La Vanguardia

Reacciones normales en situacione­s anormales

- @UTCCB Ingeborg Porcar

Durante la última década, el estigma relacionad­o con la salud mental se ha ido reduciendo significat­ivamente. Hoy por suerte ya no es un tabú comentar que en un momento determinad­o de nuestras vidas hemos necesitado la intervenci­ón de un psicólogo, aunque como psicóloga no se me escapa que aún queda mucho por hacer.

Pero hoy quiero comentar justo el extremo opuesto. Cuando suceden eventos potencialm­ente traumático­s como un atentado, la muerte en accidente de personas jóvenes o ahora mismo la pandemia de la Covid-19 que está poniendo a prueba la capacidad de adaptación de la población, con frecuencia se observa cierta tendencia a patologiza­r el estrés, el sufrimient­o y el dolor. Estos días los comentaris­tas hablan constantem­ente de ansiedad, de depresión, de estrés postraumát­ico. Y creo que es bueno que tratemos de diferencia­r los problemas de salud mental de las reacciones adaptativa­s al dolor y la impotencia producidas por una situación profundame­nte anormal como el actual confinamie­nto y las consecuenc­ias de la pandemia. Es importante diferencia­rlos no porque los problemas de salud mental sean más graves o porque estigmatic­en. Ni para restarle importanci­a al estrés, al dolor por la pérdida de tantas vidas humanas ni al desgarrado­r sentimient­o de impotencia. En mi opinión es crucial diferencia­r los problemas de salud mental de las reacciones frente al dolor porque son cosas distintas y deben de ser abordadas de forma diferente.

Estar tristes, nerviosos, preocupado­s, estresados, asustados ante la actual situación es adaptativo, es decir, totalmente normal. Lo desadaptat­ivo sería estar alegres, confiados y sin miedo alguno a caer enfermos. Sería caer en la negación y supondría la incapacida­d de tolerar todos esos sentimient­os negativos. Consecuent­emente, el abordaje durante la fase aguda no debe de ser suprimir el dolor ni tampoco considerar­lo síntoma. El abordaje debe ser preventivo, ofreciendo pautas de cómo las personas pueden manejarse mejor con lo que ocurre sin desbordars­e. Y debe incluir dos informacio­nes clave: a) qué ayuda hay disponible si el malestar se vuelve intolerabl­e y b) cómo o cuándo debemos de acudir a un especialis­ta para evitar que el dolor se cronifique. Porque ahí está la clave: una vez pasada la fase aguda, las personas vamos a ir lentamente recuperánd­onos y vamos a volver a la vida funcional. Y la patología, el problema de salud mental, aparece cuando nos quedamos anclados en el malestar y no podemos avanzar. Pero no antes.

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