Euskadi prevé un descalabro con una caída del PIB del 3,6%
Los trazos del escenario económico pospandemia se presentan muy negros. Así se deduce al menos de las estimaciones hechas públicas ayer por el Gobierno vasco, que pronostican un gran hundimiento en Euskadi durante todo este año y que, a pesar de recoger una recuperación muy intensa en el siguiente, no contemplan regresar a la situación precoronavirus hasta el 2022. Por frentes, supondría un gran aumento del desempleo en los próximos meses y una caída potente de los ingresos públicos, a la que se sumaría el importante desembolso sanitario para hacer frente a la Covid-19 y también para sostener a ciudadanos y pymes.
En cuanto a cifras concretas, el consejero de Hacienda, Pedro Azpiazu, indicó que el Ejecutivo prevé este ejercicio un bajón del PIB vasco del 3,6% que, sin embargo, estaría acompañado de un crecimiento del 2,6% en el 2021, dibujando una recuperación en U que, eso sí, no sería completa hasta el 2022. El revés en el PIB queda patente si se compara con las cifras del 2009, el año más duro de la crisis, cuando este marcador cayó en el País Vasco un 3,8%. A la dureza del panorama, se suma el contexto que se ha tenido en cuenta para elaborar las estimaciones: un mes de confinamiento, que sin embargo se va a exceder. Eso sí, comprende un regreso gradual a la normalidad durante un “periodo de transición” de entre 45 y 60 días.
Por otro lado, la pandemia ha obligado a modificar todas las previsiones sobre el empleo en la comunidad. Como ya se está demostrando, tendrá un impacto inmenso en la tasa de desempleo y se estima que Euskadi finalizará este año en un 11,4%, cuando la previsión inicial, sin esta crisis, era del 9%. Sólo se regresaría a esa cifra a finales del 2021. En total, según los cálculos publicados ayer, se perderán 17.000 trabajos en el 2020.
A nivel monetario, el estudio prevé que Euskadi generará en estos doce meses 3.300 millones de euros menos que en el 2019 y la administración verá mermada su capacidad de recaudar en un 5,4%. Asimismo, la inversión y el consumo privados descenderán en torno al 4% y la generación de riqueza vinculada a la industria bajará un 3,9%.
Para rebajar el revés económico al máximo y “recuperar el pulso cuanto antes”, el Gobierno vasco presionó esta semana a la Moncloa para flexibilizar el cierre de actividades no esenciales.