El incierto verano musical
El Caixabank Polo Festival cancela su edición 2020; ¿habrá efecto dominó?
Los principales festivales de música de verano viven esta pandemia sumidos en la perplejidad y la incertidumbre. ¿Será factible llevarlos a cabo? ¿Deberían cancelar ya? ¿Qué se puede salvar de la quema? Una vacilación que también afecta a la gran cantidad de público que congrega el estío musical y que ahora mismo se pregunta qué hará con las entradas adquiridas o si tendría que comenzar a comprar. En las latitudes catalanas, el Primavera Sound, que se las ha prometido muy felices al reubicarse este año en agosto, mueve a más de 200.000 aficionados, en muchos casos procedentes del extranjero. ¿Podrán viajar artistas y público?
Ante tales escenarios posibles, hay festivales que han comenzado a tomar decisiones drásticas: el Caixabank Polo Music Festival, previsto del 22 de mayo al 7 de junio en Barcelona, anunciaba ayer que cancela. Se despide hasta el 2021, cuando prevé retomar esta 2.ª edición “con la misma ilusión” y con una programación de “artistas nacionales e internacionales que complete la oferta barcelonesa”. ¿Podría esta decisión tener un efecto dominó para el resto de certámenes del estío catalán, en un sentido u en otro?
Cap Roig. Aún faltan tres meses
Juli Guiu es el responsable del citado festival ayer cancelado, y también lo es del de Cap Roig. De la misma manera que argumenta que aquel era prácticamente imposible de hacer por razones logísticas dada la premura de tiempo, argumenta desde “mi talante positivo” que aún faltan tres meses para que empiece el de Cap Roig “y creo que en julio vamos a volver a la normalidad”. No descarta que las primeras fechas programadas eventualmente se tengan que reubicar, “aunque no veo síntomas de alarma”. Las perspectivas antes del coronavirus eran inmejorables: “en los primeros 15 días habíamos vendido el 70 por ciento de las entradas”.
Portaferrada. Optimismo realista
Unos kilómetros más al sur tampoco hay de momento novedades en el firmamento del Festival de Porta Ferrada de Sant Feliu de Guíxols, (del 10 de julio al 15 de agosto). El optimismo de su director, Iñaki Martí, es realista. “De momento no hay ninguna baja en el cartel, pero para nosotros la clave está en saber cuándo nos dirán que se pueden hacer los conciertos, para tener tiempo para hacer las infraestructuras. A más tardar tendría que ser la primera quincena de mayo. Yo personalmente confío en que en julio todo se haya normalizado”. Aunque también recalca que buena parte de los que actúan son extranjeros y hay varios norteamericanos, “y esos pueden decidir no venir a Europa”.
El Cruïlla ya tenía aforo limitado
Más cerca está el Festival Cruïlla, que comenzará el 2 de julio en el Fòrum. “Seguimos trabajando con la idea que podremos hacerlo”, dice su director Jordi Herreruela. “Ahora se habla de que los festivales tendrán que limitar el aforo, tendrán que contar con público local, tendrán que ser una experiencia que no congregue a todo el mundo ante el mismo escenario, y en realidad están describiendo lo que ya es el Cruïlla”. Pese a ello reconoce que la información varía semana a semana, aunque “el cartel sigue intacto, y hasta ahora todos nos han dicho que si lo hacemos, vendrán. Este año tendrá un gran impacto a nivel
anímico para la ciudad si finalmente se hace”, añade.
Pedralbes, muy internacional
Optimismo matizado es el que muestra Martín Pérez desde el timón del Jardins de Pedralbes, que arranca el 3 y 4 de junio con Sara Baras y cierra el 15 de julio con Diana Ross. “El 29 de febrero ya teníamos el mismo número de entradas vendidas que el 1 de junio de 2019”, comenta para ilustrar lo que se preveía una edición inmejorable. Posiblemente también tengan que redibujar el arranque del cartel, dada la cercanía con la que se prevé la gradual vuelta al normalidad, y no oculta que el hecho de que la programación sea tan internacional (8 nacionales ante unos 30 foráneos), puede ser un hándicap, dada la dificultad de desplazarse, sobre todo desde Estados Unidos.
Sónar, viendo todas las opciones
El festival Sónar también mantiene sus fechas de celebración, del 18 al 20 de junio. Pero como dice el codirector Ricard Robles, “seguimos contemplando todas las opciones”. También hace hincapié Robles en otras cuestiones de índole económica que se están ahora mismo negociando, como la devolución del importe de las entradas si un festival se pospone o aplaza, valorando la posibilidad de flexibilizar ese retorno.
Este aspecto va también ligado al del pago a artistas o infraestructuras cuando un festival se tiene que suspender por razones de causa mayor, como es el caso. Una casuística a la cual se refirió el Primavera Sound en su decisión de cambiar de fechas y a la que se ampara la organización del Caixabank Polo.
Peralada, esperando medidas
Por lo que respecta a festivales de clásica y artes escénicas, el de Peralada –que aún no ha presentado cartel aunque adelantó ya algunas high
lights– sigue trabajando y valorando distintos escenarios. La inauguración con el Houston Ballet el 2 de julio podría verse afectada, pero sus platos fuertes –Aída, Kaufmann, Les Arts Florissants– están previstos para agosto. La organización sabe que deben seguir las recomendaciones sanitarias que les van llegando. En este sentido, viven una gran incertidumbre, no pueden valorar el futuro a corto plazo. “No sabemos qué medidas se tomarán en el posconfinamiento ni cómo afectarán al sector cultural”, advierten.
Nits de Clàssica. Por el turismo local
Más peliagudo por cuestiones de calendario podría tenerlo el Nits de Clàssica de Girona, que inaugura su décima edición el 7 de junio con Ivo
Pogorelich repasando sus éxitos de los 80. “Hasta el 31 de julio que no termina podríamos contar con un público estatal de gente que acude en verano a la Costa Brava, un turista de proximidad”, asegura Víctor Garcia de Gomar, director artístico. Una de las soluciones que observa es contratar a artistas de kilómetro cero, protegiendo así al sector local, y dejar para más adelante los grandes nombres extranjeros que ahora podrían no viajar. Por otra parte, mantener la distancia social no sería un problema en el claustro Sant Pere de Galligants. “La palabra que más tendremos que usar será confianza con el tercero. Y eso es lo que más se cuestiona, si estamos preparados para confiar. Tendremos que comprender y ser tolerante”, añade.
Torroella de Montgrí. Artistas km 0
Con ese criterio coincide el festival de Torroella de Montgrí que dirige Montse Faura –en agosto– y que este año celebra el 40.º aniversario. “Tenemos una programación preparada con músicos de aquí y de allá con los que ahora mismo será difícil contar, pues los confinamientos tendrán tiempos distintos según el país”, explica. De ahí que trace un escenario paralelo: celebrar la 39,5.ª edición, completando la programación con artistas y formaciones locales, y abrazando propuestas que se han anulado en el sector por la crisis sanitaria. Así, la 40.ª edición se dejaría para el 2021, pues aplazar a otoño significaría coincidir con la programación estable de los auditorios.
Schubertíada, solidaridad de artista
El festival de Vilabertran es el último que debería precipitarse, pues no arranca hasta el 17 de agosto y cuenta con un aforo de 270 personas. “Podría ser que nos pidieran que lo redujéramos un 20% más o que hiciéramos una desinfección a fondo de las instalaciones, pero eso no sería un problema”, asegura su director Víctor Medem. Lo que sí les afecta es haber perdido las ventas de esas ocho primeras semanas que han seguido a la presentación del cartel, el pasado febrero. Otro hándicap es que uno de los tres grupos de público extranjero que acudía ha cancelado. No así los artistas, que les han mostrado todo su apoyo. Si hubiera que retirar algún concierto de las primeras semanas de festival, se lo llevarían a la edición del 2021. Por otra parte, ¿qué pasará con el festival de Granada, o de San Sebastián? ¿O con Salzburgo, que se resiste a cancelar su edición 100, o con otros festivales europeos? Medem confiesa que tener “la esperanza de que mucha gente melómana que no haya podido hacer su viaje al extranjero se anime a venir”.
Los festivales viven esta pandemia sumidos en la perplejidad y la incertidumbre
Los carteles que más peligran son los de nombres extranjeros, sobre todo de EE.UU.
Algunos certámenes ven el momento de apostar por artistas de kilómetro cero