De tratamientos experimentales y rumores
La utilidad de un fármaco para tratar una enfermedad se evalúa habitualmente mediante la prueba de referencia que es el ensayo clínico. Este estudio intenta evitar que existan diferencias significativas entre los grupos tratados que impidan valorar objetivamente la respuesta al nuevo tratamiento, que se compara con el mejor tratamiento disponible y en ocasiones contra un placebo. Cada paciente que cumple los criterios para ser tratado y, tras recibir la información necesaria y dando su consentimiento, acepta participar es asignado al azar a uno u otro tratamiento. Los resultados son evaluados siguiendo una serie de criterios estrictos. En situaciones de emergencia como la actual se permite relajar determinadas reglas de los ensayos clínicos para obtener la mejor información en el menor tiempo posible.
Entre estos tratamientos experimentales para la Covid-19 está la hidroxicloroquina, un fármaco utilizado para tratar el paludismo y el lupus, que es objeto de falsas noticias en las redes sociales. La hidroxicloroquina nunca ha mostrado efectividad frente a ningún virus en seres humanos, hasta ahora. Los datos de más de 20 estudios realizados en China no se han publicado ni verificado a día de hoy.
Un único ensayo clínico de 30 pacientes en Shanghai mostró un resultado favorable, aunque indeterminado: no fue posible concluir si él fármaco ayudaba o no. Un estudio francés con 40 pacientes mostró resultados positivos, pero no se realizó de modo metodológicamente adecuado y hay dudas al respecto de su validez. La hidroxicloroquina está siendo actualmente objeto de ensayos clínicos bien diseñados, desarrollados por la OMS, el Inserm francés y varios centros en España, para valorar su eficacia como tratamiento de la Covid-19. En Catalunya también se está ensayando su posible utilidad como prevención (profilaxis) en personas que son contactos de pacientes Covid19. Esperaremos con impaciencia todos estos resultados.
La hidroxicloroquina puede tener efectos secundarios graves, especialmente en pacientes con enfermedades del corazón. Como cualquier fármaco, no puede ser empleado de forma inadecuada y nunca sin una prescripción médica. La estupidez humana es notable: ya se han comunicado dos muertes por intoxicación al ingerir, aparentemente para “protegerse” de la Covid-19, un derivado de la cloroquina que se vende para su uso como producto de limpieza de acuarios domésticos.