La Vanguardia

Ojalá que llegue diciembre

- Isabel Gómez Melenchón

Hemos dejado atrás el carnaval, que pillamos por los pelos, nos hemos saltado las fallas, el domingo sacudiremo­s las ramas de laurel en la ventana y los pasos de Semana Santa los daremos en ese salón de los justamente pasos perdidos que son ahora nuestros comedores. Echo de menos un Lego con sus muñecos articulado­s de las cofradías igual que lo hay del pesebre navideño. Es una idea por si esto dura (más).

A la mona de Pascua le plantaremo­s una mascarilla como en los memes, luego nos olvidaremo­s de la Feria de Abril, que a mí me pone, Sant Jordi, que no es lo mismo con e-books y los geranios del balcón, y así llegamos a la verbena, que para entonces, en lugar de los muebles sobrantes, quemaremos más de uno/a la casa entera.

Los acontecimi­entos que marcan nuestra vida no son los grandes momentos de las primeras páginas, las alternanci­as de gobiernos o de reyes, las copas de las Champions o las Ligas. Son esos calendario­s establecid­os desde hace cientos de años, en los que las hojas de los árboles caen y vuelven a salir y las vacaciones llegan y se acaban y en ese ritmo conocido y arcaico depositamo­s nuestra tranquilid­ad, la ilusión de seguridad de unos seres más bien enclenques que sólo han contado con su cerebro de primates y su voluntad para salir adelante.

Ahora hemos visto llegar la primavera, pero estamos anclados en el entierro de la sardina.

Los que tienen o han tenido niños conocen bien las virtudes de contar los días según el ritmo de las tradicione­s del año, el baño de hojas otoñales, la elaboració­n de los panellets, la castañera, las largas tardes montando adornos navideños, luego de nuevo el carnaval y la mona y los puntos de libro para Sant Jordi... Una rueda infinita que vivimos de pequeños, olvidamos de jóvenes y recuperamo­s más adelante para acabar aferrándon­os a ella. Un año más, sólo pedimos eso. No es poco.

Leo que en algunos países están estudiando dejar salir primero a los que puedan demostrar inmunidad frente al virus y me recuerda demasiado a las películas de ciencia ficción sector distopías de las chungas. Supongo que es lo que habrá que hacer por el bien de todos, y en el catálogo de bienes la salud siempre es lo primero y así debe ser, pero es que últimament­e empezamos a suponer demasiado.

Mientras tanto esperaremo­s a que llegue julio, o septiembre, o diciembre, y podamos recuperar, aunque sólo sea en un día o una semana, toda la primavera que nos estamos perdiendo o ganando.

Eso de salir sólo los inmunes suena a distopías sector

muy chungo

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