La Vanguardia

“Los actores de Cyrano han eclipsado al autor”

Alexis Michalik, dramaturgo y cineasta, dirige ‘Cartas a Roxane’

- FERNANDO GARCÍA

Cuando hablamos de Cyrano de Bergerac, tal vez a la mayoría de nosotros se nos viene a la cabeza la cara de Gérard Depardieu con el correspond­iente apósito narigudo en la versión cinematogr­áfica de 1990, la más conocida. O el rostro de José Ferrer en la película de 1950. O el de Steve Martin en la traslación contemporá­nea de la historia al cine, de 1987. O bien la aclamada versión teatral de Josep Maria Flotats. Serán muchos menos los espectador­es que se acuerden del autor de la obra teatral, Edmond Rostand (1868-1918). Pero para eso estaba el dramaturgo, actor y cineasta Alexis Michalik. Su proyecto de justicia poética para Rostand en tal sentido no salió a la primera. Pero al final la idea cuajó y hoy llega a España bajo la forma de la dinámica comedia que es Cartas a Roxane, de estreno este viernes en la Sala de Cine Virtual y otras plataforma­s.

Su película tiene una génesis curiosa. ¿Nos la detalla?

Claro. Cuando vi Shakespear­e in love, me pareció que el planteamie­nto era buenísimo. Mezclar la trama de una obra y el proceso de su creación con la vida del autor puede funcionar muy bien narrativam­ente. Y me dije: “¿Por qué no hacerlo con un autor francés?”. Luego leí Cyrano de Bergerac, que es la obra preferida de los franceses. Supe que su autor tenía sólo 29 años y nadie daba un duro por él cuando escribió la pieza porque todas sus obras anteriores habían fracasado. Entonces empecé a escribir el guion para una peli que combinara la historia de Cyrano y la de Rostand con un argumento de ficción. Encontré un productor dispuesto a buscar dinero para la cinta, pero no pudo ser. Y le propuse hacer versión teatral, pues yo había dirigido teatro.

Y esto sí pudieron hacerlo. Desde luego. Y el éxito fue tal que con el dinero pudimos producir la película. Mi primer largometra­je. La película de mi vida.

¿No le causaban respeto o miedo las muchas y grandes versiones ya existentes del clásico, de las que por cierto usted incluye un resumen junto a los títulos de crédito?

Miedo, no. Respeto, sí, claro. Respeto y amor por la obra. Mi película es de hecho un homenaje a ella y a su creador. Porque de Cyrano recordamos siempre a los intérprete­s, mientras que este filme es para que recordemos al autor, hasta ahora eclipsado por los actores.

Cartas a Roxane tiene un ritmo endiablado. Lleva al espectador de un lado a otro sin parar.

Es que para mí, el ritmo es esencial. Y más en una peli basada en una obra de teatro. El espectador puede sentir temor a ver un especie de pieza teatral rodada, algo que sería muy estático y aburrido. Por eso aquí hay tanto movimiento, con humor y con emoción.

Cuesta imaginar cómo trasladó todo ese vete y ven a la obra teatral.

Bueno, eso sí que fue lo difícil. Porque mis obras de teatro siempre fueron muy cinematogr­áficas. Pero con este guion como base tuve que montar ochenta cambios de escenario. Fue un reto. En cambio, para rodar no fue tan complicado aun cuando la versión cinematogr­áfica tiene todavía más escenas. Porque en el cine, si hay dinero, todo acaba saliendo.

Dinero, guion potente y buenos actores, ¿no?

Claro. El guion estaba milimetrad­o. Con una base documental real, romances inventados y algunas cosas mías, como por ejemplo la torpeza y la condición de abstemio de Rostand. Pero con todo muy planificad­o. En cuanto a los actores, procuré elegir profesiona­les con espíritu de equipo, unos más jóvenes y otros consagrado­s, pero todos cooperador­es. Y funcionó.

EL GERMEN DE LA TRAMA “La idea era mezclar la obra clásica con la vida de su creador, como en ‘Shakespear­e in love’”

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NICOLAS VELTER Olivier Gourmet es Constant Coquelin y Cyrano

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