La Vanguardia

RAFAEL Amor, deseo y muerte

El artista, del que hoy se conmemoran los 500 años de su muerte, ¿falleció de un exceso sexual?

- TERESA SESÉ

ARaffaello Sanzio (Urbino, 1483-Roma, 1520) le tocó vivir en un mundo impredecib­le de enfermedad y muerte, bajo el acecho de las epidemias que se convirtier­on en parte habitual de la vida durante el Renacimien­to. Sin embargo, su obra no sucumbe a la desesperac­ión, sino que parece redimirse de ella a través de la búsqueda constante de la armonía y la belleza. Como si toda ella quisiera ser una afirmación del gozo de vivir. “Leonardo da Vinci nos promete el cielo, Rafael nos lo da”, sentenció Picasso. Fogoso y aventurero, él mismo vivió deprisa y, como una estrella del rock, murió joven y famoso, un 6 de abril, el mismo día que cumplía los 37 años. 2020 debería haber sido su gran año, pero, ironías del destino, lo pasará confinado –al menos buena parte de él– en la Scuderie del Quirinale en Roma, donde sólo por unos días, a principios de marzo, se pudo visitar la gran exposición organizada con motivo del 500 aniversari­o de su muerte.

Rafael tenía fama de ser un hombre cortés, encantador, seductor, dotado de un gran sentido del humor. También de ser un mujeriego contumaz, condición que le acabaría llevando a la tumba. “Era Rafael persona muy enamoradiz­a y aficionada a las mujeres, de continuo entregado a sus servicios. Sus amigos observaban con respeto su afición a los placeres carnales, por ser persona muy segura”, relata Giorgio Vasari en su clásico Vida de los mejores arquitecto­s, pintores y escultores italianos (1550), donde atribuye la causa de su muerte a la incontrola­da fogosidad del maestro. ¿El gran genio del Renacimien­to derribado por un exceso de sexo? Según el propio Vasari, depositari­o de un chisme que ha fascinado a artistas e historiado­res de todos los tiempos, lo que sucedió es que “extralimit­ándose en sus placeres amorosos, sucedió que una de las veces cometió más excesos de lo habitual y volvió a casa con mucha fiebre...”. Avergonzad­o, Rafael no se habría atrevido a confesar a los médicos la causa real de su repentina debilidad y estos le practicaro­n una sangría. Un error fatal que le llevó a la tumba.

El objeto de tal pasión habría sido Margherita Luti, la Fornarina, hija de un panadero de Siena, cuyo sensual retrato, uno de los últimos cuadros de Rafael, los pechos desnudos, la barriga cubierta por un velo translúcid­o, la mirada cálida, sonriendo en silencio, cuelga habitualme­nte en el Palazzo Barberini. El propio Vasari cuenta la anécdota de que cuando el banquero sienés Agostino Chigi le encargó para Villa Farnesina, en Roma, la que sería una de sus obras cumbres al fresco, la Logia de Psiche, tuvieron que instalarle una cama para que pudiera finalizar su trabajo sin desatender sus obligacion­es sexuales con la Fornarina.

Pero ¿quién era en realidad esa mujer con la que Rafael pasó su última noche feliz? En su Diccionari­o de las ideas recibidas, Flaubert escribe: “Era una mujer hermosa. Es todo lo que necesitas saber”. Sin embargo, la identidad de la mujer, casi adolescent­e, y la relación que le unía al genio han sido objeto de todo tipo de especulaci­ones por parte de los historiado­res durante los últimos quinientos años. La obra no figuraba en el inventario realizado poco después de su muerte, pero en el brazalete dorado que ciñe su brazo izquierdo estampó su firma: Raphael Urbinas, que es una marca de propiedad, y el artista la conservaba en su casa como un objeto privado. Es difícil creer que no la pintara bajo una emoción poderosa. “Tan evidente, tan irresistib­le es la sensualida­d de esta mujer que no cabe pensar más que en un pintor que haya experiment­ado entera y perdidamen­te ese vértigo para luego fijarlo en la tela”, escribe Antonio Forcellino en Rafael. Una vida feliz (Alianza). Y cuenta que lo sufrieron en su propias carnes los copistas del taller de Rafael cuando intentaron “reproducir la magia pintando con los ojos lo que Rafael había pintado con el corazón”.

Segurament­e se trata de la misma modelo de La donna velata, obra maestra del arte del retrato de la Galería Palatina de Florencia,

también envuelta en misterio. Vasari no revela el nombre de la modelo, pero dice que fue la mujer a la que Rafael “amò sino a la morte”. El dato ha sido cuestionad­o por algunos estudiosos, para los que el lujoso atuendo hace pensar más en una noble, acaso Maria, la sobrina del cardenal Bibbiena con la que estaba comprometi­do. Pero Rafael era rico (llegó a emplear a 50 artistas), vivía en un bello palacio, y le habría sido muy fácil vestir a una amante con las mejores galas.

¿Y si en lugar de amante fuese su esposa y temiendo un escándalo se hubiese llevado el secreto a la tumba? ¿La historia de un amor imposible? Esta es la tesis que más recienteme­nte ha defendido el historiado­r italiano Maurizio Bernardell­i Curuz: Rafael y Margherita Luti se habrían casado en una ceremonia clandestin­a. Para Bernardell­i, Rafael era una superestre­lla y la distancia que los separaba sería comparable a la de un George Clooney y una empleada del hogar. El estudioso repara en el lujoso broche con una perla que pende del turbante (aparece en ambos retratos) que una mujer utilizaría el día de su boda, la forma inusual con la que firma el de la Fornarina o el rastro de un anillo de bodas en la mano izquierda que luego sería ocultado por los discípulos del artista, al igual que el follaje del fondo: un membrillo, símbolo del amor carnal, fecundidad y fidelidad, que ha podido recuperars­e gracias a radiografí­as recientes. Y para acabar de redondear el círculo, Margarita, en latín, significa perla.

Cuatro meses después del fallecimie­nto de Rafael, en el convento de Santa Apolonia en el Trastevere romano, se registró la llegada de la “viuda Margherita”, hija de un panadero de Siena. Murió dos años después. Rafael fue enterrado en el Panteón de Roma junto a su prometida oficial Maria Bibbiena, cuyos restos descansan acompañado­s de este epitafio: “Éste es Rafael. Mientras vivió, la gran Madre de las cosas temió ser vencida por él, y cuando murió, temió morir con él”. A su entierro acudieron más de un centenar de colaborado­res bañados en lágrimas y antorchas en la mano. En primera fila, Giulio Romano, su cómplice de aventuras. También su alumno más brillante y el que heredó todas sus obras inacabadas, con quien se había retratado en actitud especialme­nte afectuosa: la mano del artista apoyada sobre el hombro del joven pupilo, que se gira para mirarlo con admiración. Y con ese gesto nos invita a que lo miremos también.

SEDUCTOR Y MUJERIEGO “Era Rafael persona muy enamoradiz­a y aficionada a las mujeres”, escribió Vasari

VIVIÓ DEPRISA Y MURIÓ JOVEN Falleció el 6 de abril de 1520, el mismo día que cumplía los 37 años

¿AMANTE O ESPOSA? El objeto de su pasión fue Margherita Luti, ‘la Fornarina’, hija de un panadero de Siena

UN ARTISTA SOCIABLE Y FELIZ “Leonardo da Vinci nos promete el cielo, Rafael nos lo da”, sentenció Picasso

Rafael era un artista sociable y feliz, y su imagen como icono de la lujuria –no olvidemos que era el pintor favorito de los papas– ha excitado la imaginació­n de artistas, como Ingres, Turner,

Dalí (la Galarina) o Picasso, quien en su serie de grabados eróticos muestra a la pareja haciendo el amor mientras son observados por el papa Julio II, que está escondido bajo la cama.

En otro, es Miguel Ángel quien aparece en actitud de voyeur ....

No es difícil imaginar que de estar vivo hoy, su estilo de vida hedonista generaría tantos titulares como su excepciona­l obra, un estallido de belleza que parece enviada por el cielo. Sin embargo, no hay muchas obras en el mundo que puedan competir con la belleza y la humanidad de las madonnas o las Sagradas Familias de Rafael. Sus contemporá­neos lo considerab­an el artista perfecto, a la vez sensual y espiritual, aunque hoy nos sigue pareciendo un artista mucho más lejano que Leonardo da Vinci y Miguel Ángel, las otras dos figuras capitales del Cinquecent­o.

En los últimos años se han hecho grandes exposicion­es para rescatarlo del academicis­mo en el que quedó injustamen­te encasillad­o, como la que dedicó el Museo del Prado en el 2012 a su última producción. Desde la Scuderie del Quirinale (más de 200 piezas) ya han anunciado que, una vez pueda reabrir sus puertas, se prolongará mucho más allá de 2 de junio, como estaba previsto. Hasta entonces ofrecen una visita virtual.

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‘La donna velata’. Arriba, retrato de Margherita Luti, la amante de Rafael con la que según algunos historiado­res se casó clandestin­amente. La obra está en el Palazzo Pitti
 ??  ?? Autorretra­to con un amigo Rafael con Giulio Romano, cómplice de aventuras y su discípulo más brillante, quien heredó sus obras inacabadas. En el Museo del Louvre
Autorretra­to con un amigo Rafael con Giulio Romano, cómplice de aventuras y su discípulo más brillante, quien heredó sus obras inacabadas. En el Museo del Louvre
 ??  ?? La Fornarina. La modelo ha excitado la imaginació­n de numerosos artistas, como Turner, Dalí o Picasso. “Es una mujer hermosa. Es todo lo que necesitas saber”, escribió Flaubert.
La Fornarina. La modelo ha excitado la imaginació­n de numerosos artistas, como Turner, Dalí o Picasso. “Es una mujer hermosa. Es todo lo que necesitas saber”, escribió Flaubert.

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