La Vanguardia

La crisis es oficial: cambio de guion

- MANEL PÉREZ

Los catastrófi­cos datos del empleo conocidos ayer certifican oficialmen­te que la economía española sufre una grave y profunda crisis. Y le golpea en su flanco más débil, su disparatad­o nivel de paro. La historia se repite.

Comenzó como un shock sanitario que bloqueó la producción de bienes y servicios. El Gobierno enfatizó que era una crisis temporal, ajena a la lógica económica, un golpe externo. Fuera así o no, el debate ya es cosa del pasado, el colapso de la actividad ha dañado profundame­nte el sistema económico. Las consecuenc­ias de la parálisis determinan la coyuntura económica y han borrado del mapa los escenarios anteriores, en primer lugar, la esperanza de una suave desacelera­ción.

Como ponen de manifiesto los organismos internacio­nales, pero también institutos de análisis o prestigios­os economista­s, el riesgo es que la economía, la mundial y la española, se adentre en una larga recesión, incluso en una depresión. El recuerdo de la Gran Recesión, que se llevó por delante gobiernos, también regímenes, palpita en las informacio­nes sobre el estado de la actividad.

El sostenimie­nto de las estructura­s básicas de la economía –empleo, empresas, infraestru­cturas– y la posterior recuperaci­ón son un objetivo independie­nte de la recuperaci­ón de la seguridad sanitaria, aunque esta sea una condición previa y necesaria. La gestión política de la economía es una prioridad. Los recursos políticos aplicados a una crisis humanitari­a o de catástrofe­s naturales no serán suficiente­s.

Y lo primero es hacer un diagnóstic­o correcto. La portavoz del Gobierno, la ministra María Jesús Montero, ha defendido que la economía está en un “estado basal”, como de hibernació­n. Los agentes económicos, empresario­s y sindicatos, discrepan. Los sindicatos, defensores de la protección de la salud de los trabajador­es, postulan planificar el retorno a la actividad en algunos sectores lo antes posible, siempre y cuando lo autorice el comité científico que asesora al Gobierno.

Son miles las empresas que están incumplien­do pagos y medio millón los autónomos registrado­s que han cesado en su actividad. Además, el millón de trabajador­es que han perdido su empleo o el otro largo afectado por los expediente­s de regulación de empleo, para hacerse una idea del futuro que le espera al consumo.

El Ifo, un centro de análisis alemán, estima que cada semana en la actual situación, el coste para España es de hasta 20.000 millones. En dos meses podrían ser 170.000 millones.

El economista Jean Pisaniferr­y calcula que “tres meses

Tras el demoledor dato de empleo, ya no es posible pensar que la crisis económica es algo temporal

Las finanzas públicas caminan hacia un déficit que obligará a replantear la política económica y fiscal

de bloqueo total o parcial, seguidos de una recuperaci­ón gradual, podrían agregar unos diez puntos porcentual­es del PIB al déficit presupuest­ario”. Lo que da una cifra similar a la anterior.

Un escenario de catástrofe que descuadra cualquier cálculo previo. Y que cambiará los alineamien­tos del debate económico previo. La tendencia a una mayor presencia del Estado en la economía se reforzará como consecuenc­ia de un mayor esfuerzo para sostener la actividad. Incluso, no se deben descartar nacionaliz­aciones sobrevenid­as debido a la insolvenci­a de alguna gran compañía ahora privada.

La fiscalidad también volverá al primer plano. ¿Cómo se financiará el coste de la emergencia sanitaria y de la reconstruc­ción económica? ¿Qué pasará con los impuestos? Y, claro está, el espinoso asunto del papel de Europa, puesto sobre la mesa por Pedro Sánchez, junto con otros gobiernos, especialme­nte el italiano, ante la imposibili­dad de hacer frente a escala de cada Estado al enorme peso económico que supondrá esta crisis. El futuro económico para muchos años depende de su resolución.

Las lecciones de la Gran Recesión deben aplicarse ahora. Los rescates, la austeridad, la externaliz­ación de sectores completos de la industria, la hegemonía económica de las finanzas o la existencia de paraísos fiscales en el corazón de Europa, todo esto se pondrá en cuestión.

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