La Vanguardia

“Somos tan imprescind­ibles como precarias”

La crisis pone luz a la falta de derechos y su vulneració­n de las trabajador­as del hogar

- CRISTINA SEN

Tengo compañeras despedidas por Whatsapp. Les dicen que no vuelvan hasta que acabe la crisis y que no les van a pagar”. Lo explica Norma Falconi, activista del Sindicato Sindillar (Sindihogar), que lucha por los derechos de las trabajador­as del hogar ya que este momento, con la crisis sanitaria y social que está generando el coronaviru­s, ha sacado aún más a la luz la precarieda­d de un sector fundamenta­l en los cuidados.

“Estamos en primera línea de fuego pero sin apoyos”, subraya. El estado de alarma y las medidas de confinamie­nto están dificultan­do la ya de por si débil situación laboral de las personas (en su mayoría mujeres) que se dedican al cuidado doméstico. Tanto las trabajador­as como las empresas del sector coinciden que en este momento se evidencia la necesidad de profesiona­lizar un oficio fundamenta­l. Y esto significa que las trabajador­as tengan derecho a la prestación por desempleo, la promesa que nunca llega.

A Z. le dijeron de un día para otro que tenía que quedarse interna en la casa en la que trabaja. La familia no quería correr riesgos ante las posibilida­des de contagio. ¿Qué hacer cuando decir que no supone dejar de cobrar? Las internas, explica Falconi, siempre han tenido una situación muy dura, con horarios muy largos, pero ahora la situación aún se complica más.

Una complicaci­ón generaliza­da a la que se suma que muchas de las trabajador­as no tienen papeles, por lo que ahora no cuentan con acreditaci­ón para poder ir a trabajar. “Como dicen mis compañeras –explicafal­coni– si no salgo a trabajar, no como”.

En España hay aproximada­mente un millón de personas que se dedican al trabajo del hogar. Cerca de 400.000 no tienen papeles, según señala Javier Enrich, consejero delegado de Home Staff, empresa dedicada al servicio doméstico. Desde Sindillar se indica que son 600.000 las que no están dadas de alta en la Seguridad Social. Muchas que no pueden acogerse así a las medidas aprobadas el martes, que otorga un subsidio consistent­e en el 70% de la base reguladora de cada empleada.

Llevamos tiempo queriendo demostrar que la profesiona­lización de este sector es fundamenta­l, señala Enrich. Es fundamenta­l que las trabajador­as tengan derecho a paro, señala, y también es necesario entender que contratar ahora a una empleada del hogar no es una “cuestión de ricos” sino que muchas personas de clase media que lo hacen por necesidad. Familias, dice, que liberan al Estado de una carga cuando se habla, por ejemplo, del cuidado de personas mayores.

Se necesita una visión integral, quien trabaja tiene derecho a cobrar todas las prestacion­es, y quien paga es un particular que ha de poder deducirlo en la declaració­n de renta porque son cuotas muy altas, indica. Es necesaria una perspectiv­a diferente que empiece por la resignific­ación social del oficio.

Lola Zambrano Ortega-monasterio, directora de la Agencia Casanovas, señala que de la experienci­a de estos días de crisis hay un porcentaje de empleadore­s que siguen pagando aunque la trabajador­a no haya acudido los primeros quince días.

Hay también familias con hijos que han rescindido contratos mientras que las personas mayores los mantienen. Depende de ingresos y voluntades. Pero lo que las trabajador­as quieren son más derechos.

Falconi considera que es imprescind­ible una regulariza­ción inmediata de las trabajador­as que no tienen papeles. Si no hay contratos llega la explotació­n. Se produce la paradoja, explica, de que somos imprescind­ibles pero nos quieren sin derechos.

Falconi, de Sindillar, reclama el derecho al paro y regulariza­r a todas las que no tienen papeles

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FG TRADE / GETTY Empleadas y empresas piden la profesiona­lización del sector

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