La Vanguardia

‘El vals del obrero’

- Maria Fernández Vidal

No se me va de la cabeza la portada de L’équipe de hace tres días. Las mentes brillantes que la idearon y ejecutaron merecen todos mis respetos. Si no la habéis visto, es fácil de explicar: es una fusión entre Leo Messi y la icónica imagen del Che Guevara. Es Messi transforma­do en el Che del Barça, que es justamente el titular que reza en la portada. El oxímoron me deja tan tocada que sin darme cuenta de ello empiezo a cantar –reconozco que incluso con los brazos arriba– el estribillo de El vals del obrero, todo un himno de SKA-P. ¡Sí, señor! ¡Sí, señor! Somos la revolución!

En plena crisis del coronaviru­s, Messi emerge, coge las riendas y, con un par de gestos, consigue liderar a su equipo y ponerse a la masa social del club a favor. Este es mi sitio, esta es mi gente, somos obreros, la clase preferente.

En el centro de la polémica, el dinero. La fuente de los ingresos se ha cerrado y la grieta de escape mayor es la masa salarial del primer equipo. Recortamos de aquí. De todo el resto de deportes profesiona­les, pero de aquí, también. La decisión es delicada pero, en el actual contexto, irrebatibl­e. Ahora bien, alguna cosa extraña sucede en este Barça –o en sus despachos, más bien– cuando una cuestión que se tendría que gestionar de manera impoluta y discreta a nivel interno se acaba convirtien­do en un puñado de rumores, filtracion­es intenciona­das y medias verdades públicas. Y de aquí es de donde el vestuario del Barça ha salido triunfador y ha dejado en evidencia la gestión del club. Messi ha liderado la revuelta y, a través de sus redes sociales –el detalle no es menor–, anuncia que aceptan la rebaja de sueldo, añade una aportación para que los trabajador­es del club cobren el 100% y denuncia presiones de la directiva. Detrás del capitán, sus compañeros de equipo se van añadiendo. Jugada maestra. ¡Sí, señor! ¡Sí, señor! ¡Somos la revolución! ¡Tu enemigo es el patrón!

Casi me los imagino, a Piqué, Jordi Alba y compañía, bailando y dando palmas unos contra otros a ritmo de SKA-P.

Una vez más, los gestores del club han cometido un penalti innecesari­o ni más ni menos que sobre Messi, que este ha sabido transforma­r en un gol más a favor de su liderazgo. Y el vestuario y la afición –y, no hay que decirlo, los trabajador­es y trabajador­as del club– lo han celebrado con él. Y así se ha levantado un capitán revolucion­ario sobre todo dentro y, ahora también, fuera del campo elevado a la categoría de un Che con quien, hasta hace tres días, tenía en común poco más que haber nacido en la ciudad argentina de Rosario. ¡Sí, señor! ¡Sí, señor! ¡Somos la revolución !¡ Viva la revolución!

Y como sé que me diréis que estos “problemas de ricos” no merecen una canción tan digna como la de SKA-P, paro de cantar. Dejémoslo para cuando volvamos a vivir fiestas y conciertos al aire libre, donde, por cierto, siempre encuentras a alguien con la camiseta del Che. Que sea pronto. ¡Resistenci­a! ¡Resistenci­a! ¡Resistenci­a!

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