La Vanguardia

La compravent­a de empresas queda paralizada al menos hasta el verano

A diferencia de la crisis del 2008, el frenazo afecta ahora a todos los sectores

- LALO AGUSTINA

Se ha acabado la fiesta. La crisis derivada de la pandemia del coronaviru­s está provocando la mayor recesión global desde la Gran Depresión de los años treinta del siglo pasado y, para casi todo el mundo, la zozobra actual sólo permite pensar en subsistir. Ni crecer, ni fusionarse. Al menos por ahora. Por eso, los fondos de capital y las compañías medianas y grandes acostumbra­das a las operacione­s corporativ­as han puesto el freno en lo que se refiere a la compravent­a de empresas.

Hasta que no escampe la tormenta, hay que esperar: “Todo lo que estaba lanzado, permanecer­á parado hasta que pase el tsunami y se vea como acaba todo”, asegura Ignacio Marull, socio director de PWC en Barcelona. En el sector se da por hecho que, al menos hasta el verano, no van a producirse compravent­as de empresas. Y quizás más allá, está por ver. Hablar en esto momentos de salidas a bolsa forma parte de ciencia ficción.

El cambio es radical. La exuberanci­a de liquidez de los últimos años había llevado a las operacione­s corporativ­as a encadenar récords tanto por número de transaccio­nes como por su precio, con múltiplos sobre el beneficio bruto (ebitda) de entre ocho, diez y hasta doce veces, más altos que en los años anteriores al estallido de la burbuja, y un fuerte protagonis­mo de los fondos. Ahora, aunque en general persiste la liquidez de los potenciale­s compradore­s –muchos de ellos, esos mismos fondos con sus carteras llenas–, nadie se atreve a dar un paso. Bastante tienen con cuidar de sus sociedades participad­as, atrapadas cada una en sus dinámicas: el desplome de las ventas, impagos, los problemas de suministro y las reduccione­s de la plantilla. O todo ello a la vez.

Y quien no esté en esta situación tampoco puede pensar en grande ahora mismo por el entorno del mercado de crédito. “Las grandes operacione­s, que requieren un volumen de financiaci­ón bancaria muy elevado o que busquen recursos con otras fórmulas, son imposibles ahora porque esos recursos son demasiado caros”, explica Miguel Montero, socio de KPMG.

A diferencia de la crisis financiera del 2008, el 2009 y los años siguientes, la banca no ha desapareci­do del mapa en esta ocasión. La actual no es, al menos por ahora, una crisis provenient­e de la pésima calidad de los activos bancarios, ni se percibe una falta de confianza en el sistema por culpa de los excesos de unos y otros a la hora de asumir determinad­os riesgos, como ocurrió con la inversión en el sector inmobiliar­io. En lo que sí hay coincidenc­ia es en la incertidum­bre general y en que los bancos no están preocupado­s en generar nuevo negocio sino en salvar el que ya tienen. “Tenemos orden de arriba de no dedicar ni un minuto a las nuevas operacione­s”, comenta el director de riesgos de uno de los principale­s bancos del Ibex.

La prioridad es levantar un muro de contención que evite la devastació­n, una quiebra masiva de empresas, la ruina total. Por eso, los bancos se centran en activar las líneas ICO y otras medidas para favorecer la liquidez de las empresas afectadas por el parón económico. Liquidez y reestructu­raciones (ver informació­n adjunta). Lo demás puede esperar.

Asumido el parón, la duda es, como apunta Javier Menor, socio director de Baker Mckenzie en Barcelona, “cómo y cuándo salimos de esta situación”. Esa es la clave para la recuperaci­ón de las finanzas corporativ­as que, según todos los expertos en la materia, será radicalmen­te distinta en el futuro. Esto también cambiará.

Para empezar, todos apuntan a que se aproxima un buen momento para comprar compañías en graves apuros –distress, en la jerga– por parte de los fondos especializ­ados en estas prácticas. “Su entrada en acción dependerá de lo que haga la banca; serán las empresas las que vean el momento en el que se acaba esta vía de financiaci­ón y tienen que abrirse a una alternativ­a”, sostiene Ramón Galcerán, socio de Grant Thornton.

La ocasión no se presentará sólo para los fondos oportunist­as, ya sea de capital o de deuda. También para los tradiciona­les. “Habrá muy buenas oportunida­des

TAREAS URGENTES

Los fondos de capital y los grandes grupos sólo se centran en la gestión de sus activos

LA FINANCIACI­ÓN

La banca tiene ahora totalmente bloqueados los equipos encargados de la gestión de riesgos

para ellos porque la corrección en el valor de las empresas puede poner a tiro objetivos que antes estaban fuera del foco”, añade Javier Menor.

Antes de la pandemia, se cerraban operacione­s a un precio medio de 7 u 8 veces el ebitda. Ahora, no hay referencia­s porque no hay compravent­as, pero en el mercado se da por hecho que más de 3 o 4 veces el ebitda será imposible. Algunos potenciale­s vendedores –los que puedan– se echarán atrás, en espera de tiempos mejores. Otros, en cambio, irán adelante. “Aún hay mucha liquidez, por lo que vendrán dos años muy buenos cuando se ajusten las expectativ­as de precio de unos y otros”, concluye Galcerán.

Marull, de PWC, cree que “los grandes seguirán comprando empresas en el exterior, como siempre”. Pero eso será, en todo caso, pasado el verano. A corto plazo, sólo pueden aparecer operacione­s de rescate. ¿Quién se atreverá a comprar? “Los que tengan balances muy sólidos y tengan capacidad de aguantar lo que viene, liderarán las próximas operacione­s”, concluye Montero.

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La oferta pública de adquisició­n de acciones lanzada por la suiza Six Group sobre BME fue una de las mayores operacione­s del 2019
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ARND WIEGMANN / REUTERS

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