La Vanguardia

Netanyahu siempre cae de pie

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Beniamin Netanyahu es el primer ministro que más tiempo ha ocupado el cargo en la historia de Israel y tiene intención de prolongar el récord. Ganó sus primeras elecciones en 1996 y las últimas el pasado 2 de marzo, con lo que lleva 14 años de mandatos acumulados, si bien los tres últimos comicios sin lograr mayoría suficiente para formar gobierno. Pero un vuelco inesperado en la política israelí le ha abierto la puerta para seguir al frente de un gabinete de unidad nacional.

El pasado jueves, de forma sorprenden­te, su rival, el centrista Benny Gantz, al frente de la coalición Azul y Blanco, pese a haber prometido en campaña por activa y por pasiva que nunca compartirí­a gobierno con un político acusado de abuso de poder, fraude y soborno, como es el caso de Netanyahu, argumentó que la lucha contra el coronaviru­s exige un ejecutivo de unidad nacional con el Likud y rompió su promesa.

Israel atraviesa un periodo de enorme convulsión y no sólo por los efectos de la Covid-19 sino por una grave crisis constituci­onal. El día 17 Netanyahu debía comparecer ante un tribunal como imputado, pero debido a la pandemia no lo hará al menos hasta mayo. En paralelo, el presidente del Parlamento, del Likud, desobedecí­a la orden del Tribunal Supremo y se negaba a convocar un pleno en el que se debía votar su destitució­n. Ese pleno se celebró el pasado jueves y sorprenden­temente Gantz fue elegido presidente de la Kneset con el apoyo del partido de Netanyahu, lo que hizo saltar por los aires la coalición que respaldaba a Gantz, quien al asumir el cargo legislativ­o renunciaba al encargo de formar gobierno hecho por el presidente de Israel.

Todo ello no ha hecho más que allanar el camino para Netanyahu, quien ayer ultimaba con Gantz los términos para la formación del nuevo gobierno de unidad nacional, que prevén que Bibi –como es conocido popularmen­te Netanyahu– siga como primer ministro un año y medio y que Gantz asuma la cartera de Exteriores para, dentro de dieciocho meses, reemplazar a Netanyahu como jefe del gobierno. Pero, entre tanto, este gana un valioso año y medio en su objetivo de no comparecer ante la justicia. La ley israelí prevé que sólo el primer ministro puede mantener el cargo mientras está imputado, por lo que cuando deje el puesto y asuma una cartera ministeria­l debería dimitir y perdería la inmunidad. Por eso Netanyahu pretende que el nuevo gobierno apruebe una ley que permita que un ministro siga en el cargo aunque esté procesado. Y nadie puede garantizar que, en septiembre del 2021, Netanyahu no alegue un sinfín de pretextos para romper el pacto de gobierno, como ha hecho cuantas veces le ha convenido.

Con este giro sorprenden­te, Israel cierra un agotador periodo de tres comicios en un año, Netanyahu sigue aferrado al poder y mantiene el cargo de primer ministro, con lo que sus opciones de salvar su situación personal ante la justicia continúan abiertas.

El premier israelí rompe la coalición opositora y pacta un gobierno de unidad que le permite seguir en el cargo

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