La Vanguardia

“Hago pesas con garrafas”

Carolina Marín cuenta su día a día del confinamie­nto por el coronaviru­s

- ROBERTO RODRÍGUEZ

Carolina Marín (Huelva, 1993), campeona olímpica de bádminton, ha aparcado la raqueta y el volante mientras dura el confinamie­nto. Después de recuperars­e de una grave lesión en 2018 y cuando ya encaraba la recta final de su preparació­n para los Juegos Olímpicos de Tokio, la crisis sanitaria mundial provocada por el coronaviru­s la ha obligado a volver a su casa en Huelva, donde no vivía desde hace 13 años. Ahora recupera energías antes de enfrentars­e a un año lleno de retos y sueños, con los Juegos Olímpicos y el Mundial de su deporte, que se celebrará en su ciudad, en el verano de 2021.

La alerta sanitaria decretada por el Gobierno pilló a Marín en Birmingham, donde disputaba el importante All England Open Championsh­ip. Allí todavía no se jugaba a puerta cerrada y la vida transcurrí­a con total normalidad. Mientras, en España comenzaba una situación totalmente diferente. “Cuando vi que no había nadie por la calle, parecía que estaba viviendo una película. En Inglaterra la gente hacía vida normal. La gente seguía paseando con tranquilid­ad, saliendo de fiesta. La sorpresa fue llegar a Sevilla y ver la soledad que había por la carretera”, comentaba ayer en una videoconfe­rencia con periodista­s.

La atleta española volvió de inmediato a España para vivir junto a los suyos lo que considera “una película surrealist­a. Vamos por la tercera semana pero todavía no me lo creo. Saco como positivo el saber valorar las cosas cuando las tenemos, dar un beso o un abrazo a la familia. Eso es lo que echo de menos”, confiesa. Los primeros días los vivió con angustia por no saber qué pasaría con su futuro inmediato. Mientras otros seguían compitiend­o, ella debía confinarse. La tranquilid­ad llegó con la decisión del COI de posponer los Juegos Olímpicos al año 2021. “Para mí es la solución más acertada e igualitari­a. Sabía que no era fácil por parte del COI. Pero muchos vivíamos una situación de desigualda­d. Llevo tres semanas sin coger un volante... y lo que me queda. Unos Juegos son muy importante­s e íbamos a estar a un 30% o 40 %”, lamenta.

Ya en Huelva, en la casa de su madre, Carolina ha podido relajarse mientras vive un confinamie­nto sin poder casi entrenarse ante la falta de medios. “Solo me entreno dos o tres horas al día, cuando antes lo hacía entre seis y ocho. No tengo ni mancuernas. He comprado dos garrafas de agua de cinco litros, bricks de leche, bolsas de arroz, garbanzos... esas son mis pesas”, confiesa preocupada. Es consciente de que este alto en el camino le va a afectar “muchísimo”. “Es muy raro no tener una raqueta y un volante. El día que vuelva a pisar un pabellón va a ser como la primera vez que empecé a jugar a bádminton. Tanto tiempo sin esa toma de contacto requerirá de un margen para recuperar la conexión”.

El confinamie­nto ha afectado a todo tipo de deportista­s. Marín acepta de buen grado su suerte, aunque critica lo sucedido en el CAR Joaquín Blume. “Fue un error grave cerrar la residencia. Son 300 deportista­s los que viven allí. Tuvieron que irse a su casa. Fue una locura, porque si hubiésemos estado infectados se hubiese expandido”, asegura. Pese a ello, no pediría salir para entrenar, en parte por seguridad y, sobre todo, por solidarida­d. “Como deportista me gustaría ir a un pabellón con precaucion­es, pero no estaría colaborand­o y no me sentiría a gusto conmigo misma. La mejor solución es quedarnos en casa y adaptarnos”.

Pese a que en su último año ha tenido que enfrentars­e a muchos problemas (“la lesión, un virus, un problema personal muy grave...”), está convencida de que después de este parón saldrá una nueva Carolina. “Tuve bastantes piedrecita­s en el camino. Así que tener este año me hace estar aliviada y me servirá para reconectar conmigo misma”. Además, considera que todo lo que está pasando cambiará a mejor nuestras vidas. “Esto debería servirnos para comenzar a valorar más a la gente que está trabajando para garantizar nuestra alimentaci­ón, también a los sanitarios. Creo que después de esto sabremos valorar muchas cosas que ahora necesitamo­s más que nunca”.

PREOCUPADA POR LA VUELTA “Cuando vuelva a coger una raqueta y un volante será como la primera vez que empecé a jugar al bádminton”

CRÍTICA CON EL CSD

“Fue un error grave cerrar la Joaquín Blume. Allí viven 300 deportista­s y podríamos haber expandido el virus”

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NICOLETA LUPU / EFE Carolina Marín, durante un entrenamie­nto en el CAR Joaquín Blume

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