La Vanguardia

Un Ayuntamien­to en estado de emergencia

- J.I MARTÍ, concejal de Presidenci­a y Territorio del Ayuntamien­to de Barcelona

JORDI MARTÍ GRAU

Durante los primeros momentos de la declaració­n de emergencia pareció que los gobiernos locales tenían muy poco papel en esta crisis. El Estado anunciaba que tomaba el mando general de la situación y cuatro superminis­tros, con el presidente al frente, se erigían como autoridad pública para hacer frente a la epidemia. La Generalita­t seguía teniendo un papel indiscutib­le como titular del sistema público de sanidad, además de todas las competenci­as en materia de seguridad, residencia­s de personas mayores o transporte público. Cuando llega una guerra –las metáforas bélicas merecerían otro artículo– es el momento del hard power, y la proximidad y sensibilid­ad de las administra­ciones municipale­s parecía que hacían más fastidio que servicio.

Eso ha cambiado. A medida que la epidemia avanzaba, los gobiernos locales han ido saliendo del confinamie­nto competenci­al y han ido tomando un papel cada día más relevante. ¡Y es que esto, por suerte, no es una guerra! Médicos sin Fronteras lo dejó claro desde el primer momento: hay que combinar actuacione­s a muchos niveles, hay que inventar respuestas para adelantars­e a la evolución de la enfermedad, hay que contar con los recursos más impensados y, sobre todo, es indispensa­ble la colaboraci­ón ciudadana. De repente la flexibilid­ad municipal, el soft power, se convertía en un activo valioso para frenar contagios, garantizar el acompañami­ento a una sociedad confinada y activar todas las energías de una sociedad civil con ganas de colaborar.

El Ayuntamien­to de Barcelona ha vivido una autentica transforma­ción organizati­va que ha puesto a toda la estructura municipal en “modo emergencia”. La estrategia no ha sido la centraliza­ción, sino crear equipos por proyectos, utilizar todas las posibilida­des del teletrabaj­o, flexibilid­ad, creativida­d y máxima autonomía. Un comité coordinado­r de la crisis, con más de veinte participan­tes conectados telemática­mente, cada día pone en común, distribuye tareas, evalúa propuestas y toma decisiones. Hemos mantenido todos los servicios esenciales en condicione­s de emergencia, pero también hemos impulsado un primer paquete de medidas para paliar los efectos de la epidemia en la economía y en la cultura, hemos habilitado un pabellón para personas vulnerable­s, hemos comprado en China 12 toneladas de material de prevención, hemos hecho crecer con 2.000 camas los hospitales de referencia de Barcelona, y ahora hemos activado un equipo de profesiona­les y bomberos para actuar en las residencia­s de las personas mayores dependient­es de la Generalita­t, entre muchas otras iniciativa­s.

Somos consciente­s de la dureza de esta epidemia, de las muertes y el sufrimient­o que está generando, pero también de la capacidad de Barcelona para salir adelante, activar entidades, empresas y redes comunitari­as para hacer frente a cualquier emergencia y acompañar a los que más lo necesitan. Una ciudad que hizo el Eixample para mejorar la salud de los barcelones­es, que ha sabido combatir la epidemia activando todos los recursos disponible­s, sabrá liderar también la recuperaci­ón social, cultural y económica. ¡Sólo hace falta una cosa, que nos den campo para correr!

A medida que la epidemia avanza, los ayuntamien­tos salen del confinamie­nto competenci­al

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