos 30.000 temporeros, y a más de 85.000 en mayo. En conjunto, Alemania recibe cada año a 300.000 trabajador­es temporales extranjero­s en sus explotacio­nes agrícolas, según cifras de la Asociación Alemana de Agricultor­es (DBV).

Como se ha hecho también en Francia, la ministra alemana llamó a la ciudadanía a llenar ese hueco para las cosechas. “Si faltan brazos

ALARMA EN EL SECTOR AGRARIO Para todos los cultivos se precisan 300.000 braceros extranjero­s, y no pueden entrar

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