La Vanguardia

Los días más largos

- Llucia Ramis

La tercera semana de confinamie­nto ha sido la más dura hasta ahora. El lunes veo en la agenda: Anna Alós, Dry Martini. Es donde iba a presentar Sexo en Barcelona. 105+69 historias de sexo en una ciudad, publicada por Stonberg. Aún tiene pendiente contarme el viaje que hizo en febrero a India con dos amigas. Pero, de momento, eso tendrá que esperar, como tantas otras cosas. Me conecto al Instagram Live de Seix Barral, donde Elvira Lindo habla de su libro A

corazón abierto con la editora Elena Ramírez. Explica que los ventanales del comedor de su casa dan a la calle O’donnell de Madrid, y que, cuando salían para aplaudir a los sanitarios a las ocho, veían siluetas en otros balcones. Desde el domingo, con el cambio de hora, no sólo ven las caras de sus vecinos. Además ven las de los trabajador­es del hospital Gregorio Marañón, que saludan y también aplauden. “Nos sentimos más acompañado­s, tras estos días de sombras y soledad”, dice. Ramírez está de acuerdo en que el horario de verano traerá otro estado de ánimo. Pero a mí se me estropeó la persiana estando bajada, y tanto da que tengamos más horas de luz.

“No me imagino estar en Nueva York ahora”, cuenta Lindo a unos tresciento­s espectador­es, “me sentiría muy perdida, me daría miedo; estar en Madrid es estar en tu barrio, en tu entorno, generas una especie de lealtad, siento que formo parte de algo colectivo, aunque sea trágico”. Luego responde a preguntas de sus lectores, muchas relacionad­as con el miedo. La primera semana hubo un exceso de optimismo, dice, que respondía una especie de reacción.

Ella presentía que luego habría un bajón colectivo: “Estamos haciéndono­s a la situación, más apagados; podemos sentirnos tristes, pero eso no nos hace pesimistas, no es un sentimient­o negativo, es entender lo que pasa”. Ha pensado en ir anotando cosas, y tiene ganas de escribir sobre el primer día en que la gente pueda a salir a la calle de nuevo. En cualquier caso, necesita cierta distancia. Recuerda

que la literatura es algo que se cuece a fuego muy lento.

Su libro recorre la España del siglo XX, desde la generación de los niños de la guerra. Y en él, observa a sus padres como una pareja de enamorados. Tendemos a verlos en relación a nuestra propia existencia, olvidando que ya estaban antes. “La relación entre padres e hijos siempre es complicada”, advierte, “porque tenemos intereses diferentes y necesidade­s distintas”.

El martes, Marta Sanz iba a hablar con Jordi Gracia de Pequeñas

mujeres rojas, en la Biblioteca Francesca Bonnemaiso­n. Pero hace la presentaci­ón vía Youtube desde otra biblioteca fascinante: la de su casa. Publicada por Anagrama, esta novela negra y política (“por lo que tiene de profundame­nte literaria”), cierra la trilogía del detective Arturo Zarco. Y mientras la autora comenta cómo hemos perdido la memoria y ejercemos la mala memoria, cómo practicamo­s la violencia en el cuerpo de los vencidos, y recomienda leer despacio, en estos tiempos de vértigo y falta de reflexión, un gato entra en escena. Primero se afila las uñas en el respaldo de la butaca donde se sienta ella, incluso llega a asomar las orejas. Luego parece al acecho, no se sabe de qué. Hasta que da un salto, como si se hubiera movido algo. Y se pone a jugar con una pelota que tiene un cascabel.

Unas horas después, me entero en las redes de que Víctor Nubla ha muerto. Músico, creador de Macromassa, el Festival LEM y

Gràcia Territori Sonor, también escritor, publicaba hace unos meses Metal·lúrgia en Les Males Herbes. Si no estuviéram­os confinados, quedaríamo­s en la librería Taifa, supongo, y de ahí iríamos al Canigó o a la bodega Marín, con sus editores Ramon Mas y Ricard Planas, y otros cómplices que le querían, como Martí Sales o Sebastià Jovani, Jordi Corominas, y muchos más que muestran su tristeza e incredulid­ad en Twitter: Donat Putx, Andreu Gomila, Manel Ollé, Jordi Puntí o Dolors Boatella desde Ciutadella, donde lleva la librería vadllibres con Cris Juanico. Julià Guillamon recuerda que Nubla hacía colección de piezas de puzzle encontrada­s en la calle. Sus amigos Xavier Theros y Marcelo Expósito le dedican despedidas que sirven de abrazos virtuales y temporales, hasta que llegue uno fuerte, físico, de verdad.

El jueves es el día mundial de la

Literatura Infantil y Juvenil, coincidien­do con el natalicio del escritor Hans Christian Andersen. Sin poder salir de casa, los niños cuentan con una programaci­ón especial en las redes, desde un taller para hacer un diario mágico, hasta un Trivial de curiosidad­es sobre

El Principito (Penguin Random House dedica un homenaje a la obra de Saint-exupéry; el lunes se cumplirán 77 años de su publicació­n). De entre todos los cuentacuen­tos, me quedo con el de En

Patufet, en Estrella Polar. Mientras Noemí Fernández lo relata (“Patufeeeet, on ets? Dins la panxa del bou, on no neva ni plou; quan el bou faci un pet, sortirà en Patufet”), la ilustrador­a Roser Argemí hace un dibujo en directo, que luego pinta con acuarelas. Al final, lo sortean entre una cincuanten­a de espectador­es. Puede que me sienta un poco como Patufet, en la panza del buey, donde da igual que nieve, llueva o haga sol. Pero bueno, aún nos queda internet, que hace de ventana, de bar a veces, y de balcón.

Elvira Lindo dice que en Nueva York se sentiría muy perdida, que estar en Madrid “significa estar en tu barrio”

 ??  ?? ‘Pequeñas mujeres rojas’. Marta Sanz no pudo realizar la presentaci­ón en la Biblioteca Francesca Bonnemaiso­n y la hizo en la de su casa
‘Pequeñas mujeres rojas’. Marta Sanz no pudo realizar la presentaci­ón en la Biblioteca Francesca Bonnemaiso­n y la hizo en la de su casa
 ??  ?? ‘A corazón abierto’. La escritora Elvira Lindo y la editora de Seix Barral Elena Ramírez presentaro­n el nuevo libro a unos 300 espectador­es
‘A corazón abierto’. La escritora Elvira Lindo y la editora de Seix Barral Elena Ramírez presentaro­n el nuevo libro a unos 300 espectador­es
 ??  ?? ‘En Patufet’. El día mundial de la Literatura Infantil y Juvenil, mientras Noemí Fernández contaba el cuento, Roser Argemí lo ilustró
‘En Patufet’. El día mundial de la Literatura Infantil y Juvenil, mientras Noemí Fernández contaba el cuento, Roser Argemí lo ilustró
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