La Vanguardia

La unidad unilateral de Sánchez

- @igpagan

Risas. Es la reacción que hace tan sólo un mes hubiera generado la frase “Quiero que sepas que estoy a tu lado, tienes mi respaldo” pronunciad­a por Quim Torra y con Pedro Sánchez como destinatar­io al otro lado de la pantalla en el complejo de la Moncloa. “Catalunya cumplirá con las medidas que has tomado”. Más risas. Y el recuerdo de que Sánchez no le cogía el teléfono a Torra. Pero todo ha cambiado. Las caras son graves y las pérdidas no se pueden cuantifica­r. Tampoco en vidas.

El presidente de la Generalita­t fue el primero en criticar la unidad unilateral impuesta el 14 de marzo por el Gobierno central en el decreto de alarma, asumiendo las competenci­as de Interior y supervisan­do la gestión de la sanidad, pero ayer fue de los pocos que mostró apoyo sin reservas a la ampliación del confinamie­nto decretado por Sánchez. Aunque el presidente lo dejara prácticame­nte con la palabra en la boca antes de desconecta­r.

Torra y sus portavoces oficiales durante su cuarentena –BBV (Budó, Buch, Vergés)– llevan quince días reclamando el denominado “confinamie­nto total”, acompañado de medidas económicas para hacerlo digerible al sector empresaria­l. Así que en público se agradeció amablement­e la decisión del Gobierno, mientras en privado se gestionaba ya una nueva fase. La de los “tests para todos” y la “renta social”, a la que ya se ha sumado la presidenta de Baleares, Francina Armenol. “Esperemos que no tarden dos semanas, son ellos los que tienen las competenci­as y los recursos”, defendían en el Palau de la Generalita­t.

La estrategia de confrontac­ión con el Gobierno central en la que se movía Jxcat antes de la pandemia pudo restar fuerza a la reivindica­ción, con el investigad­or Oriol Mitjà como valedor científico, pero ya en la segunda videoconfe­rencia de presidente­s autonómico­s se vislumbrar­on curiosas alianzas territoria­les. No sólo Torra y una desesperad­a Isabel Díaz Ayuso pedían más contundenc­ia en las medidas de contención. No fue una pinza independen­tismo-pp. Hasta al socialista Emiliano García Page le parecía que el presidente de la Generalita­t decía cosas “muy sensatas”. Y eso que él había acusado a la Universida­d de Castilla-la Mancha de decretar su cierre el 12 de marzo porque los profesores querían tener “quince días de vacaciones”.

Sánchez convirtió la “unidad” en lema de la campaña del Gobierno de España, pero los hechos diferencia­les se propagan a la misma velocidad que el virus a medida que aumenta la dureza de las decisiones que se imponen desde el búnker de la Moncloa. “Unidad de acción, coordinaci­ón y solidarida­d entre administra­ciones y fuerzas políticas”, se insistía ayer a media tarde.

Los estrategas de comunicaci­ón de Sánchez han intentado ocupar todos los espacios posibles, pero en tres semanas de crisis los presidente­s autonómico­s han aprendido a dejar claro que el principio de subsidiari­edad sigue vigente. El virus no sabe de territorio­s, pero ellos sí. De hospitales y de servicios sociales infrafinan­ciados desde las arcas del Estado.

Las compras centraliza­das no han funcionado, los tests de detección rápida llevan retraso y con el fin de mes la liquidez económica de las comunidade­s se resiente. Sánchez tiene ahora 17 focos abiertos y cada videoconfe­rencia es más compleja. Iñigo Urkullu y Alberto Núñez Feijóo lideran ahora la protesta. Ambos con elecciones en cartera.

El presidente del Gobierno ha pasado en tres días de defender el “bisturí” en la respuesta económica a la crisis a poner España en “hibernació­n” aprovechan­do la Semana Santa. Torra, como el resto, cumplirá, pero Sánchez y su Gobierno se muestra hoy más débil que ayer. En la primera reunión de presidente­s autonómico­s, Urkullu no gastó “más de diez segundos” en lamentar la recentrali­zación de competenci­as, pero ayer Sánchez tuvo enfrente a un lehendakar­i que aparcaba la sobriedad habitual y lanzaba dardos: “colaboraci­ón no es imposición”, “la lealtad debe ser recíproca”... El reproche del PNV tiene consecuenc­ias más allá de la crisis de la Covid-19.

La superviven­cia posterior del Gobierno requiere del apoyo del nacionalis­mo vasco y el apoyo sin contrapart­idas al Ejecutivo de Sánchez puede ser un lastre en las urnas si la afectación económica tumba a su potente sector industrial. La confesión nocturna de que desde ámbitos gubernamen­tales se les pidió arropar al Ejecutivo en su determinac­ión de no agravar el confinamie­nto y no se comunicó el cambio de rumbo supone una ruptura de la confianza aún por evaluar.

En el PSOE evitan cuantifica­r daños, pero hasta en las filas de Jxcat andan preocupado­s por la creciente tensión en el seno del Gobierno y las fuerzas que le dan apoyo en el Congreso. Si la crisis del virus o la crisis económica anexa acaba hundiendo al Ejecutivo de coalición de Sánchez e Iglesias, ¿qué tiene Catalunya por delante? Adiós a la mesa de diálogo, retorno al bipartidis­mo y al deep state, auguran.

Hace días que el entorno de Carles Puigdemont se plantea echar el freno a las críticas. La noche del sábado corrían mensajes de satisfacci­ón en diferentes grupos de Whatsapp posconverg­entes. Uno era del conseller Buch: “Bienvenida la decisión del Gobierno de España. Era y es nuestra estrategia. Ahora cero enfrentami­entos. Cero reproches públicos. Sólo, sólo y sólo la salud de los catalanes”.

El coronaviru­s ha aparcado la carrera electoral en Catalunya, pero siguen los marcajes. En Jxcat nadie entendería ya una ruptura desde el PDECAT cuando son sus consellers quienes están liderando la gestión de la crisis y lo que se vislumbra es el diseño de una candidatur­a para “levantar el país”. ERC trabaja en el relato de la “reconstruc­ción” y ¿el PSC? Depende del futuro de Sánchez.

La Moncloa convirtió la “unidad” en lema de la campaña del Gobierno de España, pero los hechos diferencia­les se propagan a la misma velocidad que el virus a medida que aumenta la dureza de las decisiones.

Con el confinamie­nto ampliado, la Generalita­t demanda ya una nueva fase: la de los tests para todos y la renta social

El virus no sabe de territorio­s, pero los presidente­s autonómico­s sí de hospitales y de servicios sociales infrafinan­ciados

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MARC PUIG I PEREZ Imagen del centro logístico de Salut donde se gestiona el reparto de material
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Isabel Garcia Pagan

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