“Estar todo el día conectados es una maldición”
Xavier Roca-ferrer, notario y doctor en Filología Clásica, escritor y traductor barcelonés, es probablemente uno de los poco españoles (y europeos, añade él) que aún no tienen móvil. Igual esa circunstancia le ha permitido concentrarse en obras como la última que acaba de regalarnos: El mono ansioso(arpa), donde repasa el significado de la angustia, la melancolía y la depresión en diferentes etapas históricas. Nos contesta –aproximación a la soledad– desde su confinamiento. ¿Las virtudes de la soledad son verdad o pose? “Depende. La soledad (como el amor, la familia, la religión o la política) cada uno la vive a su modo. A mi no me disgusta y uno de los peores recuerdos que tengo del servicio militar es el hecho de no poder estar NUNCA SOLO”.
Ahora mismo, Roca-ferrer, nacido en 1949, está confinado junto a su esposa y dos perros de la familia y comunicándose con sus tres hijos (dos viven en el extranjero) por Skype. “No me puedo quejar, estoy jubilado. No tengo obligaciones. Escribo, pinto, leo mucho, escucho música, veo películas. La única cosa que no hago es leer prensa porque es aburridísima”. Sólo echa de menos a sus nietas.
¿La soledad se ha interpretado, históricamente, como algo constructivo o destructivo? “Depende. En general, filósofos y poetas tienden (es casi un tópico) a valorarla positivamente. Famoso es de Horacio aquello tan imitado: “Beatus ille, qui procul negotiis /Bubus exercit suis paterna rura ….” que vendría a ser “Feliz aquel que, lejos del ruido de los negocios, se ocupa con sus bueyes de los campos del padre…” También nos recomienda volver a Fray Luis de León, Vida retirada, Oda I: “¡Qué descansada vida/la del que huye del mundanal ruido/y sigue la escondida/senda, por donde ha ido/ los pocos sabios que en el mundo han sido”. ¿Cómo hacer frente, estos días, al sentimiento de soledad? “Una cosa es la soledad de los ancianos de una residencia, que tiene mal arreglo y puede ser trágica, incluso sin coronavirus de por medio. Otra cosa es la de mis nietas –2, 3 y 6 años– que no pueden ir al colegio y por mucho entretenimiento que les propongas, acaban muertas de asco”. Queda la imaginación, el ejercicio físico, hobbies y aficiones de cada cual, añade. “Hamlet es el prototipo del solitario y Don Quijote también porque vive encerrado en un mundo propio que choca con el real, que le rodea y no entiende”. En general, la filosofía antigua y renacentista –explica Roca-ferrer– es favorable a la soledad. También buscaba la soledad la iglesia medieval, como describe en su libro recién publicado, El mono ansioso, en su capítulo sobre la acedia. “De hecho, sólo se puede filosofar en soledad, pero la realidad o la sociología seguramente nos dirán otra cosa”. Repite el pensador que no hay soledad sino soledades. “Por desgracia, nuestro mundo actual, con la filosofía de estar siempre conectados, parece ser contraria a la soledad y nos mal acostumbra. Estar conectado todo el día vía móvil, twuit, sms… es, al menos para mi, una maldición que he evitado desde el inicio”. Hay otras salidas.