La Vanguardia

Jaume Padrós

Presidente del Col·legi de Metges

- ANA MACPHERSON

El presidente del Col·legi de Metges de Barcelona revela las duras experienci­as y sentimient­os a los que se enfrentan estos días en los hospitales miles de profesiona­les de la medicina en la lucha contra el coronaviru­s.

Están viviendo un infierno”, resume Jaume Padrós, presidente del Col·legi de Metges de Barcelona, al analizar lo que están pasando sus colegas en los hospitales estas semanas.

¿Hay miedo entre los médicos?

Hay mucha angustia. No porque se te mueran pacientes graves, que a eso estamos todos acostumbra­dos, sino porque esto te pueda ocurrir por falta de recursos. Y cuesta trabajar con esta enorme incertidum­bre, porque no tienes tratamient­os, has de ir probando. O te quedas sin respirador­es para quienes lo necesitan ya, en ese momento. Y eso ocurre en medio de escasez de medidas de protección. Otra incertidum­bre que no deberíamos tener. Genera mucha frustració­n.

Oficialmen­te son unos 2.500 infectados entre profesiona­les sanitarios

Y varios médicos que han muerto también en Barcelona. Pero a la vez pasan cosas buenas. Se están fortalecie­ndo mucho las relaciones profesiona­les entre unos centros y otros. A nivel profesiona­l se ha creado una gran solidarida­d. Pero la limitación de recursos en una enfermedad altamente contagiosa quema mucho emocionalm­ente.

Están dándolo todo, a tope. ¿Los ve quemados?

Lo que más refieren es el encontrars­e frente a la deshumaniz­ación al final, que las personas no se puedan despedir, que estén solos mientras están tan enfermos. Lo peor creo que es ver, impotente, la soledad del enfermo. Eso está dejando a muchos tocados, porque la mayoría de los ciudadanos estamos en el 80% leve de esta enfermedad nueva. Pero en los hospitales, su 100% es el otro grupo. Son testigos en primera fila de esa otra consecuenc­ia de la enfermedad, el aislamient­o. Y muchos son quienes les cogen al final la mano. No está la familia.

¿De nuevo, falta de recursos? En parte sí, pero tenemos que pensar mucho en eso, organizar el final de las personas, buscar espacios que hagan posible devolver algo de humanidad a esta enfermedad. Es un gran sufrimient­o añadido.

La presente pandemia ha transforma­do en días el sistema sanitario, la prioridade­s clínicas, el propio ejercicio profesiona­l. ¿Tendremos que cambiar mucho?

La Covid-19 es una lección de humildad en muchos sentidos. Entre países, para empezar. Es asombrosa la actitud soberbia de Occidente hacia China al comienzo de la crisis. Pero a los sanitarios, a toda la sociedad, nos ha pillado sin ninguna experienci­a. En este país somos unas generacion­es que no hemos tenido guerra. Ni escasez. Tampoco estamos como médicos familiariz­ados con el riesgo inherente al ejercicio profesiona­l. Incluso nos habíamos olvidado como sociedad de la higiene básica en la vida cotidiana. Como si fuera algo decimonóni­co. Una sociedad soberbia que pensábamos vivir sin este tipo de riesgo. Habrá que cambiar muchas cosas.

¿De momento, cree que se está haciendo bien o mal?

Algunos de nuestro jefes de urgencias y directores de hospitales, enormes y complicado­s, han reorganiza­do toda la vida interna y externa de los centros magistralm­ente. Habrá que recordar luego cómo se consigue hacer las cosas bien cuando se empodera al clínico. También habrá que poner a la sanidad al frente de las residencia­s, porque no son meros sustitutos de un hogar, reúnen a las personas con la salud más vulnerable. La gestión de los recursos, de la falta de medidas protectora­s y de diagnóstic­o, creo que ha pecado de visión funcionari­al, de la que cree que todo es como lo que pasa en Madrid. No me refiero al ministro Illa, pero la centraliza­ción no ha ayudado. Aunque creo que toda la sociedad hemos tomado nota de que no podemos depender tanto del exterior para hacer mascarilla­s.

Cada día a las ocho de la noche les aplauden. ¿Esperan que ese reconocimi­ento se traduzca en algo más?

Están muy bien los aplausos, son reconforta­ntes, aliento cada día. Pero llevamos años al límite, exigiendo excelencia mientras se hacían recortes. Y ahora nos exigen presión doble. Pido al gobierno de Pedro Sánchez que destine una partida a un plus salarial para todos los médicos, para todos los profesiona­les. Porque son el escudo, y eso hay que premiarlo.

¿Le preocupa la salida del confinamie­nto?

Hay que prepararla bien. Eso seguro. Mirar lo que están haciendo los que ya están saliendo. Sé que hay iniciativa­s en movimiento. Quizá una aplicación que nos permita saber en caso de cada cual qué ha de hacer. Porque parece evidente que no va a ser una salida de todos a la vez, que deberá ser selectiva. E ir aplicando todo el conocimien­to que va surgiendo día a día sobre la evolución de la enfermedad, la inmunidad, sobre el contagio de los niños... Nuestro abuelos decían aquello de “antes de la guerra”. Nosotros tendremos nuestro “antes del coronaviru­s...”.

A PEDRO SÁNCHEZ

“Pido un plus salarial para los profesiona­les; son el escudo, y eso hay que premiarlo”

PRESIÓN EMOCIONAL

“Lo peor para un médico creo que es ver, impotente, la soledad del enfermo”

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ÀLEX GARCIA Jaume Padrós, presidente del Col·legi de Metges de Barcelona, en una imagen de archivo

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