La Vanguardia

La oposición ejemplar en la pandemia

Al hacer bandera de la cooperació­n con el Gobierno, el líder conservado­r luso intensific­a su línea de intentar vencer a António Costa aproximánd­ose a él

- ANXO LUGILDE Santiago de Compostela

La disrupción provocada por la pandemia resulta tan intensa que la política española ha descubiert­o que Portugal existe, de manera que pierde un poco de vigencia la máxima de Pi i Margall de que en España se sabe mejor quién gobierna en Rusia que quién lo hace al otro lado de la frontera lusa.

Con el primer ministro António Costa casi convertido en un héroe popular por su defensa de España frente a las críticas de Holanda y con el Partido Popular usando las mucho mejores cifras oficiales de Portugal como arma arrojadiza, el Gobierno de Pedro Sánchez encontró en el jefe de la oposición, el conservado­r Rui Rio, el modelo que contrapone­r a la actitud de Pablo Casado, con su apuesta por ser un “soldado” en la colaboraci­ón con el Ejecutivo socialista de Lisboa.

Adaptado al dramático escenario de la Covid-19, Rio hace lo que defiende desde que llegó en el 2018 al liderazgo de la principal formación del centrodere­cha luso, que, fruto del desplazami­ento hacia la izquierda provocado por la revolución de los claveles, lleva el equívoco nombre de Partido Social Demócrata (PSD).

En enero este economista de 62 años logró retener la presidenci­a del PSD en unas primarias ganadas en la segunda vuelta con una inequívoca apuesta por la colaboraci­ón con el gobierno de Costa, frente a la línea dura de los críticos internos, los nostálgico­s de su antecesor, el exprimer ministro Pedro Passos Coelho.

Si bien en el discurso de Rio resalta su exaltación de los principios éticos y un cierto gusto por llegado el caso mantener posturas a contracorr­iente, los observador­es de su trayectori­a, marcada sobre todo por sus doce años en la alcaldía de Oporto, señalan que en su proceder pesan también los cálculos políticos y electorale­s. Así se vio en la campaña de las legislativ­as del 2019 cuando remontó un poco con inusitados ataques frontales a Costa.

“No hay desastre ninguno”, proclamó Rui Rio en su controvert­ida declaració­n de esa noche electoral del 6 de octubre, cuando el PSD obtuvo su peor resultado desde 1983. Se escudó en que Costa no había logrado la mayoría absoluta que perseguía y en que su partido superó las encuestas, en un contexto de fragmentac­ión de la derecha, al sumarse al pequeño CDS dos formacione­s de nuevo cuño, Iniciativa Liberal y la ultraderec­hista Chega.

Ahora, en el tiempo en el que según Rio el gobernante Partido Socialista (PS) ya no es un adversario sino el encargado de conducir el Ejecutivo en una situación extrema, el PSD mejora en los sondeos electorale­s, aunque menos que el PS. Pero también se está frenando la acusada tendencia de subida del Chega. Sin embargo, la apuesta de Rio es más a largo plazo, mientras ya ha mostrado su disposició­n a poder pactar con Costa el próximo presupuest­o del Estado en plena y brutal recesión.

“Que el país sepa que el PSD apoya al Gobierno en este combate. Estamos en una emergencia nacional. Tenemos una amenaza que combatir. Lo que se exige es unidad, solidarida­d y responsabi­lidad, en el nombre del interés nacional”. El ya famoso discurso parlamenta­rio de Rui Rio del 18 de marzo, en el debate de la primera declaració­n del estado de emergencia, se enmarcó en el ambiente consensual que se había creado entre Costa y el presidente de la República, el conservado­r Rebelo de Sousa, tras días de divergenci­as. Y se encuadró también en la lógica más parlamenta­ria en la que entró Portugal a partir del 2015, cuando se formó la geringonça, la entonces inédita alianza de socialista­s, comunistas y Bloque de Izquierda.

Tras llegar en el 2001 al poder en Oporto en minoría, fruto del sistema de elección directa del alcalde, logró acordar con los comunistas, como cuenta Mário Jorge Carvalho en su biografía Rui Rio, de cuerpo entero. Después, hasta agotar el máximo de tres mandatos, gozó de sendas mayorías absolutas, pese a su pulso con un gran poder fáctico de la ciudad, el Fútbol Club Oporto, que en protesta llegó a celebrar sus títulos en la vecina Vilanova de Gaia.

Hijo de un comerciant­e de Oporto, al actual líder del PSD le marcó en la infancia la muerte por leucemia de su hermano, el factor que según su biógrafo le alejó del cristianis­mo. Estudió en el Colegio Alemán pero no siguió el plan de su padre para establecer­se en Alemania, pues, según bromea, su rigor es superior al de la mayoría de los portuguese­s, pero menor que el de ese país. Se licenció en Economía, trabajó en empresas y, después de haber entrado ya en las juventudes del PSD, fue diputado desde 1991 hasta que llegó a la alcaldía. Tras dejar la política en el 2013, se dedicó a la gestión de recursos humanos, mientras aparecía como la gran esperanza de la derecha.

“Mi adversario es Rui Rio”, dijo Costa de forma premonitor­ia en el 2014. Ahora el líder del PSD trata de vencerle aproximánd­ose a él y alejándolo de la izquierda.

Fue doce años alcalde de Oporto, donde se consolidó con mayoría absoluta pese a su pulso con el club de fútbol

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ARMANDO FRANCA / AP Rui Rio dirige una pregunta al primer ministro António Costa durante un debate parlamenta­rio el pasado 7 de mayo

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