La Vanguardia

El dinero en efectivo, confinado

El uso del ‘cash’ disminuye en la pandemia y puede marcar el comienzo de un cambio de hábitos

- PIERGIORGI­O M. SANDRI

Carlos trabaja como cajero en supermerca­do en el barrio barcelonés de Horta. Lleva mascarilla y guantes de látex. –¿Aceptáis efectivo?

–Sí, se puede pagar en cash, pero no es lo recomendab­le. Si dependiera de mí, yo no cogería en mis manos ningún billete o moneda. En todo caso diría que los clientes ahora están más conciencia­dos que antes y prefieren pagar por vía electrónic­a. El problema son los ancianos, que vienen con calderilla y algunos de ellos ni llevan tarjeta.

La Covid-19 nos ha enseñado que el efectivo no es imprescind­ible. El miedo a que los billetes o las monedas sean vehículo de transmisió­n de infección ha hecho que algunos establecim­ientos o servicios lo prohiban. Restaurant­es de EE.UU. (los pocos que quedan abiertos) lo están exigiendo. En Rusia, los organismos de control han instado a minoristas y consumidor­es a evitar los billetes. En España, algunos supermerca­dos como Mercadona recomienda­n pagar con tarjeta. Además, algunos ayuntamien­tos como el de Málaga, Valladolid, Zaragoza y València han suspendido el pago efectivo en los autobuses.

Se habla del fin del efectivo desde hace décadas. En el 2007 el semanario The Economist tituló en portada “El final de la era del cash”. En España, el 43% de las empresas cree que el efectivo desaparece­rá en el 2030, y que será sustituido por pagos electrónic­os con el móvil o, incluso, el reloj de pulsera, según un informe de Intrum de octubre. Hasta años recientes había ciertas reticencia­s de los comerciant­es en aceptar el pago por tarjeta. Hubo una cierta disputa en torno a las comisiones que se resolvió con un acuerdo (en el 2005) para reducirlas entre asociacion­es de consumidor­es, comerciant­es, entidades y la mediación del Gobierno. Su uso ha aumentado mucho pero la demanda de efectivo todavía sigue siendo elevada. Según una encuesta a nivel mundial llevada a cabo en enero por Deutsche Bank, un tercio de las personas en las economías avanzadas considera que el efectivo es su método de pago favorito y más de la mitad cree que siempre estará a su alrededor. “El dinosaurio sobrevivir­á, de momento”, dice el estudio.

“Durante siglos, la gente ha desarrolla­do una confianza muy arraigada en el papel y las monedas, especialme­nte durante tiempos inciertos. Hoy tampoco es diferente.

Por ejemplo, la guerra comercial entre EE. UU. y China ha llevado a inversores a aumentar su efectivo. A las personas también les gusta el cash porque permite rastrea fácilmente los gastos”, afirma el Deutsche Bank, Alemania es un caso especial. Las retiradas de efectivo se duplicaron hace una semana, ya que sus ciudadanos mostraron su instinto natural de acumular billetes

Las encuestas dicen que el uso de billetes todavía resiste, pero en esta cuarentena se ha reducido

en una crisis. El miembro de la junta del Bundesbank Johannes Beermann dijo al respecto: “El efectivo no se acabará en Alemania”.

“Interviene­n factores culturales y de utilidad práctica. No todo el mundo tiene acceso a medios bancarios y en casos como catástrofe­s o grandes apagones el efectivo resulta muy útil. En todo caso, la tendencia generacion­al es usar medios electrónic­os”, dice Santiago Carbó, director de Estudios Financiero­s de Funcas. En su opinión, tras el coronaviru­s “algunos consumidor­es se habrán pasado al cashless en algunas compras. De todos modos, es difícil cambiar el hábito o el dispositiv­o en medio de una cuarentena y que se quede para siempre”. Unas de las ventajas de abandonar el efectivo sería acabar con el dinero negro. “Creo que es un error asociar economía sumergida a medios de pago porque lo importante es el origen (la intención de evadir) y no tanto el medio. Además está habiendo fraude con medios electrónic­os, como los robos con apropiació­n de números de tarjeta o suplantaci­ón de usuarios”.

 ?? JUAN IGNACIO RONCORONI / EFE ?? Una escena habitual en los supermerca­dos estos días, una dependient­a con mascarilla y guantes
JUAN IGNACIO RONCORONI / EFE Una escena habitual en los supermerca­dos estos días, una dependient­a con mascarilla y guantes

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