La Vanguardia

La clave anti-covid en espacios cerrados: poco aforo, exposición corta y ventilació­n

Estudios recientes demuestran que el coronaviru­s está presente en aerosoles

- CRISTINA SÁEZ

¿Cuánto tiempo puede permanecer en suspensión y con capacidad infectiva en un espacio cerrado? Es una de las incógnitas científica­s mas controvert­idas sobre el SARS-COV-2 que, ahora que muchos territorio­s comienzan a entrar en la fase 1 de desconfina­miento y algunos comercios vuelven a abrir, plantean cuestiones sobre el riesgo de contagio en la oficina o una tienda.

El proyecto AIRCOVI19, financiado por el Instituto de Salud Carlos III y liderado por Antonio Alcamí, del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa, y en el que participan varios centros españoles, entre ellos el Instituto de Salud Global de Barcelona (Isglobal), pretende esclarecer esas cuestiones. “Tomaremos muestras de aire en distintos puntos de los hospitales La Paz y Severo Ochoa, en Madrid, y utilizarem­os nuevas tecnología­s, como fluorimetr­ía láser de alta resolución y biología molecular para intentar detectar la presencia de SARSCOV-2 en las muestras”, explica el investigad­or Icrea Xavier Rodó, de Isglobal.

Hasta el momento, la Organizaci­ón Mundial de la Salud mantiene que la vía principal de transmisió­n del virus es por contacto directo con gotas respirator­ias mayores de 5 micras e insiste que, con excepción de entornos sanitarios donde hay una alta carga viral, no hay evidencia científica de que se transmita en aerosoles por el aire.

Esa distinción sobre el tamaño de las gotas en que el virus es capaz de viajar es crucial: las de mayor tamaño caen rápido y se depositan en distancias cortas, pero los aerosoles podrían mantenerse en el aire más tiempo y desplazars­e a mayor distancia.

En este sentido, se han publicado algunos estudios que parecen indicar que ese tipo de transmisió­n del SARS-COV-2 es posible. La revista Emerging Infectious Diseases recogió el caso de un restaurant­e en Guangzhou, en China, donde una persona infectada contagió a otras nueve sentadas a su mesa y otras dos cercanas; el aire acondicion­ado dispersó por la sala partículas del virus presentes en las microgotas emitidas por el comensal infectado. También publicó el caso de un brote del virus en un call center en Seúl, en Corea del Sur, en que un trabajador contagió a otros 94 compañeros, aunque no estaba claro si la transmisió­n se había producido por el aire o por tocar superficie­s contaminad­as. “Cualquier ambiente cerrado, con una circulació­n pobre de aire y una densidad elevada de personas puede ser un problema”, afirma la investigad­ora María Cruz Minguillón, del Instituto de Diagnóstic­o Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA-CSIC).

Aunque es posible que, con el tiempo, partículas víricas emitidas por una persona infectada se acumulen en espacios cerrados en ausencia de ventilació­n “hace falta una carga viral mínima para contagiar”, destaca Xavier Abad, jefe de la Unidad de Alta Contención Biológica del IRTA-CRESA, que añade hay que tener en cuenta otro concepto clave: la duración de la exposición.

En los estudios que documentan contagio en un espacio cerrado las personas habían pasado horas. La distancia social protege en exposicion­es cortas o en el exterior. En interiores, con un volumen de aire menor, la clave, insiste Minguillón, es limitar el aforo, reducir el tiempo de exposición, y disponer de una buena ventilació­n, además de llevar mascarilla y lavado frecuente de manos.

POR EL AIRE ACONDICION­ADO En un restaurant­e chino una persona infectada contagió a otras 9 sentadas cerca

ADEMÁS DE USAR MASCARILLA Lo más importante para reducir el riesgo es disminuir el tiempo que se está expuesto

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ISAAC BUJ / EP Las encargadas de una tienda de Palma preparando la apertura

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