La batalla de la UE contra la información maliciosa
La Unión Europea lleva semanas batallando contra la información maliciosa, los bulos y las estafas que se han propagado en paralelo a la expansión de la pandemia de la Covid-19.
La Comisión ha pedido a las grandes plataformas, a través de las cuales se divulga la mayor parte de la información que consumimos en el mundo, que eviten la difusión de contenidos falsos o malintencionados en sus redes.
En teoría, las grandes plataformas se han comprometido a extremar sus precauciones y a impedir que los bulos circulen, pero lo cierto es que las campañas de desinformación están al orden del día, tanto en lo que afecta a las estafas sobre productos con gran demanda durante la pandemia (ayer en esta columna ya explicábamos la propagación en internet de ofertas fraudulentas para la venta de mascarillas), como a la información maliciosa centrada en el desprestigio de unos países contra otros o de unas personas contra otras.
En este sentido, una página vinculada a la UE (euvsdisinfo.eu/) pone bajo sospecha las campañas promovidas desde Rusia, dirigidas específicamente a la difusión de bulos en la sociedad estadounidense –lanzadas desde África, pero cuyo rastro conduce a su fuente original, los servicios de información rusos– como las que dibujan un escenario catastrófico de la situación en los países de la Unión Europea que estaría al borde de la ruptura por la falta de solidaridad entre los países para atajar la pandemia.
Más allá de que puede existir una predisposición de la ciudadanía a atender estas informaciones –en España la Unión Europea no está ganando precisamente crédito en esta crisis– lo cierto es que estas campañas de desinformación están orientadas precisamente a excitar estos sentimientos antieuropeos con la promoción de la rivalidad y el odio entre comunidades y países. La desinformación siempre se aprovecha de nuestros puntos débiles para hacerse un hueco en nuestras percepciones.
Otras investigaciones apuntan también a China y a grupos vinculados al Estado Islámico como fuentes de la desinformación que recorre la pantalla de los móviles de los europeos.