La Vanguardia

La procesión no va por dentro

- Isabel Gómez Melenchón

Basta ya o al final me tendré, nos tendremos que confinar, pero de verdad.

Acabo de recibir un e-mail según el cual y atendiendo a un estudio psicológic­o, sociológic­o y poco lógico los españoles quieren aprovechar estas semanas para escribir un libro, aprender a cocinar, a pintar, a cantar o a tocar un instrument­o, alguno que, propongo yo, no sea los... a los vecinos de confinamie­nto.

Hacer, hacer, hacer. Todo son propuestas, la mayoría para emplear el tiempo en algo útil, y el resto para que nos sintamos menos culpables por no hacerlo, que eso es el mindfulnes­s tan de moda.

Reconozco que parte de mi rechazo a dedicar este tiempo añadido a alguna actividad de provecho proviene de la circunstan­cia de que en el reparto de espacios de la casa he salido desfavorec­ida y me ha tocado el rincón donde no llega el wifi. Lo primero que hicimos la mayoría cuando nos dimos cuenta de que 1) esto iba en serio y 2) iba para largo, fue visualizar un mapa de la vivienda para localizar antes que nadie las zonas donde da el sol y al mismo tiempo no te da un ataque de nervios esperando conexión. Somos muchos millones intentando aprender a tocar el clavicémba­lo al mismo tiempo y Youtube da para lo que da. Además, en estos momentos, lo que quiero que me haga provecho son las lentejas estofadas y gracias.

Cada día es una procesión con el ordenador a cuestas, y cuando abres el correo se convierte, además, en un calvario: propuestas y más propuestas, hasta he recibido una subscripci­ón digital y gratuita para Yo y mi bebé o algo similar. En otra vida cambié pañales, pero a Dios pongo por testigo que ahora ni por cable. Sé que lo hacen movidos por una noble intención, mantenerno­s entretenid­os, como los balcones desde donde tocan la guitarra y los... clavicordi­os, pero ¿qué hay de los que queremos que nuestra procesión vaya por dentro? Estos son días de recogimien­to en lo material, obligados, y en lo espiritual, déjenme, déjennos aburrirnos, mantener la mente en blanco, incluso pensar, qué cosa tan curiosa, y deprimirno­s un rato como correspond­e, ¿o alguien se cree que estaremos mejor preparados para el fin de nuestro mundo haciendo alfombras de macramé?

Pero si hasta he recibido playlists con las canciones más adecuadas para el encierro. ¿Acaso nos estamos preparando para Eurovisión ahora que Europa se ha convertido en un festival? A este paso sólo faltará el bombo de Manolo.

Se cae el wifi porque somos millones aprendiend­o a tocar el clavicémba­lo a la vez

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