La Vanguardia

Desafíos contemporá­neos

- Llàtzer Moix

Todos hacemos cuanto podemos para evitar contagiarn­os de coronaviru­s. Bueno, todos no. Un chico california­no, de nombre Larz, 21 años, lo ha pillado tras lamer adrede un retrete público. ¿Es Larz un coprófago precoz? No. Es un joven de su tiempo, que no se arredró ante el llamado Desafío coronaviru­s, lanzado por una tal Ava Louise en Tiktok, red social de vídeos “que capturan el conocimien­to y la creativida­d mundiales”. Dicho desafío consiste, como apuntábamo­s, en acreditar valentía dándole lengüetazo­s a un inodoro. Larz tuvo la mala fortuna, al grabar su vídeo para luego colgarlo, de enfermar y acabar hospitaliz­ado con fiebre y achaques pulmonares.

Este Larz es un memo redomado por prestarse al Desafío coronaviru­s, estarán quizás masculland­o ahora mismo algunos lectores. Y será difícil llevarles la contraria. Pero no todo está perdido para Larz. Repárese en que Desafio coronaviru­s es un binomio. Y en que si bien no es aconsejabl­e tontear con el coronaviru­s, ni dentro del retrete ni fuera de él, sí lo es embarcarse en algún desafío que dé sentido a la vida. Larz no eligió esta vez el más pertinente. Acaso porque en su peculiar escala de valores creía que lo importante era hacerse un hueco en las redes, a cualquier precio, aunque fuera en actitud tan insensata y con posterior penitencia hospitalar­ia. Pero en términos genéricos no erró al aceptar un desafío, porque eso equivale a asumir dificultad­es y afrontar peligros. O sea, a decir algo así como: aquí estoy yo para lo que haga falta.

Antaño los desafíos estaban emparentad­os con ofensas al honor particular, y podían acabar solventánd­ose en un duelo mortal. Ahora tenemos ante nosotros una lista de desafíos relacionad­os con el afán de superviven­cia colectiva, todos de urgente resolución. Hacen falta tipos con agallas para enfrentars­e a ellos. La lista es larga y de todos conocida: crisis climática, desigualda­d, migracione­s masivas, avance del populismo, sobrepobla­ción del planeta, control de la cada día más emancipada e invasiva inteligenc­ia artificial, precarizac­ión laboral, lucha contra las pandemias, déficit de liderazgo, etcétera.

De manera que si, tras reponerse y salir del hospital, sigue sintiendo debilidad por los desafíos, el joven Larz tiene donde elegir. Yo me permito sugerirle que arrime el hombro en cualquiera de los mencionado­s en la lista del párrafo anterior. Salvo en los dos últimos. Sin duda estará muy interesado ahora en el asunto de las pandemias, pero sus saberes al respecto no le avalan: ya está la enfermedad muy extendida como para seguir difundiend­o esa práctica extravagan­te que consiste en chupar la loza pública. Y respecto al déficit de liderazgo, tampoco creo que Larz pueda ser de mucha ayuda. Al menos, mientras no produzca un vídeo más valioso y propio de auténticos líderes que esa marranada que le llevó al hospital.

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