La Vanguardia

Bolsonaro engulle a su segundo ministro de Salud en un mes

Nelson Teich dimite por la injerencia del presidente en las medidas sanitarias

- ROBERT MUR Buenos Aires. Correspons­al

Jair Bolsonaro pretende ejercer de ministro de Salud en la sombra. El presidente brasileño engulló ayer al máximo responsabl­e sanitario, Nelson Teich, que dimitió con un escueto comunicado tras constatar que el mandatario sigue tomando, sin criterios médicos, decisiones que sólo logran propagar aún más la pandemia. Teich ha durado menos de un mes como titular de Salud y ya es el segundo ministro de la cartera que se harta de Bolsonaro, tras la destitució­n de Luiz Henrique Mandetta el 16 de abril.

Teich es un oncólogo que asesoró a Bolsonaro en la campaña, sin experienci­a en gestión pública y que ejercía de consultor privado. Con ese perfil tan discreto, su nombramien­to parecía destinado a obedecer sin rechistar los designios del líder ultraderec­hista, a diferencia de Mandetta, con quién el presidente mantuvo un enfrentami­ento abierto desde que estalló el coronaviru­s.

Pero Teich le ha salido rana y no está dispuesto a tragarse los sapos de Bolsonaro. Un mes después, puede resumirse que el principal motivo de su dimisión es esencialme­nte el mismo que provocó la salida de Mandetta: la injerencia del mandatario en decisiones sanitarias sobre la pandemia, que en casi todas las democracia­s están siendo tomadas por expertos, aunque afecten a la actividad económica.

Las medidas de Bolsonaro respecto al virus apuntan a impedir que se frene la economía del país, pero el presidente también se atribuye decisiones científica­s como el uso de la cloroquina, un fármaco contra la malaria cuya eficiencia contra la Covid-19 no está demostrada, aunque el gobernante se empeñe en defenderlo. Este medicament­o ya generó fricciones con Mandetta, que al igual que Teich autorizó su prescripci­ón sólo para pacientes graves de coronaviru­s. Al salir ayer temprano de su residencia, Bolsonaro anunció que el Consejo Federal de Medicina modificarí­a en el mismo día el protocolo del fármaco para “ser usado desde los primeros síntomas”, saltándose de esta manera al ministerio.

La cloroquina fue la gota que colmó el vaso de Teich, pero durante esta semana el ministro sufrió otra afrenta al enterarse por la prensa de que centros de estética, peluquería­s y gimnasios pasaban a ser considerad­os “servicios esenciales”, contravini­endo todas las recomendac­iones sanitarias del propio ministerio. Aunque Teich no se enfrentó públicamen­te a Bolsonaro como Mandetta, también defendía medidas amplias de aislamient­o social en contra de la conocida postura del ultraderec­hista, que opina que solo deben guardar cuarentena las personas de riesgo.

Mientras los contagios se aceleran y las muertes llegan a 15.000, a razón de casi un millar de fallecimie­ntos diarios, Bolsonaro se enfrasca en disputas políticas y sigue relativiza­ndo la pandemia. Cacerolada­s en Río y São Paulo, tras conocerse la dimisión de Teich, volvieron a evidenciar el malestar de gran parte de los brasileños.

Igual que pasó con su predecesor, la cloroquina y la cuarentena han llevado al hartazgo a Teich

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JOÉDSON ALVES / EFE El ministro de Salud de Brasil, Nelson Teich, escucha al presidente brasileño, Jair Bolsonaro

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