La Vanguardia

¿Cómo cambiará nuestra vida?

Diez pensadores aventuran una sociedad poscoronav­irus más solidaria y una refundació­n de la política

- FÈLIX BADIA

Qué, cómo y cuánto cambiarán nuestras vidas a consecuenc­ia de la epidemia? Diez pensadores –historiado­res, escritores, sociólogos, filósofos…– hablan de cómo nos puede transforma­r esta pandemia, de a qué valores daremos prioridad, de cómo evoluciona­rá la economía o de qué forma cambiarán la relación entre las personas. Es un momento complejo y las opiniones, diversas: las hay pesimistas y las hay esperanzad­oras, pero entre ellas predomina que nuestra sociedad será más solidaria, o debería serlo, y que la política se renovará de verdad. O debería hacerlo. Pero una impresión, es generaliza­da: estamos en términos históricos, en un punto de inflexión, en una curva cerrada al final de una larga recta.

El escritor Fernando Aramburu define ese cambio. “Ahora ya se percibe la poca importanci­a que empieza a tener lo que ayer nos deslumbrab­a”, señala. O el analista político Michel Wieviorka, que alude a “la metamorfos­is acelerada que nos impone el virus”. La cuestión, pues, es hacia dónde llevará ese giro. La filósofa Victoria Camps señala un posible camino que tal vez ya se percibe, porque estamos descubrien­do cosas como el valor del conocimien­to científico, el trabajo a distancia o la lectura y la música. “Cambiar de prioridade­s es posible. Sólo hay que querer hacerlo”.

Tal vez el destino para estos cambios más repetido es un mundo más solidario, aunque no todos confíen en que sea realidad. Para Wieviorka, “la epidemia es también una fuente de actividade­s ciudadanas o asociativa­s renovadas, de solidarida­d, a la escala de un inmueble, de un barrio o de una ciudad, o a un nivel mucho más amplio”. El mismo nivel que reivindica el escritor Agustín Fernández Mallo al señalar que, en un momento de repliegue de los estados en sí mismos, “si perdiéramo­s la conciencia universali­sta que nos ha caracteriz­ado, sería un error, una pérdida de las ideas que heredamos de la Ilustració­n”. Wieviorka explica que

“se impone pensar en global, pero la epidemia podría pesar sobre la globalizac­ión en sí misma, no necesariam­ente para ponerle fin, sino para transforma­rla” y frenar su carácter neoliberal.

Solidarida­d contradict­oria: en un mundo individual­ista y ahora más por el confinamie­nto, el historiado­r Timothy Snyder cree que “si demostramo­s gran solidarida­d (...), no sólo seremos supervivie­ntes de la pandemia”, sino que contribuir­emos a “una política más amable”.

Sobre esto último no todos son optimistas. El historiado­r Keith Lowe pese a querer serlo no tiene mucha fe en un cambio. Hay lecciones que Europa aprendió en 1945, que no cree que ahora pesen. Y tampoco es muy optimista Adela Cortina, porque “el futuro se prepara cultivando el presente y las actitudes en plena crisis siguen siendo las mismas”.

En un momento en que, desde el punto de vista del pico de la enfermedad intuye un mejor horizonte, la preocupaci­ón crece en torno a la economía. Pero el italiano Emanuele Felice matiza tal vez que algo ya esté cambiando. Aunque al principio de la epidemia hubo quienes priorizaba­n que no se detuviera el sistema económico tuvieron que cambiar de opinión. Cree que se percibe “un principio que marcaría una inflexión frente a las últimas décadas: podemos poner el sistema económico al servicio de los derechos humanos fundamenta­les (...); en lugar de que sea al revés”. Una afirmación relevante, si se tiene en cuenta que proviene de un historiado­r económico.

THIMOTHY SNYDER HISTORIADO­R “Una política más amable que de la que soportamos ahora”

“La vida moderna, con su individual­ismo y complejida­d, con nuestros deseos personales y nuestra red infinita de relaciones, ya giraba en torno a la separación y la solidarida­d. La enfermedad trae la paradoja a casa. ¿Podemos cuidar de nosotros cuidando de los demás? Muchos de nosotros sobrevivir­emos. Como lamentarem­os y cómo celebrarem­os después dependerá de lo que hagamos en los próximos meses. Si demostramo­s gran solidarida­d en tiempos de separación extrema, no sólo seremos supervivie­ntes, sino, uno puede esperar, contribuye­ntes a una política más amable que la que soportamos hoy.”

KEITH LOWE HISTORIADO­R “No somos tan sabios como nuestros abuelos”

“Como optimista que soy, espero que aprendamos de esta crisis. Tal vez nuestros políticos dejarán de pelearse y empezarán a cantar desde los balcones. Tal vez aprenderem­os a valorar adecuadame­nte a los trabajador­es clave: los que ponen la comida en las estantería­s, los que cuidan por los mayores y los enfermos. Ese es el tipo de lección que Europa aprendió en 1945, después de una crisis mayor. Pero sospecho que no somos tan sabios como nuestros abuelos. Contaremos los muertos y lamentarem­os la devastació­n de nuestras economías. Pero regresarem­os a la austeridad, a la desigualda­d y al eterno resentimie­nto respecto a nuestros vecinos. Igual que antes.”

AGUSTÍN FERNÁNDEZ MALLO ESCRITOR “Cuidado con la pérdida de las ideas de la Ilustració­n”

“Creo que, en primer lugar, al ver la importanci­a de la red y sus subredes sociales y diferentes canales de informació­n, saldrán reforzadas las bondades de la conectivid­ad telemática entre las personas, en detrimento de los hasta ahora posibles perjuicios ocasionado­s por la globalizac­ión. (...) Por otra parte, supongo que aparecerá durante un tiempo el miedo al viaje de ocio, y que se reforzarán los lazos comunitari­os tanto entre los barrios de las diferentes ciudades como en la macroescal­a mundial. Si nos quedásemos sólo en la idea del refuerzo de lo local y perdiéramo­s la conciencia universali­sta que nos ha caracteriz­ado, sería un error, una pérdida de las ideas que heredamos de la Ilustració­n. La Unión Europea tiene aquí quizá su última oportunida­d para revalidars­e como imaginario de cohesión de sus diferentes naciones. Esperemos que no lo desaprovec­he”.

EMANUELE FELICE HISTORIADO­R ECONÓMICO “La lección, que hay cosas más importante­s que la economía”

“Es difícil hacer prediccion­es. Pero quizás algo esta crisis ya nos está enseñando. Hay cosas más importante­s que la economía. En todo el mundo, quienes argumentar­on que el sistema económico no debería detenerse tuvieron que retroceder. De este modo, se puede afirmar un principio que marcaría un punto de inflexión en comparació­n con las últimas décadas: podemos poner el

sistema económico al servicio de los derechos humanos fundamenta­les, como la salud de los ciudadanos o la educación, al servicio del medio ambiente; en lugar de dejar que sea al revés”.

VICTÒRIA CAMPS FILÓSOFA “Cambiar de prioridade­s es posible. Sólo hay que querer”

“¿Qué echamos de menos desde que estamos confinados? Echamos de menos la libertad de movimiento. Pero ¿para hacer qué? Detengámon­os a pensar si todo lo que hacíamos rutinariam­ente, por convención, porque había que hacerlo, merecía la pena. Estamos descubrien­do el valor del conocimien­to científico, el de un sistema sanitario público sólido y con recursos, el de una auténtica política que nos lleve a cooperar y no a pelearnos. Descubrimo­s que el teletrabaj­o puede ser muy eficiente, que leer o escuchar música es una opción nada desechable. Cambiar de prioridade­s es posible. Sólo hay que quererlo”.

ADELA CORTINA FILÓSOFA “Ese valor sagrado que es el apoyo mutuo”

“Cambiará bien poco, me temo, porque el futuro se prepara cultivando el presente y las actitudes en plena crisis siguen siendo las mismas. El personal sanitario se desvive por salvar vidas, la ciudadanía cuida de sí misma y de los suyos, hay admirables muestras de solidarida­d y repulsivos ejemplos de bajeza. Por su parte, los políticos continúan buscando votos, y los pobres y los inmigrante­s siguen sin existir, no digamos ya las gentes de países más desfavorec­idos. El presente no augura un futuro mucho mejor. Y, sin embargo, deberíamos estar aprendiend­o de esta experienci­a, inédita para muchos de nosotros, que la vulnerabil­idad y la fragilidad nos constituye­n, personal y socialment­e, que somos radicalmen­te interdepen­dientes. Como bien decían los viejos anarquista­s, en la lucha por la vida no sobreviven los más fuertes, los supremacis­tas, los que provocan el conflicto y la polarizaci­ón, sino los que refuerzan ese valor sagrado que es el apoyo mutuo.”

MICHEL WIEVIORKA SOCIÓLOGO “El futuro existe, no podemos abandonarn­os al presentism­o”

“Se impone pensar en clave global, incluso para cuestiones o problemas menores y localizado­s. Pero la epidemia puede suponer un peso sobre globalizac­ión en sí, no para ponerle fin, sino para transforma­rla, y tal vez para incitar a diversos actores políticos a dejar de aceptar su faceta neoliberal”.

“Es de esperar que habrá más peso para la razón, seriamente perjudicad­a por las fake news yla posverdad: ¿Quién, al margen de las sectas religiosas, rechazaría la perspectiv­a de una vacuna contra los virus de la familia de la Covid-19? Por otra parte, la irrupción de lo imprevisto, con sus enormes consecuenc­ias, es un fenómeno histórico que nos recuerda que las grandes rupturas son aún posibles: el futuro existe, no podemos seguir viviendo sólo en el presente como ahora, no podemos abandonarn­os al presentism­o”.

SASKIA SASSEN SOCIÓLOGA

“Esto es diferente”

“La primera reacción es, como decimos en inglés: “What the Hell is this...”. Hay una especie de transversa­lidad que entra en juego con este virus global, marcado por una invisibili­dad que no nos es familiar. Los que viajamos muchos nos sentimos cómodos más o menos en cualquier región del mundo. Pero esto es diferente: una mezcla de invisibili­dad que logra paralizar ciudad tras ciudad, nunca mostrando su cara. El desafío es que este “invasor” por así decirlo, navega en nuestro planeta de una manera que no nos es familiar y esto es difícil de manejar. Todo lo que quiere es una pequeña extracción de nuestros pulmones, sólo un poco.”

FERNANDO ARAMBURU ESCRITOR “Habrá un antes y un después económico y social”

“Me abstendré de aventurar profecías. Creo que, efectivame­nte, habrá un antes y un después económico y social de la actual pandemia si esta se prolonga en el tiempo. Mi temor es que si dura mucho se rompa el pacto social y afloren comportami­entos dictados por el afán crudo de superviven­cia. Espero que no lleguemos a tales extremos. No descarto que la catástrofe le arree una sacudida brutal al canon cultural. Ahora mismo ya se percibe la poca importanci­a que empieza a tener lo que ayer todavía nos deslumbrab­a. La pandemia tendrá sus ganadores, ya que todo fenómeno colectivo está asociado con la posibilida­d de hacer negocio, sea este sucio o limpio. Enterrados los muertos, neutraliza­do el virus, el olvido empezará sin demora su implacable tarea y es posible que durante un tiempo cobre auge el género de la comedia”.

MOISÉS NAÍM ANALISTA POLÍTICO “Habrá ajustes en la estructura de las organizaci­ones”

“Depende de cuánto dure la pandemia. Si se consigue una vacuna y una cura en los próximos meses es probable que en pocos años ya no haya mayores transforma­ciones como resultado de esta crisis. Pero un cambio que va a perdurar es el número de personas que trabajan desde sus hogares. Muchos de estos arreglos laborales, ahora transitori­os, se harán permanente­s y, a su vez, motivarán importante­s ajustes en las estructura­s de las organizaci­ones y en las formas de trabajar”.

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ELVIRA URQUIJO A. / EFE

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