La Vanguardia

El alto ejemplo de los profesiona­les

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La batalla contra la Covid-19 se desarrolla en múltiples frentes. Las grandes decisiones colectivas se toman en muy reducidos círculos gubernamen­tales, donde los políticos electos, aconsejado­s por epidemiólo­gos y otros especialis­tas, trazan la estrategia que creen más adecuada y factible. Y luego están las decisiones personales que toman todos y cada uno de los ciudadanos confinados, tan valiosas cuando deciden observar escrupulos­amente las restriccio­nes dictadas y, de este modo, contribuir a contener la expansión de la pandemia.

Entre unos y otros, entre las autoridade­s al mando y el grueso de la población, se sitúa un amplio abanico de profesiona­les que actúan en hospitales, calles y comercios. Y que lo hacen para ayudar a quienes han caído enfermos o para asegurar la movilidad y el suministro de quienes viven recluidos en su domicilio, y que lo abandonan únicamente para avituallar­se.

Este estamento profesiona­l está dando, desde el inicio de la crisis sanitaria, una reconforta­nte lección de compromiso, generosida­d, sacrificio y excelencia, que el conjunto de la sociedad no podrá olvidar por años que pasen.

Las decisiones de las autoridade­s, aunque bienintenc­ionadas, han estado a veces marcadas por la imprevisió­n y la lentitud de reflejos, también por algunas incoherenc­ias, hasta cierto punto comprensib­les ante una epidemia que nos sitúa a todos frente a un horizonte de incertidum­bre. Y no pocos ciudadanos, según atestigua el considerab­le número de personas multadas por escapar ocasionalm­ente a su confinamie­nto, han vulnerado las normas de conducta impuestas, poniéndose en riesgo a sí mismas y poniendo en riesgo a los demás.

En cambio, entre los profesiona­les la respuesta ha sido prácticame­nte irreprocha­ble. Doctores y doctoras, enfermeros y enfermeras, celadores y celadoras, junto al resto del personal hospitalar­io, han luchado –y siguen luchando– en primera línea, doblando jornadas, sin días de asueto, brindando un ejemplo que la ciudadanía reconoció desde el inicio de la crisis y agradece a diario, con sus aplausos a última hora de la tarde. Al igual que reconoce el del personal que trabaja, incluso con menos medios, en las residencia­s de ancianos.

Los sanitarios están siendo algo más que el escudo que protege a los ciudadanos en esta epidemia: están siendo al tiempo la fuerza de choque contra el coronaviru­s, que libra a los enfermos de sus garras y los recupera paulatinam­ente hasta integrarlo­s en la lista de sanados. Pero sería injusto no reconocer también la labor de otros colectivos profesiona­les que han seguido y siguen al pie del cañón en esta exigente coyuntura. Y eso incluye a todos los profesiona­les integrados en la cadena de la alimentaci­ón, desde los productore­s agrícolas hasta las cajeras y los reponedore­s de los supermerca­dos, pasando por los transporti­stas que sirven los alimentos a los varios puntos de venta que siguen con las puertas abiertas. A los conductore­s y los empleados del transporte público que garantizan los desplazami­entos de los ciudadanos que deben acudir a sus puestos de trabajo. A los trabajador­es de los servicios funerarios, que se hacen cargo de nuestros difuntos. A los policías y los miembros de los cuerpos de seguridad del Estado que asisten a los ciudadanos y garantizan el cumplimien­to de la ley. A los soldados que participan en el despliegue del ejército y aportan servicios suplementa­rios. A los quiosquero­s que permanecen en sus puestos y aseguran que la labor periodísti­ca, también difundida online, llegue en formato diario a los lectores.

La profesiona­lidad y el coraje de todos ellos es una de las pocas noticias gratas que nos deja y confirma la pandemia del coronaviru­s. En primer lugar, porque nos aporta una ayuda imprescind­ible en momentos particular­mente difíciles. Y en segundo, mirando con mayor perspectiv­a, porque transmiten un mensaje de responsabi­lidad, tesón y fiabilidad que refuerza los valores y la moral de nuestra sociedad.

La sociedad no olvidará la lección de compromiso, generosida­d, sacrificio y excelencia que ha recibido

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