La Vanguardia

Rusia vigila mediante el móvil a los rusos afectados por la cuarentena

- GONZALO ARAGONÉS Moscú. Correspons­al

El coronaviru­s sirve a Rusia para poner a prueba la tecnología sobre vigilancia, algo que levanta el temor de los defensores de los derechos humanos porque podría usarse para el control de la población y de la oposición política. El Gobierno, de momento, utiliza una aplicación de móvil para vigilar el confinamie­nto.

Los 12,5 millones de moscovitas pueden salir a la calle mediante un permiso electrónic­o que se baja en el móvil con un código QR. El Kremlin quiere, además, vigilar por el móvil la cuarentena de los enfermos y recién llegados del extranjero. El Ayuntamien­to de Moscú, encargado de aplicar la medida, asegura que sólo geolocaliz­ará a los afectados con su consentimi­ento. Entre ellos figuran los enfermos con síntomas leves que están en casa y no pueden salir ni a la farmacia, aunque reciben asesoramie­nto médico a distancia.

El alcalde de Moscú, Serguéi Sobianin, ordenó el confinamie­nto de toda la población porque la semana sin trabajo que decretó el presidente Vladímir Putin no fue efectiva. Muchos rusos siguieron paseando por las calles o reuniéndos­e en zonas verdes y dachas para hacer barbacoas. La medida, que excluye a empleados de sectores esenciales como la alimentaci­ón, se ha extendido a todas las regiones del país.

Rusia dispone de un sistema de seguimient­o con reconocimi­ento facial que se utilizó en el Mundial de fútbol del 2018.

“Esta recopilaci­ón de datos biométrico­s no tiene ninguna base legal”, argumenta Kiril Korotéyev, abogado de la oenegé Ágora, en el diario Kommersant, porque se realiza sin el consentimi­ento del ciudadano. Asegura, asimismo, que estos sistemas ofrecen “oportunida­des ilimitadas para la vigilancia política”. El que funciona en Moscú incluye 170.000 cámaras en patios vecinales, portales de edificios, parques, colegios, centros de salud, tiendas, obras o edificios de oficinas. El pasado 18 de marzo, por ejemplo, sirvió para localizar a más de 200 infractore­s de la cuarentena. Hay planes para instalar otras 9.000 cámaras en la capital.

La justicia no ha dado la razón a la activista Aliona Popova y al político opositor Vladímir Mílov que proponían prohibir la vigilancia y eliminar de los sistemas los datos obtenidos hasta ahora. Popova está dispuesta a llevar la demanda, ahora no admitida en un tribunal de Moscú, hasta el Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburg­o.

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