El mensaje de los murciélagos
Los murciélagos son señalados como el origen más probable del virus que ha dado lugar a la actual pandemia. Huidizos, nocturnos, desconocidos, los murciélagos arrastran toda una leyenda negra. Sin embargo, los expertos sostienen que, pese a todo, no deben ser estigmatizados. Que no son los culpables de la transmisión de la enfermedad y son beneficiosos porque controlan las poblaciones de insectos. Resaltan que el fondo de la cuestión es la destrucción de hábitats y la mayor movilidad humana vinculada a la globalización. Por eso, enfermedades que antes estaban aisladas del planeta se expanden como un reguero de pólvora.
Todo indica que el fatídico SARSCOV-2 tiene como reservorio más probable a los murciélagos (Rhinolophus affinis). Es algo que ocurre con otros coronavirus. Pero ¿cómo llegó a los humanos? “Debe ser por alguien que ha consumido murciélago o que ha consumido una especie que había sido infectada a partir de coronavirus de murciélago”, comenta el profesor Jordi Serra-cobo,
experto en ecoepidemiología y miembro del Instituto de Investigación de la Biodiversidad (IRBIO) de la Universitat de Barcelona (UB).
Una de las hipótesis más plausibles es que el virus pudo evolucionar a partir de los murciélagos a través de un animal huésped intermediario y luego pasó a humanos. Es lo que ya ocurrió en otros brotes, con las civetas para el SARS y los camellos para el MERS. Varios estudios apuntan a que la población de pangolín malayo del sur de China puede ser ese animal desde el que el virus dio el salto a humanos.
“Inmunológicamente, los murciélagos están preparados para combatir virus. Son especies que aparecieron en el planeta hace unos 64 millones de años y que han desarrollado adaptaciones singulares para protegerse de los virus. Su organismo está permanentemente en prealerta para combatir a los virus. Por eso, las concentraciones de virus que circulan en su cuerpo son bajas”, dice Jordi Serra-cobo.
Pero si esto ha sido así desde cientos o miles de años, ¿por qué la enfermedad ha pasado de murciélagos a humanos? La respuesta es un concepto poco popular: el salto o transferencia zoonótica. El mercado de carne de Wuhan, China, donde la fauna salvaje se mantiene cautiva, hacinada y se vende como manjar o mascotas, pudo ser el escenario de esa fatídica mezcla de virus y especies. “O tal vez, antes”, dice el profesor de la UB.
Serra-cobo relaciona lo ocurrido con el fenómeno de “la invasión de hábitats y sistemas naturales antes nunca ocupados; y que ahora reciben una presencia humana masiva”. Deforestamos la selva tropical para crear asentamientos, infraestructuras, haciendas y granjas con todo tipo de animales. Y todo esto hace que aumenten las probabilidades de entrar en contacto con patógenos, muchos de ellos desconocidos hasta hace pocos años.
La destrucción de estos hábitats conlleva que patógenos que antes estaban confinados en lugares inaccesibles entren en contacto con la especie humana. La transmisión de patógenos procedentes de la fauna salvaje ha ocurrido desde tiempos inmemoriales, pero antiguamente las personas que resultaban infectadas morían o sanaban antes de tener un número limitado de contactos con otras personas.
En cambio, ahora “los seres humanos tienen más contactos debido a su gran movilidad, lo que aumenta de forma exponencial la capacidad de propagación del virus”. El resultado es que un problema geográficamente localizado puede afectar a todo el planeta.
En todo el mundo hay tres zonas
calientes, con abundantes patógenos, y donde es posible una fácil infección: el Sudeste Asiático, África tropical y América tropical (centro
América hasta la Amazonia). No obstante, la de más riesgo es el Sudeste Asiático, por ser un gran polo de crecimiento económico, tener alta tasa demográfica y ser centro de muchos intercambios comerciales y de todo tipo.
En todas estas zonas calientes hay una gran diversidad de especies, lo cual está muy relacionado con la diversidad de patógenos y de virus. Esto hace que sean potenciales focos de fuentes patógenas entre ellos los virus. Por todo ello, Serra-cobo sostiene que es importante no alterar estos ecosistemas naturales; “si no, nos encontraremos con problemas como el ocasionado por este coronavirus”.
En los últimos 20 años, “ya hemos tenido muchos avisos”, como el SARS, la gripe aviar o la enfermedad que afectó a los cerdos (SADS COV) hace tres años y que obligó a sacrificar miles de ejemplares. “Hemos recibido reiterados avisos de que esto podría pasar; lo que no sabíamos era qué virus en concreto lo iba a ocasionar y cuándo se produciría”, señala.
¿Podría pasar lo mismo con otros virus en el futuro? “Estoy seguro. No tengo ninguna duda. Lo que ha ocurrido nos debe preparar para estar alerta ante otras posibles epidemias”, dice Serra-cobo, convencido de que nos adentramos en algo que define como la “globalización de las enfermedades”. Pero no hay que estigmatizar a los murciélagos, reitera. “Ellos no tienen ninguna culpa. Siempre han tenido virus. Lo que nos debe preocupar es saber qué estamos haciendo para que ahora nos lleguen los virus”. Es el mensaje de los murciélagos.
La pregunta es por qué la enfermedad ha pasado ahora de este animal a los humanos