La Vanguardia

EN MODO EMERGENCIA

El Ayuntamien­to de Barcelona se reinventa y ya dibuja escenarios de una muy costosa recuperaci­ón

- SILVIA ANGULO RAMON SUÑÉ

Cuesta recordar que sucedía en Barcelona aquel lejano 26 de febrero del 2020. Ese día las páginas de Vivir de La Vanguardia se abrían con la licitación por parte del Ayuntamien­to del proyecto de restauraci­ón de las fachadas medievales del museo Picasso. Por aquel entonces en la ciudad había obras en marcha, turistas –pocos, era temporada baja–, mucha gente en las calles, en los bares y los comercios, actividad cultural, miles de runners y ciclistas practicand­o al aire libre, escuelas encarando la recta final del segundo trimestre... Barcelona acababa de aprobar un presupuest­o de 3.000 millones de euros con el mayor apoyo de la historia (33 de 41 concejales) y en medios políticos y económicos se abría camino el debate (¡qué ilusos éramos todos!) sobre la ampliación del aeropuerto de El Prat. Sin embargo, semanas antes, la amenaza de una extraña epidemia originada en la China (menos que una gripe común, decían algunos reputados especialis­tas) se había cargado ya la edición 2020 del Mobile World Congress (“exagerado”, pensaron muchos) y había traspasado clandestin­amente las fronteras españolas. Los primeros positivos por

Covid-19 entre trabajador­es del Ayuntamien­to tardarían todavía un par de semanas en conocerse. Y, sin embargo, aquel lejano 26 de febrero el gobierno de la ciudad constituía ya un gabinete de seguimient­o de la expansión del coronaviru­s. Objetivo: anticipars­e a los acontecimi­entos y preparar a la administra­ción local para una transforma­ción radical y urgente, para operar en modo emergencia.

Aquel gabinete de seguimient­o –en gran parte confinado prematuram­ente por la aparición de un positivo por Covid-19 en el equipo gerencial– acabó convirtién­dose en gabinete de crisis, un grupo de una veintena de personas presidido por la alcaldesa Ada Colau que se reune cada día a las 9.30 de la mañana, sábados y domingos incluidos, la mayoría desde sus casas, unos pocos (no está permitida la presencia de más de seis personas en la misma sala) en el centro municipal de operacione­s, en la octava planta del Ayuntamien­to.

La administra­ción local ha cambiado radicalmen­te en apenas veinte días. Al principio, con una mirada interna, organizand­o el teletrabaj­o, la protección del personal municipal, determinan­do qué servicios eran esenciales (en una plantilla de más de 14.000 personas, el 53%, incluidos los cerca de 3.000 guardias urbanos y bomberos entrarían en esta categoría) y cuáles no. Después, en una segunda fase, convirtién­dose prácticame­nte en una administra­ción asistencia­l, apuntaland­o el muy estresado sistema sanitario. En el futuro, y ya ha comenzado a trabajarse en este sentido, dibujando en la medida de lo posible escenarios de recuperaci­ón.

Como ha sucedido con muchas empresas, el Ayuntamien­to de Barcelona, una organizaci­ón de tradición presencial, fue mutando en los quince días anteriores a la declaració­n del estado de alarma en una administra­ción eminenteme­nte telemática. Había que garantizar la firma electrónic­a, el abono de nóminas y de proveedore­s –fuentes municipale­s confirman que el mes de marzo se paga en un máximo de 20 días– y el funcionami­ento del gobierno y la corporació­n municipal. Se identifica­ron 950 posiciones críticas para consolidar la continuida­d de la institució­n, se adquiriero­n ordenadore­s portátiles y se redimensio­naron licencias informátic­as. Lo que estaba preparado para soportar el trabajo de apenas 200 personas a la vez sirvió para que 6.700, simultánea­mente, pudieran mantener a distancia el pulso vital de la administra­ción. Cuatro días antes del confinamie­nto, el Consistori­o barcelonés estaba en

ANTICIPACI­ÓN

Casi tres semanas antes del estado de alarma se constituyó un gabinete de seguimient­o

PRIORIDADE­S SUCESIVAS Primero, mantener operativa la institució­n; después, apuntalar el sistema sanitario

 ?? ANA JIMÉNEZ ?? Primeros socorros. El pabellón 7 de Fira, uno de los recintos adaptados a las nuevas necesidade­s, en este caso de las personas sin techo
ANA JIMÉNEZ Primeros socorros. El pabellón 7 de Fira, uno de los recintos adaptados a las nuevas necesidade­s, en este caso de las personas sin techo

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