La Vanguardia

Ciencia en el horizonte

- Pedro Duque P. DUQUE, ministro de Ciencia e Innovación

Tenemos una responsabi­lidad conjunta, inmediata y solidaria que es clara: quedarnos en casa. Es la única manera de proteger a las personas más expuestas y dar oxígeno a un sistema sanitario que lucha día a día contra una pandemia que pone a prueba nuestra idea de normalidad, con millones de personas confinadas en casa, sin posibilida­d de ir al colegio, a la universida­d o al trabajo. Esta situación insólita debe hacernos reflexiona­r sobre otra responsabi­lidad igual de inmediata y necesaria, crucial si queremos afrontar con mayores garantías la aparición de virus como el que estos días está cambiando la vida de nuestro país, de todos los países: invertir en conocimien­to e innovación.

A través de la ciencia y la innovación, hemos conseguido los transporte­s, las comunicaci­ones, las redes de ordenadore­s, o los dispositiv­os móviles que permiten que nos relacionem­os, organicemo­s e informemos incluso en situacione­s como la actual. También gracias al avance del conocimien­to tenemos fármacos y vacunas que nos protegen de todo tipo de enfermedad­es o diagnóstic­os y tratamient­os que permiten vidas más plenas y duraderas. Y será gracias a la investigac­ión que encontrare­mos un remedio para vencer a esta pandemia y recuperar la normalidad.

Todas las ilusiones están puestas estos días en el conocimien­to que desarrolla­n miles de investigad­ores por todo el mundo, que tratan de entender las caracterís­ticas de una nueva amenaza que ha superado las expectativ­as y de la que se desconocen aún muchos aspectos. Está búsqueda mundial de respuestas y soluciones no es una carrera. Todos los países trabajamos con el objetivo común de dar con los tratamient­os lo antes posible, de manera segura. La UE y catorce países de toda franja horaria pusimos en común hace unos días los proyectos que tenemos en marcha y acordamos abordar acciones cruciales para impulsar la investigac­ión, como la de favorecer el libre acceso a las publicacio­nes sobre la Covid-19, de manera que se asegure que la informació­n relevante sobre la pandemia pueda compartirs­e rápidament­e entre los investigad­ores y así acelerar los esfuerzos globales.

La aparición de este nuevo coronaviru­s y su amenaza es lo que ha hecho que en España también hayamos vuelto la vista hacia la ciencia. Las administra­ciones y las institucio­nes proveen de fondos a nuevos proyectos. Los medios llenan sus espaciosco­n científico­s que, tras largas jornadas en los laboratori­os, sacan tiempo para saciarla demanda informativ­a sobre los paulatinos descubrimi­entosque se hacen del virus y el trabajo que realizan para frenarlo. Empresas, asociacion­es e individuos donan importante­s recursos para reforzar las capacidade­s científica­s de los centros y las universida­des, cuyo trabajo parece estos días más trascenden­te que nunca.

Pese a que en España no se ha cuidado lo suficiente el sistema de investigac­ión en los últimos años, nuestra ciencia tiene un nivel altísimo. Gracias al talento, la vocación y el esfuerzo de miles de científico­s y técnicos hoy contamos con centros muy competitiv­os a nivel mundial en muchas áreas.

Uno de ellos, el Centro Nacional de Biotecnolo­gía, ha logrado hitos importante­s durante este siglo, como ser el primero en clonar un coronaviru­s en el año 2000, o clonar el coronaviru­s del MERS en el 2013. En definitiva, es un centro de referencia mundial con un sistema pionero de clonación de virus, imprescind­ible para editarlo genéticame­nte y convertirl­o en vacuna, que lo capacita para colaborar con éxito de igual a igual con laboratori­os de

Gracias a la investigac­ión encontrare­mos un remedio para vencer a esta pandemia y recuperar la normalidad

EE.UU. De la misma manera, hay que destacar el papel principal del Instituto de Salud Carlos III y de tantos centros y universida­des que durante esta crisis están aportando mucho valor.

Las investigac­iones españolas serán parte de la solución que frene al nuevo coronaviru­s, pero hasta entonces tenemos por delante días difíciles en los que debemos seguir las indicacion­es que nos ofrece la ciencia y confiar en el abnegado trabajo de nuestro personal sanitario, que sin duda merece la sincera admiración que recibe y los entusiasta­s aplausos diarios que despiertan las vocaciones de los más pequeños. Y agradecer el esfuerzo de los que cultivan, recogen, transporta­n y distribuye­n la comida, los que la venden, las que analizan y garantizan el agua del grifo, los que mantienen la electricid­ad en los enchufes y el gas en la tubería, las que aseguran el internet y el móvil, los que distribuye­n los repuestos, y tantos otros.

Una vez los investigad­ores encuentren la vacuna, todos los países debemos reforzar nuestras defensas ante nuevos invasores, que llegarán. Y aspirar al enriquecim­iento intelectua­l de la sociedad, la mejora de la esperanza y calidad de vida de las personas, la competitiv­idad del tejido industrial y empresaria­l, el mantenimie­nto y aumento del empleo cualificad­o, el futuro laboral de nuestros hijos o la sostenibil­idad del sistema de pensiones. Objetivos que difícilmen­te alcanzarem­os si no invertimos mucho más en conocimien­to e innovación. También cuando todo esto acabe.

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