“Bienvenida, ¿tiene un termómetro?”
Una periodista de Hong Kong explica el procedimiento de 9 horas que el Gobierno ha establecido para entrar al país
Laurel Chor es una periodista freelance, fotógrafa y documentalista de Hong Kong que el pasado jueves voló desde París hacia esta ciudad asiática, con una escala en Londres. El 17 de marzo, Carrie Lam, jefa del Gobierno local de Hong Kong, anunció que todos los viajeros que llegaran, sin importar el país de procedencia ni su nacionalidad, serían sometidos a un proceso de cuarentena como medida para evitar la propagación de la Covid-19.
Chor ha publicado un extenso hilo en Twitter explicando cómo fue el proceso de entrada en su propio país, y ha hablado con La Vanguardia por teléfono para contar algunos detalles más de lo que pueden ser los viajes en el futuro próximo.
“Sabía que tendría que pasar un proceso de control al llegar, pero no sabía en qué consistía exactamente, así que estaba un poco nerviosa”, reconoce esta periodista.
Pues nada más y nada menos que “15 pasos diferentes, con varios cambios de instalaciones, y 9 horas en total. Mi vuelo aterrizó a las 8 de la mañana. A las 10 conseguí pasar el control de pasaportes, y completé todo el proceso –con test PCR negativo incluido– a las 5 de la tarde”.
Obviamente lo que más tiempo llevó fue esperar los resultados del test, “que junto con el brazalete localizador eran las únicas cosas que sabía que iban a pasar”, explica Chor, desde su domicilio.
Empezó su viaje en el aeropuerto Charles De Gaulle de París, “donde las medidas higiénicas eran algo más relajadas que en Hong Kong, pero todo el mundo llevaba mascarilla y guantes”. La sorpresa fue al llegar a Heathrow (Londres), y comprobar que las cosas eran muy distintas y “que nadie llevaba tapabocas, lo que me pareció preocupante”, dice Chor. Por el contrario, en el avión que la devolvía a casa “sólo iba a un tercio de su capacidad y había gente que iba con trajes EPI completos y gafas protectoras”.
Tras aterrizar, tuvo que rellenar una declaración de salud y un documento, por duplicado, en el que se comprometía a entrar en “cuarentena desde ese mismo instante y en ese mismo lugar”. También fue obligada a descargarse una app y le entregaron un brazalete localizador: “Un funcionario comprobó que todo funcionaba”. La misma persona, que le dio “la bienvenida muy amablemente, me preguntó si en casa tenía un termómetro, y como vio que dudada, me dio uno, y me explicó cómo rellenar una tabla con síntomas y temperaturas”. Pasado
el control de pasaportes y recogido el equipaje, los 100 pasajeros de su vuelo fueron conducidos en autobús hasta el recinto de la Asia World Expo. Allí dejaron los equipajes y de nuevo en un autobús hasta unas nuevas instalaciones. “En cada nuevo lugar, alguien hacía constar en la orden de cuarentena nuestra nueva ubicación”, explica.
Finalmente, de nuevo en autobús, llegaron al edificio en el que se realizan los test. “Nos explicaron
“Que las autoridades sepan siempre donde estoy es un sacrificio pequeño si sirve para no infectar a los demás”
cómo debíamos hacerlo y nos pasaron un vídeo explicativo. Tener que hacerme yo misma el PCR fue lo más extraño y lo más molesto de todo”, asegura.
Y a esperar los resultados siete horas, sentada ante una de las 192 mesas dispuestas en una gran sala.
Laurel Chor dio negativo. Pudo volver a recoger su equipaje y finalmente irse a casa, tras pasar dos meses y medio en Europa y 9 horas formalizando su vuelta a Hong Kong. Dentro de 14 días se tendrá que hacer un nuevo test y si sale negativo se podrá quitar el brazalete.
Con todo, Chor cree que “esas 9 horas dan una idea de la magnitud del problema al que nos enfrentamos. En Hong Kong hemos tenido pocos casos de transmisión local y por eso es importante controlar que no se produzcan infecciones”.
Por otro lado, cree que aunque tuvo que “dar datos personales y las autoridades saben en todo momento donde estoy, es muy pequeño el sacrificio de nuestras libertades personales, si con eso no infectamos a los demás”.